La corellana que perdió el miedo a viajar

Desde 2014, salvo por un paréntesis de seis meses en su Corella natal, María Eugenia Jiménez San Sebastián vive en el extranjero. “¿Te puedes creer que cuando vine a estudiar a grado superior de Transporte y Logística a Pamplona, en Cuatro Vientos, me dio casi hasta miedo?”. Pues cuesta creerlo tras conocer que esta joven de 31 años ha trabajado y residido en Irlanda, Polonia, Estados Unidos y, de momento, en Alemania desde de noviembre de 2021. Este “éxodo” comienza con unas prácticas de tres meses en Dublín (Irlanda). “Fueron tres meses que casi podría decir de vacaciones. Íbamos gente del mismo instituto así que me sentí muy arropada”. Y ahí no sólo anuló el vértigo a salir del cascarón, sino que le picó el gusanillo por conocer mundo. Así que a la vuelta a Pamplona, cuando le propusieron regresar a Irlanda para más prácticas en una empresa de transportes, no se lo pensó. “Estaba en aduanas y al acabar, me cogieron para dos mes. Y mi tutor me dijo que otra empresa buscaba gente. Ahí ya mi vértigo no fue el pensar que me quedaba a vivir en Dublín, sino el cambiarme de puesto de trabajo”. Y acertó, lo que le permitió quedarse en Irlanda dos años y medio en un piso compartido con seis personas. “Siempre he tenido suerte con los compañeros. Sigo conservando amistades de entonces, de quedar y todo”, comenta. Pero sus ganas por conocer mundo le hizo salir de su zona de confort para aventurarse al norte de Europa, Polonia. “Acabé en una empresa de soporte técnico en Varsovia. Al principio fue bastante duro por lo cerrado de la gente y el frío. Pero como es una ciudad universitaria, al final encuentras gente que, como tú, tiene ganas de buscar conversación y arroparse un poco”. Fueron ocho meses a los que decidió dar carpetazo volviendo a Corella. “Así que me puse a trabajar en el restaurante familiar. Estaba acostumbrada porque desde los 16 años echaba una mano algunos fin de semana y en vacaciones. Estuve seis meses hasta que le dije a mi padre que era el momento de partir, que me apetecía además cruzar el charco porque si no lo hacía entones no lo haría nunca”. La firma Truck and Wheel de Pamplona se lo puso en bandeja. Necesitan personal para expandirse en Estados Unidos. “Y aterricé en enero de 2018 Tuscaloosa (Alabama), en logística. Lo cogí con muchas ganas, era un reto ver crecer la empresa aunque también hubo momentos de estrés. Aquí ya me instalo sola pero no tengo problema para encontrar gente. La de Recursos Humanos era española como el gerente de planta”. Y corrobora que la canción ‘Sweet Home Alabama’, en cuya letra dice que el cielo siempre está azul, es cierta. “Tienen una temperatura magnífica, con un verano muy largo que casi va de marzo a octubre”. Además de sacudirse el frío polaco también encontró otro tipo de carácter. “El americano es bastante abierto y amable. Aunque sí me sorprendió su forma de trabajar. Como no cobran paro, les da igual dejar un empleo si les sale otra oferta y lo hacen sin avisarte. Eso nos desequilibraba un poco”. Eso y su poca cultura general. “Me llegó a preguntar un chico si iba a España en coche”. La empresa ve la posibilidad de instalarse también en Alemania. Así que tras cuatro años en Estados Unidos, regresó a Europa para empujar desde logística a poner en pie la firma en suelo germano. “Vine con miedo, la verdad, porque una española casada con un alemán me dijo que eran muy cerrados”. Y se temía que instalada en un pueblo de 6.740 habitantes de la zona de Baviera, Wallersdorf, aún fuera peor. “Pero no, al menos te saludan y hasta sonríen al hacerlo. Así que lo más difícil me está resultando es comunicarme con los trabajadores (ríe). Es que tenemos de todas las nacionalidades y muchos no hablan inglés así que nos valemos de gestos. A veces asienten, piensas que lo has conseguido, pero, no”. Si hacemos balance de todos estos años dice que en Irlanda no echó de menos nada. “Era joven y salía a todas horas, bueno, sí te acuerdas de la familia, claro” (risas); en Polonia, en cambio, todo. “Pero sobre todo el sol y la alegría de la gente”. Y en Estados Unidos la familia. “Con el cambio horario no puedes hablar todo lo que quisieras y se pierde comunicación”. ¿Y en Alemania? “Lo que en el resto de países. El pescado, no he encontrado ninguno que sepa tan bueno como en casa”.

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