"Lamentamos la soledad de los mayores, pero no hacemos nada"

"Ser voluntario es ir a ayudar con tu voluntad pero nunca hacer tu voluntad. Es acompañar con lo que esa persona necesite: unas veces es hablar, otras jugar a cartas y otras, simplemente, escuchar y agarrar de la mano”. La reflexión corresponde a Esperanza Villacastín Eraul, una tudelana que, cuando menos, es una mujer singular. Universitaria -cursa asignaturas de tercero de Derecho en la UNED- el tiempo libre que le dejan los libros lo dedica a su otra gran pasión: ser voluntaria tres días a la semana en lugares como la Casa de la Misericordia de Tudela, en San Juan de Dios y en Cruz Roja. Lo más admirable de todo es que semejante derroche de vitalidad y solidaridad lo hace cuando apenas le faltan un puñado de días para celebrar su 78 cumpleaños. “Muchas veces, después de hacer una labor de voluntariado, me voy a mi casa dando gracias a Dios por todo lo que tengo. Incluso, me enfado conmigo misma por quejarme a veces por pequeñas cosas que me ocurren”, cuenta esta voluntaria. Como bien la bautizaron su padres, Esperanza es feliz ayudando al prójimo. “Nos quejamos mucho y lamentamos la soledad de los mayores, pero luego no hacemos nada o hacemos poco”. Explica que el ejemplo de su madre hizo que, desde muy joven, tuviera arraigado el sentido del voluntariado. “Decía que la puerta de casa debía estar abierta a quien lo necesitase”. Soltera, Esperanza Villacastín recuerda que, como en aquella época no pudo estudiar Derecho, se fue de ‘au-pair’ dos años a Francia, otros dos a Londres y dos a Alemania. Ya en el país germano comenzó a colaborar en labores sociales. “Creo que llevo toda la vida de voluntaria. Nos falta empatía. ¡ Y somos todos tan vulnerables!”, asegura esta auxiliar de clínica, que se jubiló a los 67 años en el servicio de atención a domicilio del Ayuntamiento de Tudela. Para Esperanza, pasar por la vida sin ayudar a los demás es un “tiempo vacío”. “Es tan precioso cuando conectas con alguien, le haces sentirse valorado, porque cuando envejecemos parece que no servimos para nada. Y no es así. Nuestros mayores son tesoros”. 13.000 HORAS AL AÑO DE ACOMPAÑAMIENTO La labor de Esperanza y de otros seis voluntarios fue este jueves reconocida en un acto de la Fundación Profesionales Solidarios, celebrado en Pamplona. Tras dos años de pandemia, en este momento, esta asociación cuenta con 160 voluntarios que acompañan a más de 500 personas mayores. Su labor equivale a unas 13.000 horas de voluntariado, de acompañamiento, al año. Los 160 voluntarios acuden a diferentes residencias en Pamplona, Burlada, Mutilva, Cizur, Tafalla y Tudela. En total, 12 residencias y domicilios en colaboración con los Servicios Sociales de los ayuntamientos y centros de salud. Marta Videgain Arellano (Bilbao, 21 de noviembre de 1968) reside desde hace varias décadas en el barrio pamplonés de Iturrama. Casada y con tres hijos, esta gestora de formación comenzó como voluntaria de personas mayores en 2016. “En Amavir Oblatas pidieron que alguien diera un taller de manualidades a un grupo de siete residentes. Y allí fui, una hora y media los jueves”, comenta. Recuerda con mucha tristeza los momentos de la pandemia, que cerraron las residencias a los voluntarios. “Ahora he empezado en Bidealde con un grupo de cinco personas y buscamos un ambiente distendido, compartir anécdotas y ver que todos valemos”. Para explicar qué le gusta de ser voluntaria cuenta una anécdota: “Llevaba mes y medio en Oblatas y, un día, la responsable me cuenta que un familiar había preguntado si se había comenzado alguna actividad nueva con su madre porque en las dos últimas semanas los lunes le dolía la pierna, los martes, estaba cansada, los miércoles no quería madrugar, pero los jueves le hablaba de colores, pinturas, flores, y le enseñaba cosas que había hecho. La emoción que sientes solo la entiendes si lo has vivido”. Marta tiene claro que “ellos te dan mucho más de lo que pones”, por lo que el premio es, como dice, para Pury, Mary, Juan Mary, Míguela, Angelines, Margarita, Maitane, Azucena “ y para todas esas personas que en los centros nos apoyan y nos cuidan”. “CREEN QUE LES AYUDO, PERO SOY YO EL QUE ME ENRIQUEZCO CON ELLOS" Voluntario en la Casa de la Misericordia de la capital navarra, Carlos Jauquicoa Maisterra (Pamplona, 1946), está casado con Teresa Martinena y es padre de 7 hijos. Tras jubilarse como técnico ortoprotésico empezó como voluntario (dos horas a la semana) guiado por la psicóloga del centro. “Son varias las personas a las que he acompañado a lo largo de estos años. Las tengo presente a todas ellas a menudo y tengo un gran recuerdo”, apunta. Este vecino de Abejeras, subraya que es cierto que el voluntario “recibe más” de lo que da. “El adaptarse a personas de distinta procedencia, de distinta cultura, de distinto carácter, cada uno con su propia personalidad... Ellos creen que les ayudo, y puede, pero en realidad soy yo el que me enriquezco como persona con ellos”, cuenta Carlos, para quien el premio es “inmerecido”, aunque confía en que sirva para que otras personas “se animen” a combatir la soledad de otros. La fundadora y presidenta de la Fundación Profesionales Solidarios, Nuria Mata Compta, cedió este jueves su cargo al que ha sido vicepresidente desde hace 8 años, Lorenzo Dionis Raurell. Tras 18 años al frente de esta asociación, sin ánimo de lucro y creada en 2004, Mata dio relevo a este barcelonés de 65 años que reside en Navarra desde hace 32. Casado con Anna Vilardaga Meseguer, es padre de 4 hijos (Lorenzo, María, Lluis y Jordi). Licenciado en Derecho y máster por IESE es director regional de la firma de catering Aramark. “Necesitamos muchos voluntarios que den una hora, dos, tres a la semana, lo que cada uno pueda. Se necesitan personas de corazón solidario”.

"Lamentamos la soledad de los mayores, pero no hacemos nada"

Que los mayores no se sientan solos ni aislados. 160 voluntarios de Profesionales Solidarios acompañan a 500 mayores que viven en residencias y domicilios. Este jueves, la asociación sin ánimo de lucro agradeció su labor a siete de ellos

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