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Entrevista

El desgarrador pasado del Chimy Ávila

El argentino confiesa cómo le ha marcado el crimen de tres familiares

Ampliar Espectacular vuelo del Chimy Ávila para rematar un balón de cabeza en el entrenamiento.
Espectacular vuelo del Chimy Ávila para rematar un balón de cabeza en el entrenamiento.J.P. URDIROZ
Publicado el 09/02/2023 a las 06:00
El Chimy Ávila nunca se muerde la lengua. Conocida es su dramática infancia en el barrio de Empalme Graneros en Rosario (Buenos Aires), pero esta vez va más allá en su testimonio. En una charla con Panenka, reconocida revista especializada de fútbol, abre su corazón para describir lo dura que es la vida allí, donde ya no puede volver y donde hace tres años nada más romperse la rodilla, ya siendo rojillo, perdió a tres familiares en un lance desgarrador.
“Nos llamaron para dar la noticia de que habían matado a mi cuñadito de 20 años, a su mujer y a la nena de un año. Con una metralleta desde una moto”, relata. “La única que pudo viajar fue mi mujer. Tuvo que vestir a la sobrina dentro del ataúd. Y a su hermano. Y eso nos pegó muy duro. Nos ha cambiado la vida. A mí me duele cuando la gente te juzga sin saber lo que has vivido. Porque algunos dicen: ‘El jugador gana millonadas’. Sí, pero yo te regalo los millones que tengo y vos dame de vuelta a mi cuñadito y a mi sobrina”.
El Chimy es consciente del peligro de volver allí. “Mi familia me dice: ‘Quizás un día vuelves al barrio y con el que te pegaste en una discoteca diez años atrás está loco de la cabeza o está drogado y te pega un tiro’. Por más famoso que seas o lo que tú quieras. Allí no hay código ni leyes. Te pegan un tiro delante de tu hija y ya está”.
El rosarino expresa que le gustaría que sus hijas conocieran sus orígenes. “Llegar allá y que la gente dijera: ‘¡Guau!, una persona de nuestro barrio que ha llegado donde ha llegado”. Es la dura realidad: “Yo veo a muchos jugadores que se van a su casa y están con los amigos de su infancia, y yo no puedo ir porque no sabes si en cualquier momento te van a matar”.
Allí, se considera normal llevar un arma. “Yo he llevado armas en la cintura y piensas que eres un superhéroe. Y no, no eres un superhéroe y tampoco eres dueño de la vida del otro. No puedes ir por ahí quitando vidas”.
EL ALTO PRECIO DE UN ERROR
En Osasuna, el Chimy se siente “muy agradecido a la gente”. En su mente aparece el episodio de la camiseta con una imagen de Santiago Abascal, el líder de VOX. “Un 98% estuvo siempre a mi lado. Y eso es lo que me hizo ser más fuerte y lo que me hace tener cada día más ganas de jugar acá. He pasado muchas cosas buenas y malas que me las guardo y que en algún momento las contaré”.
“He tenido errores por ser transparente y sincero, por hacer cosas sin saberlas. Una tontería despierta al diablo”, sigue el argentino. “Pero tengo la mente tranquila porque soy muy consciente de que las cosas que hice fueron sin querer dañar a nadie, sin maldad. Me he equivocado y lo pagué”.
Mi familia ha llorado en la grada cuando me pitaban. Mis hijas hoy aún me preguntan por qué me pitaban”, se sincera. “Cuando muchos me pitaban, otros me aplaudían y coreaban mi nombre. Y eso es lo que a mí me llenó de valor para decir: ‘Buah, voy a pelear cada balón, me voy a romper la cabeza contra el cartel, no me importa”.
Como ejemplo de su compromiso, repasa aquellos días antes de su posible salida en enero de 2020. “Un día antes el míster me paró en el vestuario y me preguntó qué quería hacer. ‘Míster usted me quiere poner? Póngame’. ‘Porque yo voy a salir a jugar como si fuera el último partido de mi vida, como todos los partidos. Yo me debo a la afición, me debo a usted, porque confió en mí cuando yo vine con diez kilos de más’. Muchos jugadores no hubiesen jugado. Pongamos a 100 jugadores: si al otro día tienen una revisión médica con un club grande, ¿cuántos se quedarían en casa, en el hotel o en la platea porque les duele algo? Pregúntaselo. Para mí, en ese momento el club grande era Osasuna. Y lo es. Yo me debía a Osasuna. Y, mira, se me pone la piel de gallo porque me jugué la rodilla y el futuro de mis hijas (...) No regalé nada. ¿Y me vienes a sacrificar por un error que he cometido? Y me crucificas por eso. ¿Cuántos pecados tengo que pagar entonces?”.
EMPATÍA CON LA GENTE
El Chimy se pone en la piel del aficionado que gasta su dinero. “¿Cuántas personas mañana se llevan el bocata al trabajo para comprar una entrada para llevar al hijo y verlo feliz? Yo quiero brindarle un espectáculo a la gente para que el hijo esté feliz con una camiseta y la camiseta no vale dos pesetas. ¿Por qué no valoras los 100 euros de esa persona que se los está gastando? Al final, nosotros vivimos de esas personas”.
Para terminar, desvela el secreto de su tatuaje en el cuello. Su cuñado le mandaba un mensaje cada partido. Sigue cogiendo el móvil esperando a que volverá a leerle. “Un día soñé con él que caminaba hacia un paraíso. Nahuel, ‘Bubu’, de un lado; la mujer, Flore, del otro, y la nena en el medio. Caminaban con una lechuza atrás. Nada más levantarme hablé con mi tatuador. Por eso ese búho, porque en el sueño les acompañaba al paraíso”.
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