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Educación y terrorismo

Escolares navarros estudian 30 años después historias de víctimas de ETA

Alfredo Aguirre tenía 14 años cuando fue asesinado en la puerta de su casa al volver del colegio. En las mismas aulas, los escolares estudian treinta años después historias de víctimas de ETA. Les habló el exconcejal de Baztarre Joseba Eceolaza

Ampliar El exconcejal y exparlamentario de Batzarre Joseba Eceolaza habló a los alumnos de 2º de Bachillerato de Jesuitas sobre los ‘años de plomo’ del terrorismo de ETA
El exconcejal y exparlamentario de Batzarre Joseba Eceolaza habló a los alumnos de 2º de Bachillerato de Jesuitas sobre los ‘años de plomo’ del terrorismo de ETAAritz Sola
  • Sonsoles Echavarren
Publicado el 06/03/2023 a las 06:00
No se escuchaba una mosca en el aula. Y eso que más de sesenta alumnos de 2º de Bachillerato (17-18 años), con las hormonas alteradas propias de su edad, se habían reunido para escuchar a un ponente. Podía pensarse que se relajarían porque perdían una hora de clase de Historia. Pero no. La emoción podía cortarse con un cuchillo y sus caras no perdían el foco de atención: el exconcejal y exparlamentario de Batzarre Joseba Eceolaza les cautivaba con su discurso. En el que relataba los años en los siendo él un veinteañero y en los que ETA aún mataba con coches bombas y tiros en la nuca ocupó estos cargos políticos. Autor de ‘ETA: la memoria de los detalles’ (Ediciones Papeles del duende, 2022), Eceolaza (Pamplona, 1979) contó a los bachilleres historias de las víctimas de ETA. “Quiero que jamás justifiquéis que nadie tenga que ser agredido”, instó a los escolares. 
Su intervención se engloba dentro de un proyecto relacionado con el terrorismo en España, impulsado por el profesor de la asignatura en el colegio San Ignacio (Jeuistas) Carlos Rivera. “Queremos que conozcan la verdad a través de un relato y que empaticen con las víctimas de todo tipo de terrorismo”, insistió el docente. Eceolaza inauguró los pasado martes y el miércoles el ciclo de conferencias que se ofrecerán en el colegio y en las que también intervendrán Eneko Etxeberria (hermano de ‘Naparra’, asesinado por formar parte de los Comandos Autónomos Anticapitalistas), Tomás Caballero (hijo del concejal de UPN del mismo nombre asesinado por ETA en Pamplona), Ana Iríbar (viuda de Gregorio Ordóñez, asesinado por ETA cuando era teniente alcalde de San Sebastián por el PP) y catedráticos de Historia Contemporánea de la UPV. Tras una intervención de Eceolaza, los alumnos tomaron la palabra y le hicieron preguntas que hicieron ‘sudar’ al ponente.
¿Qué buscaba con el libro? ¿Cerrar heridas o concienciar?
Eceolaza insistió en que con las víctimas de ETA no se puede cometer el mismo error que con las republicanas tras la Guerra Civil. “Debemos evitar las cegueras cruzadas. No se puede dar la sensación de que recordar a las víctimas de ETA es de derechas y hacerlo con las republicanas, de izquierdas”. Además, subrayó, con este título persigue también “un objetivo personal”. “Yo no estuve a la altura. Me faltó el acercamiento personal a las víctimas. El libro quiere llenar esos ‘debes’”.
¿Qué detonante le llevó a escribir el libro?
El activista de la memoria recordó que él pertenece a la generación de Miguel Ángel Blanco (concejal del PP en Ermua, Guipúzcoa secuestrado y asesinado por ETA en julio de 1997) y que, además de la reflexión personal, se sumaron tres hechos que le empujaron a escribir estas páginas: el propio asesinato de Blanco, la imagen de un concejal de UPN de Zizur empujando a su nieto en un columpio acompañado por su escolta y los artículos que comenzó a escribir en Diario de Navarra en 2016 sobre estas cuestiones. “El libro ha sido una forma de poner en orden mis reflexiones”.
¿Cómo ha recibido su entorno la publicación? ¿Le hablan?
“Quien me había dejado de hablar ya lo había hecho antes. Es un precio razonable que estoy dispuesto a pagar por la dignidad”. “¿Volvería a hacerlo?”, insistió ese alumno. “Por supuesto. De lo único que me arrepiento es de no haberlo hecho antes”. Lo heroico, insistió el ponente, fue resistir ante la violencia. “Es verdad que había gente que me gritaba y amenazaba pero yo necesitaba hablar de estas realidades, de ‘nuestro pasado sucio’. Las páginas del libro, recalcó, han animado a muchas víctimas que siempre habían estado en silenciadas a hablar. “Un efecto contagio”. El 20 de abril de 2008, subrayó, personas afines a la izquierda abertzale le agredieron en el bar Katos de la Cuesta de Labrit.
Si volviera a su época de concejal, ¿cambiaría sus actos?
“Me acercaría más y mejor a las víctimas del terrorismo. Antes, durante y después de las amenazas. Me hubiera gustado hacerlo”. Eceolaza lamenta que él salía de los plenos tranquilamente después de pronunciar un discurso político, mientras que los concejales de UPN y PSN “estaban aterrorizados” y miraban debajo de sus coches. “Me hubiera gustado acercarme a Gesto por la Paz”. En Zarautz, recordó, la entidad agrupaba a catorce personas, de las que siete fueron agredidas.
¿Qué diría a ‘su yo’ del pasado?
Eceolaza aplaudió la pregunta que le pareció “buenísima”. “Analizaría las causas de la violencia, los matices y los ‘peros’. No podemos basarnos en la conocida como ‘teoría del empate’”, opinó. A saber: justificar la violencia de ETA por la situación anterior (dictadura de Franco, víctimas republicanas, terrorismo del GAL...) “No sirve de coartada ética pensar: ‘Sí, es verdad, yo he pegado pero el otro ha pegado más’. “Las víctimas de ETA en los años de ‘mi yo del pasado’ no formaban parte de nuestro mundo sentimental, como sí lo hacían las víctimas republicanas”.
¿Cree que en la sociedad vasca actual se puede generar otra organización similar a ETA?
Eceolaza recordó la situación de Irlanda, donde se fundó una escisión del IRA que siguió matando. “Esa es la gran preocupación de la sociedad vasca: que no vuelva a repetirse el terrorismo. Pero lo que no debería ser recurrente son las ideas que hicieron posibles tantas muertes”. El ponente insistió a los alumnos en recuperar la moral pública. “No está bien agredir. A nadie. Es importante que lo sepáis a vuestra edad. Lo mismo ocurre con el bullying”.
¿Cómo ha sido el proceso de acercamiento a las víctimas?
“Llamándolas y escuchándolas”. Como ocurrió, por ejemplo y según recuerda, con Mari Paz Artolazábal, viuda del periodista José Luis López de Lacalle, asesinado en 2000. “Ella me contó que antes del atentado, un sábado por la tarde estaban ella, su marido y sus hijos en casa viendo la televisión, cuando les lanzaron cócteles molotov y se produjo un incendio en la vivienda. ¿Os imagináis lo terrible que es? ¿Solo porque su marido fuera periodista?” A José Luis López de Lacalle, socialista y columnista del diario El Mundo, lo asesinaron en Andoáin el 7 de mayo. Y al día siguiente, personas del entorno abertzale pintaron en una pared cercana a su domicilio: ‘Lacalle, jódete’. “¿Qué por qué he escogido esta foto para la portada? Porque reúne todas las condiciones por las que me he sentido interpelado”. Lacalle, recordó, fue militante comunista y estuvo en la cárcel durante la dictadura de Franco “y después sufrió la dictadura de ETA”. “La pintada engloba la mayor de las crueldades: la celebración de la muerte. Me impactó mucho”.
¿Qué debe la sociedad actual a las víctimas del terrorismo?
Eceolaza insistió en que durante el periodo de transición a la democracia, se creyó que lo mejor era el silencio y olvidar a las víctimas republicanas de la Guerra Civil. “Pero no volvamos a cometer el mismo error”. Los expertos, recordó, explican que un trauma como la violencia se tarda en superar tres o cuatro generaciones. “El recuerdo no solo tienen que ver con la memoria sino con tener una mirada moral”.
¿Las víctimas de ETA siguen teniendo miedo?
“Sí, sobre todo la gente mayor. Algo muy habitual”. Y se refirió a los vecinos de la Ribera cuyos familiares fueron asesinados durante la Guerra Civil en el bando republicano. “Muchas personas no se han atrevido a hablar. Porque recordar no es otra cosa que traer al muerto a la vida”. Entre las víctimas, a raíz de sus entrevistas, ha percibido “las ganas de hablar”. “Construyamos un ambiente cómodo para conversar sobre lo que ocurrió. Ocurre como en la vida personal. Hay que hablar aunque resulte antipático. Siempre será mejor”.
La intervención concluyó con una fuerte ovación y el ponente aprovechó para aplaudir la iniciativa del centro para que los adolescentes conozcan el pasado más reciente que ellos no han vivido pero sí sus padres y abuelos. El Gobierno de Navarra impulsó recientemente un estudio en el que concluyó que la mayoría de los jóvenes navarros no sabían quién era Miguel Ángel Blanco. “Pero es normal. No hay que frustrarse”. En 2020, agregó, el Gobierno alemán practicó un ejercicio parecido y descubrió que la mitad de los adolescentes desconocía qué era Auschwitz. “Que como todos sabéis, fue un campo de concentración donde se enviaba a los judíos durante la Segunda Guerra Mundial”.
Eceolaza animó a los bachilleres a ver la serie de televisión ‘Patria’, homónima de la novela de Fernando Aramburu, el trabajo periodístico ‘Relatos de plomo’ (coordinado por el periodista Javier Marrodán) o el documental de los doce afiliados a Comisiones Obreras asesinados por ETA entre 1978 y 2001. “Os empujo a que os acerquéis a las vidas de las víctimas y conozcáis los detalles de su sufrimiento. Porque tienen nombre, apellidos, viudas, hijos y nietos”.
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