Jesús no entendía bien qué le sucedía a su amigo cuando fue abuelo. “Este hombre está algo chalado, parece otra persona”, pensaba él. “Y cuando nació mi nieto me ocurrió exactamente lo mismo”, dice de ese querer que te lleva a la orilla de los sentimientos más puros. Su primer nieto nació en septiembre de 2003 . En medio de aquella felicidad recién estrenada su hijo, su nuera y el pequeño Erik se mudaron a México. Era abril de 2004 y Jesús Sanz Irigoyen, 77 años, combatió la ausencia con lápiz y papel. “Me dio un vuelco todo, me quedaba sin él”. Comenzó a escribir cartas a su nieto, luego las acompañó de un cuento. Así cada día, cada semana, diseñó una terapia que le ayudó a achicar distancias, a mantener el vínculo con el niño que creció a miles de kilómetros. Los textos estuvieron aparcados, en un cajón, nadie los había leído salvo su mujer, María José, cómplice desde los hilvanes de una historia de amor que se ha hecho libro: ‘El conejo chamaquito’ es un cuento infantil y son aquellas cartas y algunos poemas. Con ilustraciones de Elena Urdaci, editado por Papeles del Duende, se presentó a final de diciembre, con Erik y sus 18 años entre el público.
Jesús Sanz nació en el número 1 de la calle Estafeta en 1944. De San Saturnino era su padre, de Oteiza de la Solana su madre. Estudió en Escolapios, cuando a todas partes iban andando. “Un profesor me mandaba escribir una redacción diaria y creo que fue el germen de mi afición”, apunta. Comenzó a trabajar en una fábrica de harinas, donde ahora está el colegio El Molino y se diplomó en Magisterio. Ha dedicado 40 años a la docencia, los primeros 29 en El Redín, después en los Agustinos y en Irabia. Se especializó en Matemáticas y Naturales, pero enseñó a leer a muchos alumnos, algo que subraya porque a él le había costado. “Creo que tenía dislexia, pero entonces solo eras tonto”, reflexiona. Cursó ya con los años un master y un posgrado en psicopedagogía, de modo que en sus últimos años fue profesor de Educación Especial.
Entretanto se casó, en 1970, con María José, tienen tres hijos y tres nietos. En Santa María la Real lleva 52 años, “cuando desde la ventana se veía Mutilva con una iglesia y un depósito de agua, y poco más”. Hace dos décadas crearon la asociación de vecinos en la que se implicó y aún sigue. Nunca entendieron el diseño de Lezkairu, que les arrinconó contra la ladera y les robó cualquier horizonte. “Solo con que hubieran construido primero el parque y luego los edificios hubiera sido suficiente”, vieron necesario defender sus intereses y se toparon con un muro infranqueable. Les ha unido como barrio y eso no se lo quita nadie.
Jesús sabe puñados de arañar espacio a las distancias. Con la familia a tantos kilómetros se detiene en lo bueno. “Hemos viajado mucho a México, de hecho, la última carta la escribí allí, en enero de 2019, íbamos todos los años, hasta que llegó la pandemia”, explica que siempre le gustó escribir, y que tras su jubilación la pluma ha sido compañera de los días tranquilos. Nunca imaginó ver el libro publicado. Ni este ni sus cuentos para adultos de ‘A la vejez viruela’, su anterior obra. En ‘El conejo chamaquito’ todos los nombres son reales y el título es el del primero de los nueve relatos que engloba. El prólogo lo escribe la abuela María José y suscribe que “el tiempo y los otros dos nietos, Iranzu y Iosu, han mitigado el dolor por la marcha del nieto mexicano”.
Agradece Jesús Sanz las ilustraciones de Elena Urdaci y el apoyo de familia, amigos y de su editora y vecina Marga. “Si no fuera por ella, qué va, no sería posible”, agradece.
Lo mejor fue reunir a toda la familia en la presentación, a pesar de la pandemia y sus variantes. Y que Erik ya ha leído esas cartas. El año próximo estudiará una ingeniería en Alemania, esos son sus planes. Pero el abuelo se apoya en la tecnología. “Ahora hay muchas formas de comunicación, el teléfono, el ordenador...”, razona con ese rostro de buena gente, abrigo de paño azul y una barba añeja, como ataviado para ser el personaje amable de cualquier serie . “Sí, se puede ser abuelo en la distancia”, convence.
Él comparte que la literatura, sea pedagógica o entretenimiento, hace falta que llegue al niño y le incite a leer. Eso ya es mucho. Eso, y educarlos para que vuelen solos. “Escribo desde el corazón, pero no es sentimentalismo, son sentimientos y a veces son duros y hay palabras que infunden, que entretienen y otras que agreden”, diferencia.
DNI
Nombre: Jesús Sanz Irigoyen.
Edad y familia: Pamplona, 15 de octubre de 1944. Casado, padre de tres hijos, abuelo de tres nietos.
Formación: Maestro, profesor de Matemáticas, master en Educación Especial con diploma de posgrado en Intervención Psicopedagógica en NEE.