Música
Rozalén: "Yo también sufrí ansiedad y no encontraba mi sitio"
"La muerte y la tristeza forman parte de la vida y hay que llorar lo que haga falta", dice tras perder a su padre

Publicado el 05/06/2022 a las 06:00
Si no fuera cantante de éxito, la psicóloga María de los Ángeles Rozalén (Albacete, 1986) triunfaría con un consultorio. "Como trato temas que duelen mucho, la gente me escribe para pedirme canciones sobre situaciones difíciles". Ahora acaba de lanzar 'Agarrarte a la vida', una canción sobre esa otra pandemia llamada suicidio. "Ya estaba tardando en escribirla", reconoce.
-Creo que huía un poco del tema.
-Huía, como de tantas otras cosas que estudié en la carrera y me cuesta mucho comprender. La psicopatología, por ejemplo. O que alguien se arrebate la vida. Cuando lo estudié yo tenía 18 años y muchas ganas de vivir, ahora también las tengo. Pero hay casos cercanos que nos tocan. Y ahora es cuando ha salido, antes no me salía.
-Porque tiene una amiga que está sufriendo.
-Sí. Una canción sale más fácil si hay una historia personal detrás. Y esta amiga mía ha sido como mi musa. Ella tiene una depresión desde hace tiempo. Le pedí que me escribiera en una carta todo lo que se le pasaba por la mente. También he leído cartas de suicidas que me han removido mucho. Y he contado con profesionales en la materia. La canción ha sufrido transformaciones hasta que ha quedado lo más correcta posible, porque al principio cometí grandes fallos.
-No es fácil hablarle a un suicida.
-No. Y esta canción está escrita desde una persona que quiere mucho a otra y desea acompañarla en el dolor. Ojalá les sirva a los que están en el pozo.
-Podría decirse que ejerce de psicóloga a través de la música.
-Hay canciones mías que se usan de manera terapéutica, empezando por mí, je, je... Y psicólogos que me dicen que las utilizan como herramienta. Ahí van mis dos vocaciones unidas.
- ¿Y cómo está su amiga?
-Está en el proceso, vamos a ver... Creo que la canción le ilusiona, pero aún es pronto. Ojalá pueda decir dentro de unos meses que todo está en su sitio.
-Cuesta creer que en este país tan fiestero el suicidio sea la primera causa de muerte no natural.
-Se nos impone que seamos perfectos en todo. En las redes sociales parece que lo que no es pletórico no vale. Hay que ser feliz como por obligación. Y no. También la tristeza es parte de la vida.
-¿El postureo de los famosos hace daño?
-No solo el de los famosos. Todo el mundo quiere mostrar la parte bonita de la vida y eso puede llevar a pensar que las redes sociales son la realidad, cuando no es así. En mi caso, basta con entrar en mi perfil para ver que cuando estoy triste y jodida también lo enseño. No soy ninguna tía despampanante, yo me muestro tal como soy. Y parece que también eso le gusta la gente. Hay que hablar de la vulnerabilidad.
-¿Nunca se ha asomado al abismo del suicidio?
-A todos en algún momento de la vida se nos pasa por la cabeza esa idea. Sí que he tenido momentos de mucha tristeza. La adolescencia a nivel hormonal es una bomba y te sientes más perdida. Nunca me he acercado mucho al suicidio, aunque sí que he sufrido de estrés, de ansiedad, de no encontrar mi sitio... Pero en los momentos de crisis es cuando uno evoluciona.
-¿Se considera una persona muy vital?
-No, no. Ahí hay un error. ¿Qué es la vida, la felicidad? No. La vida también es que se te muera un padre, el duelo... La muerte y la tristeza forman parte de la vida. Hay que llorar lo que haga falta llorar. Mi padre murió en febrero y yo estoy en un momento de duelo en el que siento mucha tristeza pero a la vez valoro mucho más cada cosa que me pasa en la vida. He tenido la suerte inmensa de tener un padre maravilloso, del que me viene la hipersensibilidad, y que me ha dado muchísimo amor. Estoy aprendiendo a transformar esta tristeza, pero creo que ahí se va a quedar para siempre.
-¿A usted qué le agarra a la vida?
-Muchas cosas. Soy una tía muy disfrutona. Me agarra a la vida levantarme y saber que voy a desayunar algo rico, que me dé el sol en la cara, quedar con los amigos... Disfruto de cada momento del día. Pero, en cuanto no veo la luz, pido ayuda y acudo a terapia.
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