El jotero viste traje charro

Si no existe la imagen, un híbrido entre la jota y las rancheras, Josu Hernández la acaba de inventar. No hay más que observar la fotografía que ilustra este reportaje, el músico ataviado con sus dos trajes de artista, junto a la presa de la Biurdana a orillas del Arga, en Pamplona, en su barrio, San Jorge. A Josu siempre le gustó la música, cantar, pero sentía que le faltaban aptitudes y eso le dejaba en el pasillo de la discreción, como observando desde la mirilla, soñando despierto con escenarios que se antojaban imposibles. Hasta que, reveses de una vida aún muy corta, recaló en el centro de menores de Ilundáin. Para él fue un revulsivo, “de humanidad, de compañerismo, de valores...” y de situarle en el camino de la música. En él sigue, en las jotas desde el escenario y como profesor en la escuela, sin dejar de lado las rancheras y en puertas del concierto de la que será la puesta de largo de su nuevo disco, el que recoge 20 años de carrera. Josu Hernández no tenía hondas raíces musicales, pero sí semillas que germinaron. Los hermanos de su abuela materna, de Labiano, en el valle de Aranguren, eran joteros, con acordeón y bandurria. “Yo no las recuerdo, no los vi cantar, mi abuela murió cuando yo tenía diez años y ellos habían fallecido antes, pero escuché mucho hablar de ellos, de su música”, recuerda. Josu se crió entre la Milagrosa y San Jorge, pero de un barrio a otro hubo un intervalo de dos años interno en el centro de menores de Ilundáin, entre 1998 y 2000 y uno más como alumno externo. “Tuve una época mala, influyeron muchas cosas, la separación de mis padres, en fin, y que yo no quería escuchar, llegaron las malas compañías y en casa me dieron varias oportunidades, pero no las acepté. Ya me habían advertido, así que acabé interno y, al contrario de lo que mucha gente puede pensar, lo que me encontré fue muy positivo, unos valores y unos monitores muy majos. Al principio lo pasé mal, estás un mes aislado, es duro, pero luego estuve muy contento. Recuerdo a Eugenio Lecumberri, vivían en comunidad, un ambiente muy humano, nos atendía muy bien”, explica que le apuntaron para estudiar acordeón. “Pero yo lo que quería era cantar y era muy seguidor de las jotas, de los hermanos Anoz, de Navarrerías, me aprendía las piezas y las cantaba... Un día mi madre me propuso ir a la escuela de jotas de Elena Leache, en la calle Estafeta, y de su mano debuté, en el festival de Jota Villancico de 1999”, enlaza Josu que luego se embarcó en otra aventura musical con Roberto Urrutia en ‘Corrientes Navarras’. “Cantábamos en sobremesas, bodas, misas... hasta 2006, cuando me fichó Voces Navarras. Fue mi trampolín, hasta 90 actuaciones en verano en el País Vasco, Cantabria, Burgos, Soria, Bayona y Madrid o Barcelona. Eran muy buenos, un grupo puntero y fue punta de lanza”, expresa agradecido. En 2010 se incorporó a Raíces Navarras, con el fin de cubrir la baja de Reyes Aristu. “Y me quedé, recorríamos el entorno de Pamplona”, recuerda que grabó tres discos con ellos, algunos temas en euskera, lo que les llevaba por el norte de Navarra. En 2016 da un giro a su trayectoria y se inicia con las rancheras de manos de Roberto Urrutia y su mariachi. Nunca dejó de cantar jotas, pero las compaginó con los sonidos mexicanos, de los que se reconoce “fanático”. “Compré un traje charro y con él he recorrido escenarios hasta 2021, este año pasado”, suscribe que ahora está con otro grupo, Alegría Ribera, con un espectáculo mixto de jota y ranchera. En 2019 Josu Hernández abrió en su barrio, en San Jorge, la escuela de jotas Manuel Turrillas y, entretanto, su denso periplo en la música cumple veinte años en 2019 y la pandemia detiene cualquier celebración. Se desquitará este 9 de abril en el auditorio de Ansoáin, en un concierto que será también un aplauso póstumo a Roberto Aguilar. Estarán con Josu la escuela de jotas Manuel Turrillas, la comparsa de gigantes y cabezudos de Javier Bozal, y tantos artistas: Jesús Mendoza, María Leoz, María Herrera, Laura Sesma, Alejandro Espinosa, Ángel Luquin, Arantxa Hernández, Javier Marañón, Sarah Muro, Paula Antón, Alberto Gurrea, Charli Jiménez, Chuchín Ibáñez, Itziar Sánchez, Víctor Castillo y Esther Vidondo.

El jotero viste traje charro

Josu Hernández nació en la Milagrosa, se crió en San Jorge, donde vive y donde abrió escuela de jotas. Entre esta música y la mexicana cumple y celebra 20 años en los escenarios

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