Los números de una bolsa de basura

Recoger, tratar o, en su caso verter un tonelada de basura en Pamplona y la Comarca cuesta 250 euros, 0,25 euros el kilo. Son los datos de la Mancomunidad, que atiende este servicio para el 57% de los habitantes de Navarra, ahora mismo 375.000 personas. En 2020, el último año con datos cerrados, se recogieron cerca de 150.000 toneladas de residuos domésticos en el ámbito urbano y rural de Pamplona y la Comarca. Supone casi 400 kilos por habitante y año, cantidad que engloba también los residuos generados en comercios, hostelería... Un poco más abajo de las cifras macro, la estadística afina y apunta que se recoge 1,1 kilo por habitante y día. Son montañas de desechos que la Mancomunidad debe gestionar porque en sus manos lo dejan los 52 ayuntamientos que comparten a día de hoy el servicio. Y Carmen Lainez, responsable de Residuos en la entidad, recuerda que, en cuanto la basura sale de casa ya es propiedad del ayuntamiento y en este caso de la Mancomunidad, “para lo bueno y para lo malo”. Recoger y tratar esas montañas de residuos supone un gasto anual de 37 millones de euros para la Mancomunidad. El 66% de esa cantidad se invierte en la recogida, y un 34% en el tratamiento. Y Alfonso Amorena, gerente de la Mancomunidad, es diáfano al explicar dos porcentajes descompensados: “Porque tratamos poco”. “Actualmente recuperamos el 40% de los residuos, vidrio, papel y cartón, envases y biorresiduos”, apunta y subraya que, de este 40%, no todo vale, de manera que tras el proceso de selección se desecha un 35%. En definitiva, las cuentas parecen sencillas y son testarudas: aclaran que se trata un 24% del total de residuos recogidos, mientras que el 76% restante, va directo al vertedero, se entierra en las instalaciones de Góngora, en el valle de Aranguren. UN QUEBRADERO DE CABEZA Los residuos son desde hace varios años un quebradero de cabeza para la Mancomunidad, en especial desde que en 2007 los tribunales tumbaran el proyecto para tratar los residuos mediante un proyecto de biometanización en la Cendea de Olza. Alfonso Amorena, gerente ahora de la entidad, sostiene que la sentencia no fue tanto por el sistema de tratamiento que era similar al que prevén en la nueva planta de Imárcoain, como por la localización. Pero subraya que les costó recuperarse de aquel varapalo, volver a tomar aire y diseñar otras alternativas. “Un proyecto de esta magnitud son diez años de trámites”, resume y, entre tanto, la legislación avanza más deprisa que el correoso engranaje de las administraciones , tanto que las entidades navarras incumplen no ya la legislación europea, que también, sino la navarra, la Ley Integral de Residuos. “Lo más barato es no tratar, pero es ilegal”, describe Carmen Lainez. De hecho, ahora pagan un canon de 20 euros por tonelada vertida, por efecto de la ley foral. “Y hay en borrador una ley nacional que plantea 40 euros por tonelada”, avanza. En la Mancomunidad precisan que “lo que pagamos en la tasa de residuos no cubre todo el coste”. La entidad tiene otros ingresos de los que se nutre, sobre todo la venta de los residuos reciclados, los envases, y en mayor medida, el papel, que ahora ha recuperado precio. Y constatan que “separando más y bien aumentarían estos ingresos y se reduciría por tanto la tasa de residuos, algo que redundaría en la tasa final que abona el ciudadano”. Por el contrario, lo que se deposita mal acaba en el vertedero, con lo que supone de afecciones medioambientales por lixiviados... Se tratan, pero también supone un coste “que pagamos a escote”, apuntan de manera gráfica. Otra cuestión sería el pago por generación, del que se habla cada vez más y que se aplica en algunos países, por ejemplo en regiones de Italia. Para hacerlo se antoja necesario el control de depósitos de cada hogar, algo que en la Mancomunidad, aseguran, no llevan a cabo. El hecho de que los nuevos contenedores de apertura con tarjeta estén asociados a domicilios, es para mejorar los canales de información y tratar de incrementar los porcentajes de reciclaje de materia orgánica.

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