Igor García Barbero: “La llegada del 'Aquarius' no debe sentar un precedente”

Que el Mediterráneo se ha convertido en una gigantesca fosa común es algo sabido, pero la tragedia cotidiana de los cientos de personas que se lanzan al mar todos los días salta a la ‘agenda pública’ a golpe de acontecimiento para después volver al letargo. Paralelamente, hay otros lugares en el mundo inmersos en éxodos igualmente masivos que difícilmente “arañarán titulares”, ni siquiera en los momentos más críticos. De todos estos temas hablará el miércoles en el Parlamento de Navarra Igor García Barbero (Bilbao, 1983), periodista cofundador de la revista ‘5W’, miembro de la Unidad de Emergencias de Médicos Sin Fronteras y especialista en el éxodo de los rohingyá expulsados de Birmania. Lo hará en la mesa redonda que impulsa la ONG con motivo del Día Mundial del Refugiado y en el marco de la exposición ‘De la acción a la palabra’, que exhibe en el Atrio del edificio hasta el 4 de julio. Junto a Barbero participarán Manuel Martorell, periodista navarro especialista en Oriente Medio y el pueblo kurdo; y Javier Galparsoro, abogado y presidente de CEAR-Euskadi. ¿La crisis de los rohingyá es una de las tantas invisibles que hay en el mundo? Durante muchos años lo ha sido, pero desde agosto de 2017 los medios se han hecho más eco. Hay que tener en cuenta que ha sido una ola de violencia sin precedentes que ha llevado a un éxodo masivo. Pónganos un poco en contexto. Los rohingyá son una minoría musulmana que en los últimos siglos ha habitado el espacio que comprende el sureste de Bangladesh y Birmania, en el estado de Rakhine. Desde hace muchas décadas han sufrido discriminaciones de todo tipo. Han tenido restricciones de movimiento, de acceso a servicios de salud y educación, para contraer matrimonio, etc. En los años 70 y 90 ya hubo olas de violencia contra ellos, protagonizadas no solamente por los cuerpos de seguridad, sino también por comunidades birmanas opuestas; esas olas han generado desplazamientos internos y también hacia países como Bangladesh, Malasia y Tailandia, a través de redes de tráfico. ¿Cuál ha sido el detonante para que hayan saltado a primera plana? En agosto del año pasado se produjeron una serie de ataques a comisarias del estado de Rakhine a cargo de un grupo miliciano rohingyá. El Ejército y las fuerzas de seguridad birmanas reaccionaron con operaciones de ‘limpieza’, que crearon un grado de destrucción muy elevado. Médicos Sin Fronteras estimó que al menos 1.700 personas habían sido asesinadas en el primer mes, 700 de ellos menores. Estos episodios provocaron ese éxodo masivo en tan solo semanas. Se calcula que 900.000 personas han buscado refugio en Bangladesh, 700.000 de ellos desde el año pasado. Sigue habiendo un goteo lento, lo cual evidencia que la situación en Birmania no se ha arreglado. Bangladesh, ‘un país olvidado’.García Barbero, que trabajó como corresponsal en países como Pakistán, India o Bangladesh, presentará el mismo miércoles en Pamplona su primer libro: ‘Bangladesh. Crónica de un país olvidado’. Lo hará a las 18.30 horas en la librería Elkar de la calle Comedidas, acompañado por el periodista navarro Daniel Burgui. ¿En qué condiciones viven en Bangladesh? No son óptimas, desde luego. Más con el comienzo de la estación monzónica, que ya ha empezado a provocar inundaciones, pérdida de hogares y daños a infraestructuras de Salud, incluidas algunas de Médicos Sin Fronteras. Esto va a contribuir a empeorar su frágil situación. Están viviendo sobre todo en un megacampo de refugiados, que tiene ya varias extensiones y alberga a medio millón de personas. Además, hay una decena de diferentes asentamientos improvisados. Son tiendas de bambú con plásticos, en colinas deforestadas, con una altísima densidad de población. Es el caldo de cultivo perfecto para que haya brotes de distintas enfermedades, como ya hemos visto: difteria, sarampión, diarreas agudas, etc. Esto evidencia que han tenido una pésima cobertura vacunal en Birmania. ¿Qué futuro les espera a medio plazo? Uno marcado por la incertidumbre. Normalmente una persona refugiada puede regresar a su país en un momento de pacificación, pero en el caso de los rohingyá se añade una complicación, y es que no son reconocidos como etnia propia en Birmania. Ha habido encuentros entre autoridades de ambos países, pero el proceso de repatriación va a ser muy complicado. A día de hoy, desde luego, no se dan las garantías de un regreso digno y seguro. A eso hay que añadir que la cronificación de la situación hará que caigan cada vez más en el olvido. ¿Bangladesh podría dar ejemplo de acogida a la Unión Europea? Bangladesh ha hecho un esfuerzo enorme abriendo las puertas en muy pocas semanas a tantísima gente. Tanto las autoridades como otros organismos tuvieron que hacer frente a ese éxodo masivo, que generó unas escenas de caos que creo que todos recordamos. Hay 65 millones de personas fuera de sus hogares entre refugiados y desplazados, la cifra más alta desde la Segunda Guerra Mundial, y la inmensa mayoría están en países que no pertenecen al primer mundo, que tienen sus propios problemas y que afrontan un montón de desafíos. Un ejemplo puede ser la República Centroafricana. El grado de inestabilidad es alto, pero acoge a refugiados de países vecinos. ¿Los países menos desarrollados están respondiendo mejor que el Primer Mundo? El mundo evidencia el fracaso de las políticas de asilo de la Unión Europea y de otros muchos países occidentales. En Europa estamos discutiendo estos días si aceptamos a 629 personas que han sido rescatadas de un naufragio prácticamente seguro. No hay que olvidar que en lo que va de año han fallecido más de medio millar de personas en el Mediterráneo. Eso, que sepamos, porque cada vez quedan menos ojos para ver lo que está sucediendo. ¿Cómo valora la postura de España de permitir la llegada del Aquarius? Es un gesto de agradecer, pero no debe sentar un precedente. Las personas rescatadas deberían ser llevadas al puerto más cercano. En este caso, la negativa ha sido de Italia, pero el problema se extiende a todos los miembros de la Unión Europea que no han sido capaces de responsabilizarse para ayudar a este país, que ha hecho frente a la llegada de muchos refugiados. Urge buscar soluciones porque la situación en Libia es peligrosa, no es un estado seguro. ¿Los medios de comunicación están jugando el papel que deberían? Estamos en una época de redes sociales, donde hay muchísima información pero se genera poco conocimiento. Se opina mucho, muy rápido, a veces no se contrasta demasiado, las noticias se sobreponen a otras inmediatamente. El papel de los medios es importante pero deben prestar atención a lo importante y no quedarse solo con lo que es tendencia. Ahora es el Aquarius, pero hay otros muchos asuntos más allá. Los medios tienen el deber moral de seguir hablando de ellos para que los agentes implicados puedan mover ficha. Si se habla de ello es más posible que se generen debates, y que esos debates obliguen a cambiar comportamientos.

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