Los detectives del agua de grifo están en Egillor

Egillor, en el valle de Ollo, un concejo de apenas 80 habitantes que se eleva escarpado en una colina sobre el río Arakil, arrullado por las cimas de Txurregi y Gaztelu, la sierra de Andia y el añejo castillo de Garaño, alberga el laboratorio central donde la Mancomunidad analiza el agua que se consume en toda Pamplona y la Comarca: 178 localidades con 370.000 habitantes. Allí trabajan las personas que son, de algún modo, detectives del agua tratada y garantes de su calidad. La potabilización del agua de Pamplona se inició en Egillor. Primero en una instalación levantada en 1920 para decantación y filtración y desde 1945, con cloración. En 1991 se construyó la planta actual. Hasta allí llegan las aguas del manantial de Arteta, que se tratan antes de introducirlas en la red de abastecimiento, según la directiva del agua del Gobierno de España, que ya ha elaborado una nueva. A final de año pasará a ser decreto real y obligará a adaptar algunos aspectos en materia de fugas, de formación de operarios o de nuevos parámetros analizados (pesticidas...). Tanto el agua del manantial de Arteta, en el mismo valle de Ollo, salida natural del agua de lluvia infiltrada en la sierra de Andia, como la de Eugi o Itoiz, requieren un tratamiento potabilizador que elimine microorganismos patógenos, el exceso de minerales y la turbidez, y las haga aptas para el consumo. En el caso de Egillor, al llegar a la estación a través de las conducciones de obra, el agua recibe un tratamiento de desinfección con cloro que elimina e impide el desarrollo de microorganismos y la formación de algas; se disuelve después un coagulante para agrupar las partículas en suspensión. Ya en los decantadores (en forma de campana invertida) se añade al agua floculante, una sustancia encaminada a lograr que los grumos de partículas flotantes adquieran mayor densidad para facilitar la decantación. E l agua permanece unas dos horas en decantadores de 26 metros d diámetro y 7,3 de altura. Una vez libre de flóculos, se conduce por canales, se filtra, se almacena y se regula en el depósito de la estación, con una capacidad de 17 millones de litros. La demanda “varía cada día y cada hora”, apunta Iñaki Etxarri, técnico de control de calidad en Egillor y señala que se introduce en la red, “con una adición final de cloro para garantizar la ausencia de patógenos”. El nivel máximo, apunta, lo marca el real decreto del Gobierno central, el mínimo (0,2), Salud Pública, la autoridad sanitaria en Navarra. NUEVE PERSONAS Pero diariamente llegan a Egillor muestras de agua tomadas en depósitos, puntos de la red, grifos de consumidor..., muchas veces de edificios o locales públicos (bares, restaurantes...), “unas doce o catorce por jornada” que se analizan de manera exhaustiva en un estudio físico-químico y microbiológico; descartan indicios de presencia de virus y bacterias. El equipo consta de cinco analistas, dos auxiliares y dos técnicos. La planta se adelanta ya para adaptarse a la nueva directiva, por ejemplo con un equipo que ha supuesto una inversión de medio millón de euros y que automatizará parte del proceso. El agua de Pamplona y la Comarca procede de tres fuentes: Arteta, Urtasun e Itoiz y los consumidores la toman de manera indistinta porque la red de distribución es mallada. “Puede ser por la mañana de Urtasun y por la tarde de Arteta, por ejemplo”, sostiene Etxarri. Mikel Manzanos, director de Medio Ambiente y Control de Calidad de la Mancomunidad, subraya que “un paladar entrenado puede diferenciar un agua de otra, con los mismos niveles de calidad, pero son distintas”. “La de Arteta coge los matices del bosque, tiene una mineralización media-alta y la de Eugi, más baja”, señala Etxarri y explica que las tres fuentes y su perímetro son lugares protegidos. “La actividad lúdica y el baño están prohibidos, igual que en el entorno kárstico de Arteta, “una masa de agua que es necesario preservar lo más posible”, apunta que la incipiente sequía merma el manantial. La ausencia de lluvia y el incremento de la temperatura influyen en el tratamiento necesario. “En Egillor no afecta a la calidad, sino a la cantidad, pero en Eugi e Itoiz la proliferación de algas, de materia orgánica, aumenta, se adelanta y se prolonga en el tiempo”, recuerdan.

Los detectives del agua de grifo están en Egillor

El abastecimiento de agua en Pamplona y la Comarca: Historia, contexto, presente y futuro, con una mirada en cambio climático. Hoy, con una visita al laboratorio donde se analiza el agua de consumo de 370.000 habitantes.

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