Cuando volver de Sevilla se convierte en una película de terror
Luis Garcés y otros dos aficionados rojillos vivieron una pesadilla en la que llegaron a temer por su vida durante el viaje de regreso tras la final de Copa del Rey

Actualizado el 16/05/2023 a las 00:33
Cuando un hombre con 64 años en el carné dice que no ha pasado "tanto miedo en su vida", la experiencia no ha debido ser como para tomársela a broma. Luis Garcés, a sus 21, refrenda esas palabras y envida más: "Pensé que iba a morir. Sufro de epilepsia y la tengo controlada gracias a la medicación, pero después de regresar de Sevilla durante varias noches no dormía, me despertaba gritando en medio de la noche... me han dicho que puede ser estrés postraumático".
El relato, hasta ahora, parece sacado de una escenario de guerra o de una película de terror. Sin embargo, la historia es real y muy cercana. La vivieron tres aficionados rojillos en el viaje de vuelta de la final de la Copa del Rey, unidos por el destino en un infausto viaje en coche la misma noche en la que Osasuna había caído derrotado por 2-1 contra el Real Madrid.
Luis Alfonso Garcés Bromberg nació en Lima (Perú) y vino a Pamplona hace dos años a estudiar Periodismo en la Universidad de Navarra. Siempre ha sido un fanático del fútbol, seguidor del Universitario de Deportes en su tierra, de modo que cuando llegó a su nueva casa empezó a ver los partidos de Osasuna. "Fui a unos cuantos partidos y le cogí cariño. Este año me hice simpatizante (el carné 'Soy Rojillo')", explica.
En cuanto salieron las entradas de la final de Copa para los simpatizantes, compró la suya, pero no tenía ni cómo ir a Sevilla ni dónde dormir ni forma de regresar. La ida la gestionó gracias a la aplicación BlaBlaCar: encontró a un rojillo llamado Jorge que también viajaba a ver la final. Para la vuelta, en cambio, había menos opciones. Además, Luis descartó la opción de hacer noche en la capital andaluza porque le costaba "unos 200 euros" y "quería regresar el mismo domingo porque estaba en exámenes".
"El día de la final por la mañana encontré a una chica con la que contacté por BlaBlaCar, pero su perfil se veía un poco sospechoso porque no tenía foto de perfil, no tenía opiniones ni el perfil verificado. Además, cuando la contacté me dijo que quería que le hiciera el pago fuera de la aplicación, porque esta lo máximo que te dejaba cobrar para ese viaje era 88 euros y ella me quería cobrar 95. Acepté porque era mi única opción", relata en lo que fue el inicio de la pesadilla.
"El viaje de ida con Jorge y su hijo, superbien. Pero el problema fue el viaje de regreso. Ya en Sevilla, contacté con la mujer del perfil sospechoso y me dijo que iba a llevar a tres personas más: un hombre de 64 años y otros dos jóvenes, uno de los cuales se iba a parar en Salamanca. La conductora nos contó que ella había ido para hacer negocio, no a ver la final, y que había salido de Pamplona a las 6 de la mañana y que desde entonces no había dormido nada ni tampoco tenía planeado hacer ninguna parada", recuerda Luis.
"Salimos a la una y media y alrededor de las 4 dejamos a uno de los jóvenes en Salamanca. Entonces, me dio el sueño y me dormí, hasta que me desperté escuchando gritos y el coche dando bandazos de un lado a otro de la carretera. La explicación que nos dio la conductora es que se había despistado mirando un cartel de Los Picapiedra, pero yo me quedé bastante asustado. Veinte minutos después, escuché al señor de delante gritar 'cuidado' y al mirar vi que la carretera se separaba en dos y que en el punto de intersección había un cartel verde contra el que casi nos empotramos. La parte delantera del coche llegó a chocar y el faro de adelante se rompió", describe este joven estudiante de Periodismo.
"Después del choque, paramos en una cafetería. El señor de 64 años decía que nunca había visto la muerte tan cerca y todos estábamos superasustados; también la conductora, que estaba muy nerviosa. Yo estaba pensando en otra manera de llegar a Pamplona, pero no había otra. Cargué la batería del teléfono y escribí a mi grupo de amigos de Pamplona que si no tenían noticias de mí en algún tiempo que estuvieran alerta. El resto del camino fue un infierno, con todos muy atentos a la carretera, pero ya no pasó nada grave y llegamos bien a Pamplona", añade Luis Garcés.
BLABLACAR ANIMA A DESCONFIAR DE ESOS PERFILES
Al llegar a Pamplona, los viajeros no sabían "si reír o llorar", aunque Luis también llegó a sentir "un poco de pena" por la conductora. "Ella era madre y había hecho el viaje para sacar un poco de dinero para su familia, pero la reparación del choque le va a costar más de lo que pudo ganar", apunta.
Después del susto, a los dos días, al móvil de Luis llegó un mensaje de la aplicación BlaBlaCar. "Uno de los compañeros de viaje les había escrito para quejarse y querían llamarme para tener mi versión de lo ocurrido. Me recomendaron que no volviera a contactar con una persona de manera externa a la aplicación. Esa puede ser la lección de la historia", concluye este joven (y reciente) aficionado a Osasuna.