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Obituario

Fallece Sergio Tremosa, periodista de Barbastro de 26 años que trabajó en Diario de Navarra

Luis Guinea, redactor jefe de Deportes, recuerda en estas líneas a un joven comprometido con su vocación al que una cruel enfermedad se ha llevado demasiado pronto

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Sergio TremosaUniversidad de Navarra
Actualizado el 16/07/2022 a las 15:50
Hace unas horas nos han dado una noticia que, por esperada, no ha dejado de ser una muy mala noticia. Sergio Tremosa ha muerto. Sergio era -cuánto cuesta poner este pasado- un periodista de 26 años de Barbastro. Lo conocí como alumno en Fcom y compartimos muchas tardes de redacción en deportes del Diario. Se enroló en el equipo de crónicas de los domingos, luego el verano y estuvo con nosotros haciendo la PIE hasta que el Covid nos mandó a todos a casa. Sergio, un tipo discreto, de palabras justas y con una retranca muy divertida, ha sido un regalo para todos los que hemos convivido con él. Y no interpreten esto como el típico tópico que se escribe cuando alguien se va, en un quedabien de manual. No. Sergio ha sido una de las mejores personas que muchos nos hemos cruzado en la vida, y verán por qué.
Cuando Sergio estudiaba creo que segundo de Periodismo, perdón si hay algún desliz año arriba o abajo, le detectaron un cáncer en una pierna. Un sarcoma muy complicado que obligó a amputarle de rodilla para abajo y empezar con todo el tratamiento. Quimios, radios, etc. A un chaval de 19 años un sopapo así le marca de por vida, para bien o para mal. Sergio decidió que fuera para bien. Se lo tomó con deportividad, como una circunstancia más de la vida. Y así se manejaba con su pierna ortopédica. Y así hacía su vida, la misma que sus amigos de cuadrilla.
Pero el sarcoma ha sido su incordiante compañero de viaje hasta hoy. Una tarde de estas que después de trabajar hablas de todo, contó que el suyo era un caso extrañísimo, digno de estudio, y que ahí estaba él, viendo si de alguna forma le daba matarile. En todos estos años la enfermedad ha ido apareciendo en diferentes sitios, con diferentes manifestaciones, y él siempre ha confiado en los médicos para tratar primero de pararlo, luego liquidarlo. Desde que lo conocí hasta hoy, creo que había pasado por unas 20 operaciones y probado todos los tratamientos del mundo. Contaba, con esa forma tan suya de contar, tan de Barbastro, tan sencilla, tan de verdad, que su oncólogo de Zaragoza flipaba porque con su caso estaban investigando nuevas vías de curación, etc. Y él siempre estaba abierto a cualquier cosa, porque estaba empeñado en vivir y porque sabía que su caso podía ayudar a muchas personas.
No habrá mucha gente en esta tierra que se haya agarrado a la vida como lo ha hecho Sergio. Hasta el último día. En este tiempo Sergio ha llegado hasta los límites del aguante de un ser humano, y desde que lo conocí y empezó a trabajar en el periódico hasta el final jamás le oí quejarse de nada, protestar por el dolor, amargarse o intentar levantar compasión o dar pena. Nunca se lamentó de nada, porque para él su enfermedad era una circunstancia más de la partida, un compañero de viaje habitual. Y seguía jugando. Jugaba en el periódico, donde curraba como uno más. Jugaba en su cuadrilla de amigos de la uni, donde era uno más y se adaptaba a los planes de todos (que le querían y le quieren como a nada en el mundo). Jugaba en fcom, donde si había que hacer un TFG sobre bodas, se hacía. Siempre con actitud de aprender, de mejorar, de probar y de vivir la profesión... Sergio veía en todo lo que se le planteaba por delante una oportunidad que vivir y exprimir, un algo de donde siempre se podía aprender.
El Covid hizo que su beca terminara antes de tiempo, luego el sarcoma volvió a darle la murga. Sergio era buen periodista. Sabia, leía, escuchaba, tenía curiosidad, se fijaba mucho en la forma de trabajar de la gente, era un tipo de cabeza bien amueblada, carácter afable, criterio... Una de las cosas que más pena me da es que se ha ido sin poder mostrar profesionalmente todo lo que tenía dentro, con la enfermedad era imposible tener una continuidad.
Quizá Sergio no haya podido desarrollarse como periodista, pero ha dejado entre periodistas y no periodistas un legado que es infinitamente superior a la mejor y más brillante de las trayectorias periodísticas. Sergio ha escrito con su vida un reportaje irrepetible, escrito con hechos, sin ser protagonista de nada. Sergio ha dado (sin pretenderlo, sin hacerse notar, sin ruido y con actos palpables) cientos de lecciones de vida. Con su humildad, su actitud a la hora de vivir con un cáncer, con su forma de hacer, de vivir, de querer, de ser querido... Con tantas cosas cotidianas que pasan inadvertidas o que a muchos nos ha hecho hacernos muchas preguntas, a reflexionar y darnos cuenta de dónde está la sustancia y dónde el accidente.
Semanas antes de irse, a Sergio le hicieron dos entrevistas. Habló de su enfermedad, de cómo afrontaba la muerte, de lo natural que es vivir y morir. Quienes las escucharon se quedaron removidos, se dieron cuenta de que habían recibido un regalo, el de haber conocido a alguien que, sin pretenderlo, les había hecho preguntarse sobre las grandes preguntas de la vida, las que de verdad importan, y les había ayudado a recalibrar la brújula de su existencia. Y eso no pasa todos los días.
Gracias por todo, Sergio.
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