Xabier Erkizia interpreta la ‘partitura’ que dejó narrada Jorge Oteiza

Jorge Oteiza también tenía un archivo sonoro; incluía grabaciones que llevaba a cabo, registros del paisaje sonoro, experimentos con los sonidos de objetos, sesiones de DJ o programas de radio que nunca se escucharon fuera de su casa. Entre las primeras grabaciones y las últimas pasaron 25 años. Hay mucho material, muy amplio, pero la mayoría sin datar. Cuando trabajaba en la banda sonora de 'Casa vacía', la película de Jesús Mari Palacios sobre la casa de Irún que compartieron Oteiza y Basterretxea, el investigador sonoro Xabier Erkizia (Lesaka, 1975) encontró en ese pequeño caos de grabaciones unos audios que le llamaron la atención. “Parecía un delirio, pero luego me di cuenta que en realidad era una composición musical”, explica. El propio Oteiza lo presentaba diciendo que iba a lanzar unas palabras al espacio, en un primer ensayo sin orquesta. “Básicamente lo que hace es narrar un texto, pero también narra las interpretaciones de un coro que mezcla con sonidos concretos, dice ‘aquí se escucha una moto’ o ‘aquí suena un silbato’... así durante tres minutos y a la velocidad de Oteiza, que es muy rápida, va relatando una especie de composición musical hasta que la grabación se corta”, explica Erkizia. Habló con la Fundación Museo Oteiza, que le abrió el acceso a los archivos , y el centro Tabakalera de San Sebastián mostró interés en producir esa obra, Memoria de Montevideo. Erkizia dio cuerpo a todas indicaciones que había dejado el escultor de Orio y este jueves en el centro cultural donostiarra se escuchó por primera vez una interpretación de lo que tuvo en la cabeza Oteiza. Más adelante está previsto hacerlo en el museo de Alzuza, y la idea es publicar este año un disco que incluya la grabación original, la pieza de Erkizia y algunas otras joyas de su archivo. “En sus escritos Oteiza había hablado bastante a favor de la música concreta, la música que acepta cualquier sonido como válido, porque encajaba bastante bien con su forma de pensar, mucho más plástica”, explica Erkizia, que ha intentado ser lo más fiel posible a lo que cuenta Oteiza a la velocidad del rayo. “Él va narrando una especie de poesía surrealista donde mezcla referencias de cuando estuvo en Montevideo, alguna memoria, nombres que no sé ni quiénes son... y al mismo tiempo va poniendo arreglos, dice que el coro aquí dice tal cosa, luego dice otra cosa pero mucho más bajo... y va narrando sonidos, ‘aquí entraría un motor’, o ‘unas campanas”. En su casa de Irún Oteiza tenía una pequeña campana sacada de un barco. “Muchas veces empieza a tocar la campana con tanta energía que tapa lo que dice”, expone Erkizia. Los tres minutos de grabación, atendiendo a las indicaciones, se estiran hasta el cuarto de hora. Todos esos sonidos los grabó Erkizia. En algunos casos el músico, productor y artista sonoro de Lesaka ha introducido grabaciones que hizo personalmente en Montevideo. Además, formó un coro informal y si en la grabación original es el propio Oteiza quien recita el poema, aquí -“por poner otro equilibrio en la balanza”- es la cineasta Maddi Barber la que hace de narradora. Erkizia respeta la “partitura”, el listado de sonidos, pero los lleva a una musicalidad, basándose en textos de Oteiza sobre la música y escuchado varios de los archivos. La sensación para el oyente es difícil de clasificar. “No tiene mucho que ver con las estéticas que él aplicaba a la escultura, mucho más monolíticas”, dice. “La primera version que hice quizá era insoportable porque iba a toda velocidad y era muy, muy literal”, admite sobre este collage de sonidos, voces y coros. Se producen así momentos muy intensos. “Cuando lo escuchas parece que estás escuchando una película”, compara él. El disco en principio se publicará este año con un sello bilbaíno. La edición está prácticamente hecha, y durante el proceso se pensará con el Museo y Tabakalera qué otros documentos se podrían añadir. Erkizia lamenta no haber encontrado alguna de las grabadoras que usaba Oteiza, o alguna foto en la que apareciera con un micrófono. “En ese archivo sonoro hay cosas muy, muy interesantes que merece la pena que alguien las trabaje”, expone. “Elixabete Etxebeste escribió su tesis sobre Oteiza y la música, que es excelente, pero ojalá esto y el disco sean un revulsivo para que otras generaciones vuelvan a entrar en ese archivo y quizá puedan encontrar cosas que se nos escapan a nosotros”, añade.

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