Obituario
Juan José Antoñanzas, impulsor de Barañáin como Policía Municipal

- Asun Fernández
Juanjo se nos ha ido peleando incansable contra una enfermedad. Su recuerdo permanecerá siempre en todas las personas en las que ha dejado su esencia de persona que llena. Su familia y amigos lo sabemos porque no lo olvidaremos. Imposible.
Se nos ha ido el 13 de julio, poco antes de que los fuegos artificiales de esa noche sanferminera iluminaran el cielo. Luego se quedó una noche inundada de paz a su lado, coronada por una luna de ciervo que hacía majestuosa la noche que decidió partir. Y ahí bajo la luna estuvo mientras su familia le empezaba a echar de menos pero con serenidad momentánea de sentir recientes y vitales sus palabras hacia nosotros de esa misma tarde. De energía desbordante incluso pudo despedirse de amigos a los que las fuerzas le siguieron para coger el teléfono y grabarles un mensaje de cariño y de adiós. A la familia nos despidió con sumo amor. Devoto de San Fermín, cerró las fiestas despidiéndolas, y de blanco y rojo con su pañuelo al cuello de la escalerica se fue. Una muerte bella que honra toda su vida.
En fiestas de su Barañáin querido, celebró sus 74 años con ánimo para cantar unas rancheras ante la atenta mirada de los suyos y de sus amigos mariachis Los Tenampas, que online tocaron para él con tanto cariño.
Juan José Antoñanzas Mateo fue de todo. Desde agente municipal de un incipiente pueblo de Barañáin totalmente entregado a su vocación profesional durante 35 años, acordeonista pasional y luthier de cientos y cientos de acordeones y teclas, jotero, mariachi, inventor y rey Melchor en la cabalgata. Gran esposo, gran padre, grandísimo abuelo y gran amigo, gran compañero. De él nadie nos ha podido decir a la familia que tuviese un enemigo. Si existiera, desearíamos conocerlo porque es imposible que lo tuviese. Él solo regalaba sonrisas, saludos y amabilidad constante a cualquier rostro que se cruzase en cualquier lugar.
Nació en Gallipienzo. Se trasladó junto a su familia a Puente la Reina/Gares, porque su padre trabajó en el Señorío de Sarría. De ahí, al finalizar su trabajo el padre, su familia se mudó a Etxabakoitz. De ese barrio subía constantemente a Barañáin, que era un pueblo pequeño de 10 casas y una iglesia y ya quedó desde febrero de 1974 unido a él para siempre al comenzar su labor de policía municipal. Su trabajo no era ser agente, era ser una de las personas impulsoras del empuje de un nuevo pueblo que necesitaba todo tipo de servicios, mantenimiento, vigilante, ayudante de secretaría... Todos eran conocidos en el pueblo por su nombre, el trato era directo y él, tras tantísimos años, aún lo conservaba con cada vecino que se encontraba.
Casado con Asun Valencia (olitense), tuvo 3 hijos: Juan Luis, Cristina e Iñaki. La vida le dio 5 nietos, Daniel, Leyre, Mario, Anne y Nora. Su familia en su vida, era su auténtica pasión y debilidad.
Su vida ha estado repleta de acciones generosas y voluntariosas hacia cualquier persona. Con su sonrisa permanente y su carácter tan alegre. Su muerte es síntoma de que hubo una gran vida en él. Y el pasado sábado día 16, cuando se celebró su funeral en la iglesia de San Pablo y San Esteban de Barañáin, la iglesia se llenó de grandes amistades y vecinos. No faltó el sonido del gaitero txistulari ni de una acordeón ni de una buena voz entontando el Ave María de Schubert dedicada a la Virgen de Ujué que tanto romeró. La jota sí faltó, pero se la dedicaron con mucho cariño desde las redes sociales junto a cientos de condolencias. La corona que lució tantos años como rey Melchor en la cabalgata de Barañáin presidió su despedida haciendo honor a una persona que la llevó con sumo orgullo y satisfacción siempre.
Sus acordeones y trikitixas, esas que tantas pasaron por sus manos para ser personalizadas, arregladas o puestas a punto, que llegaban a México, a Italia y a cualquier parte de nuestro país, le seguirán dedicando alegría al cielo cada vez que en algún lugar resuenen. Descansa en paz, Juanjo. Su familia agradece enormemente las muestras de condolencia y cariño. Para siempre en nuestros corazones. Él más grande entre los grandes, nuestro ejemplo a seguir.
La autora es nuera del fallecido y escribe en representación de la familia Antoñanzas Valencia