Real Madrid 2 - 1 Osasuna
Honor a Osasuna
El Real Madrid se encomendó a sus brasileños para tumbar a un rival que nunca se rindió
Actualizado el 07/05/2023 a las 01:56
Con absoluto honor despertó de su sueño Osasuna en La Cartuja. Honor por ser un equipo valiente que se agarró a sus opciones sin rendirse jamás, como bien reza su lema. Honor por resistir cuando se encendían las estrellas del Real Madrid. Honor por haber neutralizado en la segunda parte a una trituradora de finales. Honor por contar con una afición ejemplar que encajó el subcampeonato con una pasión que le pertenece. Honor por haber exigido tanto al campeón de todo. Honor por haber ofrecido al mundo una personalidad tan brava en la noche donde el proyecto de estos años alcanzaba la cúspide. Se esfumaba el título como hace 18 años, pero como entonces quedará el recuerdo imborrable de una ilusión que también tiene derecho a abrir la vitrina. Cayó Osasuna, pero con orgullo y actitud, además de argumentos futbolísticos que enfriaron en varias fases a un rival de primer orden. Del segundo dicen que nadie se acuerda. De este Osasuna, sí.
Los miles de hinchas rojillos en Sevilla soñaron con que era posible, cuando Lucas Torró enganchaba un brutal disparo desde la frontal del área que hacía inútil la estirada de Courtois. Ese 1-1 que desataba la locura en la grada equilibraba un partido que había tenido a Vinicius como principal protagonista. Era el momento de Osasuna, el rey de las prórrogas en la Copa que llegó a tener el mando de una final que volvió a decidir la pareja tan letal de brasileños que tiene el Real Madrid. Vinicius castigó en la banda y Rodrygo decidió desde dentro. Así fueron los dos goles a un Osasuna nunca dispuesto a morir que acabó apretando en busca de la heroica. En dignidad, no perdió. Encomiable.
¿CÓMO SE PARA A VINICIUS?
Jagoba Arrasate había preparado un plan que se resquebrajó en tan solo 107 segundos. Fue el tiempo, desde el pitido inicial, que empleó el Real Madrid para romper el marcador en La Cartuja, El técnico había confiado en Moncayola como freno para el indomable extremo, uno de los futbolistas más desequilibrantes del planeta, pero el duelo resultante fue tremendamente desigual. El destrozo comenzó cuando no se había llegado al segundo minuto, momento en que el brasileño limpió al de Garínoain y después a Rubén Peña, para alcanzar la línea de fondo y mandar la asistencia a Rodrygo. El remate pegó en Juan Cruz, lo suficiente para despistar a Sergio Herrera. La primera, en la frente.
La banda derecha había sido una apuesta de Jagoba para disponer de las piernas del centrocampista reconvertido en lateral y de la chispa del lateral polivalente ayer más adelantado. La fórmula no fructificó. El huracán Vinicius fue descomunal. Sus compañeros cargaban el juego hacia su costado y generar de esta forma un pánico sin agua fría que valiera. Moncayola sufría demasiado. Con amarilla desde el minuto 20, se complicaba todavía más su enfrentamiento.
Sergio Herrera salvaba el 2-0 después con una parada extraordinaria a disparo a quemarropa de Benzema, que había recibido de Rodrygo. La mano abajo fue prodigiosa. Otra vez el foco del incendio estaba en el verticalísimo Vinicius. Si el tridente blanco se activaba, era la peor noticia.
La final se estaba jugando a alta intensidad. Pasaban cosas. Osasuna trataba se sacudirse de la pesadilla brasileño. Arrasate, que había dejado al Chimy Ávila en el banco, había alineado en punta a Budimir, que conectó el primer remate rojillo al que respondió Courtois.
El croata firmaba un notable trabajo ganando batallas por alto en el área y jugando de espaldas con sentido hacia sus compañeros. Aimar Oroz, que dispuso del siguiente cabezazo, trataba de ser la bisagra. También con la testa en plancha mandaba Torró una pelota fuera. Osasuna jugaba de tú a tú, con una personalidad que comenzaba a exhibir. Se coleccionaban remates.
Su mejor acción en esta primera parte llegaba con un balón que picó Abde sobre Courtois y que Carvajal desvió in extremis cuando parecía que podía cruzar la línea. Rubén Peña había peleado la jugada que siguió el marroquí, más listo que Militao en carrera. Fue de las pocas ocasiones en la que se le vio suelto, en una noche en la que chocó contra la pared que le puso Carvajal.
Un gran lanzamiento de falta de Alaba lejano hizo temblar el travesaño osasunista, con una magnitud similar al turbo que seguía poniendo Vinicius. En otro uno contra uno del que salía victorioso, su rosca salía ligeramente dispara. El brasileño generaba peligro y además animadversión, con sus continuos gestos desafortunados hacia jugadores de Osasuna, protestas sin sentido al árbitro y algún piscinazo en el área.
OSASUNA TOMA EL MANDO
Habían salido mejor los rojillos tras el intermedio, momento que aprovechó Ancelotti para bajar las pulsaciones de su estrella. Jagoba pudo ver que sus líneas estaban más adelantadas, que la pelota circulaba mejor y que el caudal de centros era superior.
Llegaba ese instante que abrió la esperanza de levantar el primer trofeo de la historia centenaria. Rubén Peña había mandado la pelota al área y luego lo intentó Abde del otro costado. El rechace fue a dominios de Torró, el mariscal de Osasuna en La Cartuja, que sin pensárselo dos veces enganchó un lanzamiento durísimo abajo junto al palo de Courtois. Un gol, el del minuto 57, que siempre será recordado por mucho que no sirviera luego para la conquista.
El 1-1 no dio paso a una versión contemplativa navarra. El gobierno era de Osasuna, sin ocasiones que reseñar pero con una mayor jerarquía que en la primera parte. Había criterio y espacios. En punta saltaba el Chimy para dar descanso a un Budimir que se había empleado a fondo.
Vinicius parecía sosegado hasta que de nuevo recuperó la agitación para cocinar la jugada del gol decisivo de la final. El brasileño desbordó otra vez y llegó a un balón sobre la línea de fondo que la defensa de Osasuna pudo pensar que se marchaba fuera. El despeje de David García resultó fallido, Kroos metió la derecha y tras desviarse en la trayectoria, le cayó a Rodrygo para marcar el segundo. Un verdadero mazazo.
12 minutos había durado ese empate con el que estaba soñando Osasuna. Arrasate movía su banquillo para jugar con dos delanteros y volcarse. Los riesgos eran evidentes con las transiciones del Real Madrid, una de las cuales no terminó bien Vinicius en su intento de ceder a Benzema para poner la sentencia final.
Osasuna llegaba con vida al camino final, situación que conocía de otras eliminatorias para resurgir. A punto estuvo de hacerlo cuando el Chimy sirvió un pase hacia Kike Barja, que poca distancia de la portería pudo haber forzado la prórroga. Se cruzó un decisivo Carvajal que apagaba el sueño copero, pero nunca el entusiasmo ni el espíritu de un equipo y una afición de leyenda.
Volverá Osasuna.
REAL MADRID: Courtois, Carvajal, Militao, Alaba, Camavinga, Tchouaméni (Rüdiger, min. 68), Valverde, Kroos (Modric, min. 81), Rodrygo (Asensio, min. 89), Benzema y Vinicius.
OSASUNA: Sergio Herrera, Moncayola, Aridane, David García, Juan Cruz, Torró (Ibañez, min. 86), Moi Gómez (Kike García, min. 86), Rubén Peña (Kike Barja, min. 75), Oroz, Abde (Rubén García, min. 75) y Budimir (Chimy Ávila, min. 68).
GOLES: 1-0: min. 2, Rodrygo. 1-1: min. 57, Torró. 2-1: min. 69, Rodrygo.
ÁRBITRO: Sánchez Martínez (Comité Murciano). Amonestó a Moncayola, David García, Militao, Vinicius, Camavinga, Kike Barja,Valverde, Courtois e Ibáñez.
INCIDENCIAS: Final de la Copa del Rey, disputada en La Cartuja ante 57.000 espectadores.
Las claves
Vinicius marca la diferencia
Más allá de sus actitudes, siempre con broncas sea el rival que sea, Vinicius es una estrella de nivel mundial. Ayer en La Cartuja exhibió su desequilibrio para desarmar a Moncayola, el lateral elegido por Arrasate para contenerlo. Rodrygo fue el rematador en el área decisivo.
Pasó de todo en la primera parte
Osasuna vivía una pesadilla con Vinicius, pero también conectó varios remates en el área blanca. Abde disfrutó de un mano a mano que a punto estuvo de resolver. Herrera era otro de los nombres propios con una gran parada a Benzema. Alaba se unía a la fiesta con un golpeo seco de falta que pegó en el travesaño.
Torró es el mariscal y marca un golazo
Fue un momento mágico. Estaba siendo el mejor Osasuna del partido y lo fue también en los minutos posteriores a ese 1-1. Lucas Torró enganchó de primeras un tremendo disparo al que no llegó Courtois. En el centro del campo, estaba jugando un papel fundamental en el equilibrio.
Rubén Peña agitó a Osasuna
Fue uno de los mejores argumentos para responder a la velocidad que proponía el Real Madrid. No paró de activar la banda derecha con sus carreras y sus centros. Está en un buen momento.
Kike Barja tuvo la última llegada
Osasuna murió de pie en el área del Real Madrid. Vistos los antecedentes, no era de extrañar que se llegara a la prórroga. Kike Barja tuvo la última llegada, tras recibir del Chimy. Carvajal se cruzó para salvar el 2-2.
Si hay que perder, que siempre sea así
Se suele decir que del subcampeón nadie se acuerdo, pero de este Osasuna seguro que sí. Los rojillos dieron en la final una imagen muy digna, sin venirse abajo cuando las cosas se ponían feas y siendo valientes cuando se podía. Si hay que perder, que sea así.
REAL MADRID-OSASUNA, EN DIRECTO
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