Obituario
Ángel Echauri Amigot, censor, tasador y gestor de empresas

- Juan Cruz Alli
El pasado 22 de abril falleció en Pamplona Ángel Echauri Amigot. Había nacido en la calle Pozoblanco el 17 de febrero de 1931, donde vivió casi toda su vida. Solía decir que lo hizo durante la historia reciente de España: el final del reinado de Alfonso XIII, la II República, la guerra civil, el franquismo, la transición y la democracia constitucional. Era muy aficionado a la historia contemporánea por haberla vivido como observador atento. Sus recuerdos se remitían a su condición de alumno del colegio de los Escolapios durante la guerra, convertido en cuartel de requetés, en cuyo patio convivían alumnos, uniformados, vehículos y la morgue instalada en el gimnasio, que despertaba la curiosidad infantil.
Tras su paso por las Escuelas Pías continuó sus estudios en la Escuela de Comercio hasta completar el profesorado mercantil obteniendo el título de censor jurado de cuentas en la Escuela Superior de Bilbao. Inició su actividad profesional en el Banco Hispano Americano del paseo de Sarasate, pero no era persona para quemar su existencia en una oficina. Su vitalismo e inquietud por conocer mundo, lenguas y culturas le llevó en los años 50 a Londres y en los 60 a París durante diez años. Siendo una persona abierta y curiosa, no vivió como un turista de paso, sino que trabajó, estudió, conoció y trató gentes, dejó amigos y amigas allí donde estuvo. Seguramente fue uno de los primeros navarros en obtener el C2 (proficiency) en Cambridge.
De regreso a Pamplona recuperó la vida profesional como censor, tasador y gestor de empresas. Se incorporó activamente a la vida de su ciudad. Lo hizo con sus compañeros de colegio organizando encuentros y un excursionismo que le llevó a recorrer y conocer toda la geografía de Navarra, de la que estaba cada vez más enamorado. Era un contemplativo de los paisajes en los que se extasiaba observando sus detalles. Mi último encuentro con él fue en el borde del campus de la Universidad de Navarra, cuando admiraba las campas verdes y el estallido de la primavera. ·Expresó su entusiasmo por la naturaleza, el arbolado, las flores. Cuando hacía senderismo a veces se retrasaba y perdía como un nuevo monje Virila de Leyre. No le tiraba el cenobio, pero sí la contemplación del paisaje, de una obra de arte, deleitándose con la buena música, la literatura o la historia.
Era un navarro y pamplonés esencial, integral y existencial. Nada de su Navarra y su ciudad le era ajeno. Como había vivido y conocía otras gentes, culturas y paisajes, era un humanista que no se quedaba en el exclusivismo localista. Ejerció su pamplonesismo como corredor del encierro, pelotazale, seguidor de Osasuna, entusiasta del defensa Aridane y melómano. Todo lo vivió con un entusiasmo consciente, conocedor y comprometido. Sus espacios de encuentro con tantos amigos y conocidos fueron muchos: Larraina, el café Iruña, el Ateneo, la tertulia del Txoko del Sadar y del Concorde, Casa Paco. Allí donde estaba encontraba y hacía amigos.
En su faceta de ateneísta y persona culta participó en sus actividades y viajes. En los itinerarios europeos tenía predilección por los preparados por su amiga Carmen Asensio, aunque algunas veces se escapaba a realizar sus propios recorridos y reencuentros con personas y espacios ya vividos, asumiendo humildemente sus cariñosas regañinas, pero sin propósito de enmienda. Viajó por toda Europa, África, América y Asia. De todos ellos traía un recuerdo a su familia
Admiraba la gastronomía y su gran humanidad le hacía apreciar las diversidades culinarias. Un amigo común, Javier Martínez de Murguia (q.e.p.d), le decía que “comía como un soldado” y Ángel lo tomaba muy alegremente dándole la razón.
Ángel Echauri fue un hombre grande y un gran hombre que mereció la admiración y el cariño de cuantos fuimos sus amigos. Con las mujeres tenía el trato y la caballerosidad del viejo estilo. Había toreado en muchas plazas y en todas dejó buena huella de su bonhomía, humanidad, cultura y simpatía. El final de sus días se produjo en un lugar tan pamplonés y tan querido por él como la Santa Casa de Misericordia, de la que sólo expresaba agradecimiento, aunque ya no estaba su amigo Ignacio Cía. Agur jaunak, jaunak agur, agur terdi. Descansa en paz. Por todos tus amigos del txoko osasunista y “concordatarios”, José María Aznar y Juan Cruz Alli.
Juan Cruz Alli, expresidente del Gobierno foral, es amigo del fallecido
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