"La gente lloraba, buscaba a sus familiares. Era difícil aislarse y hacer lo que había que hacer"

José Mari Tabar. Prejubilado. 2 años de voluntario “No te paras a pensar, dices ‘esto es la guerra, ¿cómo ha podido pasar?’, pero sigues” José Mari Tabar estaba con su cuadrilla, y al ver lo que pasaba fue a ayudar: “Estábamos cenando y nos extrañó no escuchar la traca final. Y de repente oímos la explosión. Era hacer una cosa detrás de otra, sin ser nada concreto, pero vas ayudando. No te paras a pensar, dices ‘esto parece la guerra, ¿cómo ha podido pasar?’, pero sigues. Cuando acabamos, me quede con una satisfacción, no por mí, sino por lo bien que se había coordinado todo. Dentro de la desgracia, se me quedó buen sabor de cómo habíamos actuado y reaccionado ante el desastre”. María Calado. Administrativa y dependienta. 20 años de voluntaria “Aunque lleves 20 años haciendo esto, nunca te acabas de acostumbrar a todo lo que supone” María Calado estaba dormida, porque al día siguiente tenía que madrugar: “Oí el ‘boom’ y pensé que era algún petardo mal echado, pero enseguida me empezaron a llamar y supe que pasaba algo. Aunque lleves 20 años haciendo esto, nunca te acabas de acostumbrar, más que nada por el volumen que supuso la explosión. El dispositivo que había aquella noche, que no era el habitual, ayudó mucho. Llega a pasar otro día de fiestas que solo hubiera dos personas de guardia y a saber qué pasa. Al final siempre piensas, es inevitable, en si podías haberlo hecho mejor”. José Javier Rezusta. Lavacoches. 28 años de voluntario “Piensas en los heridos. No sabes si realmente has actuado bien o si ya estaban mal o qué” José Javier Rezusta fue en el vehículo de rescate, los primeros en llegar de la DYA: “Cuando llegamos ya había gente del pueblo y entre todos empezamos a extinguir el fuego. No se me ocurrió entrar porque las llamaradas eran impresionantes, además esa era labor de los bomberos. Piensas en los heridos, en cómo estarán. No sabes si realmente has actuado bien, si ya estaban mal cuando llegamos y no había nada que hacer o qué. Los graves fueron los primeros en ser trasladados, no tardamos ni cinco minutos desde el aviso”. Fermín Liroz Imaz. Mecánico. 19 años de voluntario “Hay que tener sangre fría, saber lo que tienes que hacer. Y lo primero era extinguir el fuego” Fermín Liroz fue uno de los primeros voluntarios en llegar en el vehículo de rescate: “Cuando llegas al lugar es sangre fría, saber lo que tienes que hacer. Lo primero eran las mangueras y extinguir el fuego, y no podías hacer otra cosa, en el momento no piensas, actúas. Sí que me quedé un poco mal, en la casa de enfrente vive un amigo que tiene hijas y piensas en ellos en si estarán bien. Es gente del pueblo y te preocupas. Cuando se acabó todo, lo primero que se me vino a la cabeza es si actúe bien, cómo podía haber hecho esto o aquello...”. Berta Larraya. Estudiante de magisterio. 2 años de voluntaria “Vi en mi cabeza la mítica imagen de las noticias, con la policía, los bomberos, los heridos por el suelo...” Berta Larraya estaba de guardia en la base: “Estaba dormida y empezó a llegar la gente con sangre y heridas leves. Sentí mucha adrenalina, no sabíamos que había pasado. Los nervios iban aumentando y al final fuimos al lugar de la explosión. Vi en mi cabeza la mítica imagen de las noticias con la policía, los bomberos, los heridos por el suelo... Cuando pasó todo me dio el bajón de adrenalina. Al final lo asimilas todo, pero alguna noche no he podido dormir. Nunca he vivido nada tan fuerte, pero tienes que ir asimilándolo”. Garikoitz Ruiz de Escudero. Socorrista en piscinas. 3 años de voluntario “Ver todo aquello dolió. Pero aun y todo sigues atendiendo y ayudando en lo que puedes” Garikoitz Ruiz de Escudero iba a estar toda la noche de guardia en la base: “Cuando llegaron los primeros heridos fue un lío, me puse nervioso, no era consciente de lo que pasaba. Fuimos allí y al ver a las personas en el suelo, a la gente del pueblo... se me cayó todo. Dolió. Pero aun y todo sigues atendiendo y ayudando en lo que puedes. Estuvimos más de una hora curando a los heridos. La misma noche no dormí nada, durante el día veía imágenes de lo que había pasado. Poco a poco, con la ayuda de los compañeros te vas recuperando del shock”. Álvaro Balda. Auxiliar de Enfermería. 7 años de voluntario “Tenía la sensación de que había pasado una eternidad. No era consciente de que había sido ayer” Álvaro Balda estaba de guardia en la ambulancia: “Estábamos hablando tranquilamente y de repente oímos un ‘boom’. Pensamos: ‘Como se pasan con los petardos’, y al minuto empezó a venir gente herida. Al llegar todo era un desastre, pero había muchas enfermeras y gente del pueblo, yo pocas veces he visto a un pueblo tan volcado. Al día siguiente tenía la sensación de que había pasado una eternidad, no era consciente de que había sido el día anterior. No es la primera vez que estoy en una situación límite como esta, estoy más acostumbrado pero sigue afectando”. Ana Liroz. Enfermera. 9 años de voluntaria “Fui sin saber qué había y al llegar mucho shock. Pero te sale solo y empiezas a trabajar” Ana Liroz estaba a punto de irse a dormir cuando le llamaron para que fuera a ayudar: “Fui sin saber qué había y al llegar mucho shock. Parecía esa imagen de desastre que ves en la tele y que nunca va a pasar aquí. Pero te sale solo, al final empiezas a trabajar y te sale automático, vas solventando lo que se te presenta y vas al siguiente herido. Me quedé con dos impresiones: una, nunca te preparan para ese shock inicial; y dos, mucha tranquilidad, se vio a un pueblo muy unido y esa tranquilidad es la que te ayuda a trabajar. Aunque todavías sigues digiriendo todo lo que pasó”. Idoia Tabar. Estudiante enfermería. 1 año de voluntaria “La gente lloraba, buscaba a sus familiares. Era difícil aislarse y hacer lo que había que hacer” Idoia Tabar estaba de fiesta, escuchó el rumor de un incendio y enseguida se fue a por el uniforme para ayudar: “Les pregunté si necesitaban ayuda y directamente me dieron el chaleco, la situación era desbordante. El momento fue muy imponente, nunca había vivido esto. Impactaba mucho porque había conocidos heridos. La gente lloraba, buscaba a sus familiares. Era difícil aislarse y hacer lo que había que hacer: ayudar a quien lo necesitaba de verdad. Todo el mundo ayudaba como podía, hay que quedarse con lo bueno, el resto ya lo conocemos”. Manu Chueca. Monitor de Gimnasio. 6 años de voluntario “Sientes rabia y tristeza por los heridos, pero orgullo por como trabajamos todos los voluntarios” Manu Chueca estaba de guardia para conducir la ambulancia esa noche: “Yo ya iba con ese nerviosismo de ‘esto es gordo’. Cuando salí de la ambulancia noté esa sensación de calor, como cuando te acercas a una hoguera, y silencio. Todo el mundo estaba trabajando, había caos pero silencioso y organizado. No tienes tiempo ni de prepararte mentalmente, ni de asimilar nada, pero es un momento de calma y coordinación. Cuando todo acaba sientes tristeza y angustia porque sigue habiendo gente hospitalizada, pero orgullo por cómo trabajamos todos los voluntarios”.

"La gente lloraba, buscaba a sus familiares. Era difícil aislarse y hacer lo que había que hacer"

Los voluntarios de la DYA que ayudaron a los heridos tras la explosión, nos cuentan lo que vivieron

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