Suena 'Hoy puede ser un gran día' de
Joan Manuel Serrat en el mercado municipal de
Santo Domingo, en
Pamplona. Al entrar a primera hora, huele a pan, embutido y a frutos secos. En la planta superior,
Yolanda y Edurne Gorriti trocean cuñas de quesos de cabra locales en su expositor mientras
Maite Goroskieta prepara pan en el suyo. En el nivel inferior de este zoco,
Maite Zabalza limpia alubia verde de su huerta familiar,
Norma Villamil vende su primera docena de huevos, Gerardo Fernández despieza chuletas...
En el otro extremo de la ciudad, en el mercado de
Ermitagaña, también por la mañana, no se escucha música pero sí se siente un intenso perfume a flores. “Son lirios”, desvela la florista, informando de que los puestos quedan en la planta superior. Una vez arriba se escucha reír a
Eliane Medina y a
Olga Calvo. Risas terapéuticas que alivian horas de limpieza a mano de kilos de borraja. En el siguiente mostrador, a la derecha,
Alfonso Asín trocea pechugas de pollo y al final del corredor
Araceli Gurbindo limpia una merluza y unos gallos.
¿Por qué suben los precios de los alimentos? La pregunta la realizaban ayer once pensionistas de Pamplona en un reportaje publicado en este diario. “Nos estamos quedando sin ahorros”, denunciaban. Esta es la cuestión que se traslada a comerciantes de estos dos mercados municipales.
“El calor y las tormentas lo han reventado todo”
“El melón y la sandía se han recuperado tras la tormenta de granizo en Murcia que arruinó la primera temporada”, dicen con alivio Eliane Medina y Diego Vázquez “Los costes de la luz y el combustible nos han obligado a todos a ajustar precios, pero ha sido el clima lo que ha reventado todo. Si es que no hay producción por culpa del calor y las tormentas. Una lechuga, por ejemplo, necesita 71 días para crecer y se han quemado. Aun y todo, hemos tratado de mantener su valor. Tenemos que entender que el ahorro es comprar calidad. No tirar”.
“En un queso hay más litros de leche de lo que parece”
“Detrás de los precios hay una cadena de gastos a la que se suma un eslabón importante: la sequía y la falta de pastos”. Así lo ilustran Edurne y Yolanda Gorriti. “Hay que tener en cuenta que en un queso hay más litros de leche de lo que parece, además de muchos costes por culpa del aumento del cereal, la luz, el gasoil...” Por eso, conscientes de este momento, “todos estamos ajustando lo que podemos, incluidos los queseros”. A pesar del incremento de precios, entre el 5 y el 10%, no han notado una bajada del consumo. Pero reconocen que será difícil recuperar precios pasados teniendo en cuenta que el IVA volverá pronto a los productos.
“Aunque normalicen los costes no creo que bajen los precios”
Se calcula que una persona consume tres huevos a la semana. Sin embargo, siendo un producto de primera necesidad, el precio de la docena se ha disparado en un año. Hasta un euro. ¿Por qué? Los productores han tenido que pagar una media de 200 euros más por cada tonelada de pienso. Para las granjas el gasto en la alimentación es el coste más importante, pero hay que añadir la energía, el gasóleo y los envases. “Llevo 13 años en este mercado y nunca había vivido algo así. Hasta las aceitunas están imposibles. Y dicen que en 2024 no habrá por la sequía”, lamenta Norma Villamil. “Aunque normalicen los costes no creo que bajen los precios”.
“Mejor unas buenas sardinas que una mala merluza”
“Los temporales en alta mar son los que realmente afectan en una pescadería. Esta última semana, por ejemplo, ha subido todo”, aclara Araceli Gurbindo. “Pero también ha aumentado todo por la inflación”. En noviembre cumplirá 40 años como pescatera y admite que ha vivido todo tipo de crisis. “Antes de la pandemia había más regularidad en los precios, pero ahora creo que esta situación ha venido para quedarse. El chicharro antes era muy barato y ahora carísimo. Hay mucha oscilación dependiendo de lo que capturen. ¿Un consejo? Compren calidad. Más vale adquirir unas sardinas buenas que una merluza mala”.
“Quedan muy pocas huertas, se está perdiendo el oficio”
“Nunca había vivido una época igual como agricultura y dependienta. Que vengan al mercado tan pocos productos de casa... Estamos sacando menos de la mitad de cosecha. Ahora mismo apenas hay alubia verde local por la sequía y la que hemos salvado se vende al doble. Entre el calor y las tormentas, las flores se terminan cayendo”, explica Maite Zabalza, referente del sector. “Y a la inflación suma que cada vez somos menos hortelanos y quedan menos huertas. En Pamplona, por ejemplo, no creo que seamos más de tres. La tierra da mucho trabajo y nadie la quiere trabajar. Se está perdiendo el oficio y esto influye mucho en la subida de los precios”.
“Cuando digo al cliente que no he subido el pan se sorprende”
“El pan subió y luego ha bajado hasta mantenerse gracias entre otras cosas al IVA reducido”. Las palabras de Maite Goroskieta, con 23 años de oficio, sorprenden. Sonríe porque a ella también parece que le cuesta creer sus palabras. “Decían que el trigo iba a subir por la guerra de Ucrania y, aunque parezca contradictorio, no ha subido. Al menos no creo que nos haya afectado demasiado de momento”. En cualquier caso, en términos generales, reconoce que ve al cliente a la “defensiva”, dice. “Te pregunta siempre por los precios. Y cuando les digo que el pan sigue igual y que ha bajado unos céntimos, se sorprenden”.
“En 49 años de profesión no había vivido una situación así”
Alfonso Asín empezó a trabajar con 14 años y a sus 63 teme jubilarse porque es consciente de los gastos y de la pensión que le queda. “En 49 años cotizados nunca he visto una situación de este calibre”, lamenta. “Y subirá todo aún más. Tiene toda la pinta. Si no es por una cosa es por la otra... No me extraña que a los jubilados se les acaben los ahorros. El Gobierno debe intervenir y controlar precios desde el origen”. En su carnicería del mercado han sido el pollo y el cordero los productos más encarecidos. “A las granjas les han subido todo y nos repercute”. A petición de un cliente, Alfonso calcula el precio de dos pechugas de pollo. “Pesan 660 gramos y cuestan 6,59 euros”.
“Falta ganado vacuno y han subido los piensos y el gasoil”
“Han subido sobre todo los filetes de ternera, dos euros el kilo en un año”, esboza Gerardo Fernández. “Estamos sufriendo un aumento generalizado de los precios, así que el cliente ha optado por consumir más el lomo de cerdo”. Una tormenta perfecta originada principalmente por la falta de ganado vacuno y el incremento de costes de piensos y gasoil. “Hay una cadena detrás de la inflación. No había vivido una situación igual en más de 40 años. Antes cundía más el dinero. Ahora somos más pobres y notas al cliente más prudente al acercarse al puesto. Hay quien viene todos los días y quien decide comprar lo del mes en una vez y elimina gastos”.