En las tripas de la intendencia rojilla

Detrás de la final de la Copa del sábado están los siete partidos disputados y ganados, los 17 goles... y la tarea invisible para el público pero imprescindible para el equipo de Andrés Ocampo y David Armendáriz, los dos utilleros de la primera plantilla. Son los hombres de la logística diaria, ellos manejan y mantienen más de 1.000 camisetas, centenares de prendas y alrededor de 700 pares de botas por temporada. Son los números tan desconocidos como llamativos de la intendencia rojilla. Andrés Ocampo, de 39 años, es hijo de Ramón Ozcoidi, que fue utillero durante décadas de Osasuna. “Mi padre me dijo un día a ver si me apetecía entrar a trabajar como utillero, porque había una plaza. Empecé en el filial y fui aprendiendo hasta que mi padre se jubiló”, explica. Lleva desde 2003 en la brecha. Su jornada de arranca sobre las ocho de la mañana, un par de horas antes del entrenamiento. Su misión, que los jugadores tengan todo lo necesario en tiempo y forma para que hagan lo que mejor saben, jugar al fútbol. CUATRO PARES CADA DOS MESES Ocampo no trabaja solo. Desde después de la pandemia hace tándem con David Armendáriz, de 31 años, y que antes trabajaba en la tienda del club. “A los 17 entré para hacer inventarios de la ropa, ayudaba los días de partido y serigrafiaba las camisetas”, cuenta. “Como tenía experiencia, me llamaron después de la pandemia porque había mucho trabajo”. Ocampo y Armendáriz viven entre material deportivo. Son la intendencia. Osasuna tiene firmado un acuerdo de ropa deportiva con Adidas. El kit de entrenamiento de un jugador del primer equipo lo compone una sudadera, una camiseta, pantalón corto o largo, una térmica, calcetines y slip de los que dispone de tres juegos que van rotando a lo largo de la semana Luego está el material de partido. Hay ropa de calentar: sudadera y camiseta. Más el de juego: pantaloneta, tres camisetas (primera parte, segunda y una de reserva), además de térmica o culote si hiciera falta, y medias. Todos los jugadores se cambian de ropa en el descanso. La vida útil de una camiseta depende de la voluntad del futbolista. Si la quiere regalar, cambiársela con un rival, o que se reutilice para el partido siguiente. “Nosotros utilizamos un volumen de más de 1.000 camisetas por temporada, es que por partido ya se usan tres”, apunta Armendáriz. El cuerpo técnico también tiene su ropa asignada: pantaloneta, pantalón largo, la camiseta de partido y sudadera y anorak. Las botas de los jugadores son un mundo aparte. Aunque Osasuna tiene acuerdo de ropa con Adidas, el calzado de entrenamiento y de juego es cuestión de cada futbolista. Como norma, el representante llega a acuerdos con marcas, o bien es la marca la que le busca. Es la propia casa la que le va facilitando modelos a lo largo de la temporada. “El jugador lo que suele primar por encima de todo es la comodidad, que el pie se sienta bien. Al final son su principal herramienta de trabajo”, apunta Armendáriz. Un jugador de Osasuna recibe de la marca que le patrocina un lote de tres o cuatro pares de botas cada dos o tres meses, con tres tipos de calzado. Botas con tacos de aluminio, goma y mixtas. Son todas tope de gama del modelo en cuestión, con precios que rondan los 300-350 euros. “Es muy complicado que un jugador se ponga botas con solo tacos de aluminio”, dice Ocampo. El futbolista se entrena y juega los fines de semana con el mismo calzado, aunque va alternando modelos. Los utilleros preguntan al jugador antes de cada partido y de cada jornada qué botas quieren emplear. Y también de cuidarlas. Las sintéticas o de plástico no requieren tanto mimo como las de cuero, a las que se les suele aplicar grasa para que la piel se mantenga flexible. Lo que sí se hace es limpiarlas y secarlas a diario. La vida útil del calzado de competición ronda el trimestre, ya que se entrena seis días a la semana, más el partido. En el vestuario cada jugador tiene cuatro o cinco pares, y los alterna. Las que están ya muy usadas, que guardan los utilleros en el almacén. “Las solemos tener allí porque igual viene algún chaval de categorías inferiores que necesita unas botas, o los jugadores las suelen sortear”, añade Armendáriz. Las espinilleras también son otro mundo. Suelen estar hechas de fibra de carbono, y tampoco las proporciona el club. Es el propio futbolista el que se las gestiona; las diseña a su manera en cuanto tamaño, materiales y decoración. La mayoría de los rojillos las tienen customizadas, con motivos de lo más variopinto. “Estamos hablando de jugadores que son gente muy normal, que no está cargada de manías, ni es exigente y con la que acabamos teniendo un trato muy estrecho, porque pasamos juntos casi más tiempo que con nuestras familias”, apunta Ocampo. “Y es gente que nos lo pone muy fácil en el trabajo del día a día”. LA LOGÍSTICA DEL PARTIDO Armendáriz y Ocampo sólo se dedican al primer equipo, y no preparan los entrenamientos, también en los partidos. Son ellos los que se encargan de transportar todo el material: botas, ropa y otros elementos, tanto en los encuentros de casa como en los de fuera. Lo hacen en baúles metálicos de gran capacidad, que se transportan en el propio bus del equipo. La ropa va dispuesta en el interior en bolsas de tela invididualizadas, una técnica que el club puso en marcha durante la pandemia como medida de seguridad, y que se ha quedado como dinámica habitual. Los desplazamientos en los que se vuela en el día son los más estresantes. “Desde que se acaba el partido tenemos 20 minutos para que todo el mundo esté duchado y nosotros recojamos todo y el material esté en el bus”, comenta Ocampo. Son ellos los que preparan el vestuario, fuera y en casa. Lo hacen entre dos y tres horas antes del encuentro, porque a las televisiones que ofrecen el partido les gusta tomar unos planos del vestuario. Todo debe estar listo. Cada jugador tiene su lugar asignado, y al llegar se encuentra con todo el material listo. La ropa perfectamente doblada, el calzado, preparado. Ahí cada utillero tiene su metodología. Ocampo y Armendáriz tienen su orden. Sudadera, camiseta de calentamiento, medias, slip, térmica, espinillera y camiseta de jugar. Y no solo eso, en el vestuario suele haber siempre fruta, agua, bebida isotónica o nutrición deportiva -todo pautado por el nutricionista- y otros elementos por si son necesarios, como bicis estáticas para calentar/soltar, cinta, una nevera... Cuando Osasuna juega fuera, si hace falta algo se lo piden con días de antelación al utillero del equipo contrario. “Entre nosotros la colaboración es total. Al final lo que se busca es facilitar las cosas y que todo sea más cómodo y el que tenga que viajar tenga que trabajar lo menos posible”, apunta tal. Y su jornada no termina ahí. Una vez terminado el partido hay que recoger toda la ropa, llevarla a la lavandería de Tajonar y secar las botas , más las espinilleras para que a la mañana siguiente estén listas para el entrenamiento. El del jueves será el desplazamiento más especial en años. Espera Sevilla, La Cartuja y la final. “No va a ser un trabajo más, hay mucha emoción detrás. Nosotros aportamos lo que sea, nuestro granito de arena para que el jugador consiga el objetivo”, dice Ocampo. Osasuna jugará con una ropa única, diseñada para la ocasión. Tres juegos por futbolista. Trabajo extra de intendencia para Armendáriz y Ocampo. “Una locura, pero bendita locura”. El vestuario de un equipo de fútbol es un ser vivo, pasan cosas a diario, tiene estados de ánimo cambiantes según los resultados. Y dentro de la vida de un vestuario la música que se escucha antes y después de un entrenamiento, antes y después de un partido es un buen termómetro de cómo está el equipo. En la Copa 2023 no ha habido una canción determinada que haya sonado en el camino hasta la final. En los días de partido quien pone la música es Jon Moncayola, también Aridane y Unai García suelen pinchar con frecuencia. “Aquí suena de todo. En los entrenamientos, o los días de activación y de gimnasio suelen sonar mariachis, y también música actual”, recuerda David Armendáriz, que jugó en categorías inferiores y en el Cantolagua, y se ha roto tres veces el cruzado. “Este año no ha habido una canción que haya sonado más en la Copa. Pero el pasado, cuando tuvimos la racha de diez partidos sin ganar y la rompimos, Chimy sí que empezó a poner una canción de Los Guanchos, y al salir antes del campo siempre la solía ponerla la última”. En ese ambiente Armendáriz y Ocampo, que no se atreven a hacer un pronóstico para la final de La Cartruja, se sienten muy a gusto, porque la plantilla de Osasuna es gente agradecida. “Tienen muchos detalles con nosotros durante la temporada. Si salimos a comer por ahí o vamos a tomar algo, nos suelen invitar, no nos dejan pagar”, comenta Ocampo. “Todos los jugadores son gente muy normal, que siempre te da las gracias y que te lo pone muy fácil”.

En las tripas de la intendencia rojilla

Un equipo de elite, como Osasuna, trabaja a diario con una cantidad ingente de material deportivo. Andrés Ocampo y David Armendáriz lo administran. Ellos también son finalistas de la Copa

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