Un aleteo de ingravidez, un programa de buceo para personas con discapacidad en el que colabora la UPNA

El primer intento falla. En posición horizontal, José Antonio Aldaya no consigue respirar bien bajo la máscara, así que hay que parar unos minutos y dejar que se reponga. Acompañado de dos instructores en el interior de la piscina, se esfuerza en vencer la tensión para sobreponerse. Poco a poco, lo logra y vuelve a sumergirse, esta vez erguido. Ya no volverá a salir de la piscina en un buen rato, después de haber recorrido más de medio largo y “mucho más relajado”. El esfuerzo al que ha sometido al cuerpo equivale a haber subido “varios pisos de escaleras”. Aldaya, de 58 años, tiene ELA. Le diagnosticaron hace dos. Se desplaza en silla de ruedas y en el agua recupera “la sensación de libertad”, a la vez que la de “controlar un poco el cuerpo”. Lo mismo le ocurre a Arantxa Díaz Zazpe, de 31, que no conoce la vida sin la silla de ruedas, porque nació con espina bífida. Ambos participaron ayer en la piscina de El Sario en una actividad de buceo adaptado impulsada por la Federación Navarra de Actividades Subacuáticas y la UPNA, que se incluye dentro del programa de ocio de Cocemfe. Díaz comenzó a bucear “antes de la pandemia”, animada por esta federación de asociaciones de personas con discapacidad. “Y muy bien, con nervios, sobre todo el primer día, pero súper feliz. Vengo una o dos veces al mes. Me aporta seguridad en mí y otras experiencias”, explica. De momento, sólo ha probado a hacerlo en piscina. “Me gustaría intentarlo en el mar, ver peces”, sueña. Para Aldaya, la de este sábado era su segunda inmersión. “Recuerdo que la otra vez me sorprendió, porque noté mucha mejoría de movimientos esa tarde. No sé si es algo físico o mental, porque esto también te anima. Yo estaba un poco hundido y el haberme atrevido a hacer esto me ha dado un empujón”, confiesa. “Por eso me he lanzado a venir otra vez sin pensármelo, y todas las que me digan”, anticipa. 200 PERSONAS AL AÑO La Federación Navarra de Actividades Subacuáticas lleva desde 2012 realizando un programa de buceo adaptado a personas con discapacidad de la mano de distintas organizaciones. El año pasado, como muestra, impulsaron más de 60 acciones en las que participaron unas 200 personas. “No sería posible sin el apoyo económico del Gobierno de Navarra, creo que es de justicia reconocer su apuesta por la discapacidad”, apunta el presidente de la federación, Miguel Carabantes, que ejerció ayer de maestro de ceremonias, apoyado por los instructores Óscar Frechilla y Óscar Martínez. “Es un actividad muy gratificante, para ellos y para nosotros. Son unos valientes, a ellos esto les supone un esfuerzo bestial. Pero si consiguen superar esos nervios de la primera vez, les aporta mucha relajación”, describe Carabantes. En ocasiones, los que peor lo pasan son los familiares que los acompañan. “Piensan que para bucear hay que ser un atleta, y nada de eso. Nosotros lo adaptamos a las características de cualquier persona y lo que buscamos es ir abriendo el abanico de posibilidades”, remarca el presidente de la federación. Para eso, también se juega con la versatilidad que ofrece el material. Por ejemplo, con Aldaya utilizan una máscara facial con presión positiva, es decir, que emita un flujo continuo de aire para facilitarle la respiración. También lo conectan a dos botellas grandes, para que el oxígeno no se le agote en unos pocos minutos. Por otro lado, Carabantes ya barrunta la idea de, para la próxima sesión, colocarle unos lastres en los tobillos que le sirvan para manterse en posición vertical. DESDE 2017, CON LA UPNA En 2017, lo que era una actividad lúdica y deportiva dio un salto más. La Universidad Pública de Navarra se involucró y, de la mano de los departamentos de Ciencias de la Salud e Ingeniería, comenzaron a desarrollar una terapia subacuática. “Primero diseñamos ejercicios lúdicos para que las personas que hacen buceo adaptado pudieran tener más aliciente que, simplemente, hacer uno y otro largo”, desarrolla Ana Insausti, profesora de Anatomía y especialista en el sistema nervioso. “Desde ahí hemos ido avanzando y estamos diseñando una terapia subacuática para que estos ejercicios puedan servir como medio de rehabilitación”. Es un trabajo “multidisciplinar”, en el que se combinan disciplinas como la medicina, la fisioterapia o la ingeniería con la propia técnica del buceo. Se trata de “aprovechar las fantásticas cualidades que ofrece el agua”, siempre adaptadas a cada las características de cada persona. “Es algo pionero a nivel mundial”, alaba Carabantes. EL DERECHO AL OCIO Desde Cocemfe recuerdan que el ocio no es un lujo, sino “un derecho”, y que las barreras “están en la sociedad que construimos”. María Baile Salvatierra, responsable del programa de ocio inclusivo de la entidad, enfatiza que actividades como esta ayudan a “que las personas con discapacidad puedan fomentar su autonomía y a tener sentimiento de pertenencia a la sociedad”. Cocemfe y la Federación de Actividades Subacuáticas llevan un par de veranos organizando una salida a Getaria, en la que se realizan bautizos de buceo en el mar. “Se genera auténtica magia, es un día maravilloso para todos”, sostiene Baile. El mes que viene, además, harán una limpieza de fondos en el embalse de Nagore.

Un aleteo de ingravidez, un programa de buceo para personas con discapacidad en el que colabora la UPNA

La Federación Navarra de Actividades Subacuáticas adapta el buceo a personas con discapacidad como los usuarios de Cocemfe. La UPNA, que colabora desde 2017 en el programa, quiere transformarlas en sesiones rehabilitadoras con el desarrollo de una terapia que mire más allá de lo lúdico

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