Navarros que dejaron huella (12)
Juan de Goyeneche, hombre de negocios y financiero de reyes (1656-1735)
El fundador de Nuevo Baztán en Madrid, que ejerció de editor, de político o administrador, fue quizá el caso más relevante del éxito que algunos navarros lograron en la capital de España en el siglo XVIII, en el final de los Austrias y el comienzo de los Borbones

- Luis Javier Fortún
Juan de Goyeneche fue uno de los seis hijos de Martín de Goyeneche y Catalina de Gastón. Fue bautizado en la parroquia de Arizcun el 29 de noviembre de 1656. Se le ha considerado el menor, pero su hermano Antonio, que fue jesuita, nació en 1669, y Juan, aunque segundón, tuvo que ser de los mayores. Sus padres vivían en el barrio de Ordoqui (así se escribe en la partida de bautismo), situado a la vera de una ruta comercial, el camino que conduce a Maya y por el puerto Otsondo a Francia. No resulta extraño que, con esta ubicación, Martín de Goyeneche se dedicara al comercio. En 1657 sostenía un pleito con la ciudad de Tudela, en la otra punta de Navarra, por el derecho a vender 60 cerdos. Tenía dinero y otorgaba préstamos en su pueblo; en concreto un vecino del barrio de Bozate le debía 727 reales en 1655.
EDUCACIÓN Y PRIMEROS PASOS EN MADRID
La herencia familiar se destinó a otro hermano, Andrés. El futuro de Juan de Goyeneche estaba en la corte de Madrid. Cuando contaba 14 años, en 1670, aparece como alumno de la institución educativa más prestigiosa de Madrid, el Colegio Imperial, regentado por los jesuitas y orientado preferentemente hacia las humanidades, aunque contaba también con cátedras de economía, matemáticas o historia natural. La formación humanística que allí recibió Juan de Goyeneche sin duda contribuyó a algunas de sus actividades intelectuales, pero no hay que descartar que mejorara sus dotes empresariales.
Se ha pensado que la carrera de Goyeneche se inicia en la administración, pero los primeros pasos en este terreno se le conocen cuando frisaba los treinta años y hay que suponer que previamente, por lo menos durante una década, sus actividades económicas se desarrollaron en el ámbito privado.
AL SERVICIO DEL ÚLTIMO AUSTRIA
Reinaba a la sazón en España el último representante de la casa de Austria, el débil y enfermizo Carlos II (1665-1700), que descargó las tareas de gobierno en varios validos o “ministros”. Uno de los más capacitados fue Manuel Joaquín Álvarez de Toledo, conde de Oropesa, que dirigió el país entre 1685 y 1691. Había nacido en Pamplona, mientras su padre era virrey de Navarra (1643-1646). Quizás por ello tenía relaciones con los navarros que se desenvolvían en Madrid y que un año antes de que Oropesa llegara al poder, en 1684, habían fundado la Congregación de San Fermín de los Navarros. En su primera junta aparece ya Goyeneche, pero con un cargo de segundo orden, como “celador de pobres”.
Pero era un hombre emprendedor y su fortuna le permitía ya recordar y ensalzar a su tierra originaria mediante la edición de la Executoria de la nobleza, antigüedad y blasones del valle de Baztán (1684), cuya impresión sufragó. Supo hacerse un lugar en el círculo personal y en las tertulias del conde de Oropesa, de tal forma que éste le facilitó el nombramiento como tesorero del Gasto Secreto del rey Carlos II y luego como Tesorero General de Milicias. El primer cargo, aunque probablemente no reportaba grandes ingresos, proporcionaba relaciones y acceso al núcleo de la corte. El segundo, que desempeñó hasta 1710, le ponía en relación con los suministros militares y le brindaba grandes posibilidades de negocio. Su posición se vio reforzada en 1689 por su matrimonio con María de Balanza, hija del navarro Martín de Balanza, oficial de la Secretaría de Millones, un impuesto indirecto que gravaba el consumo de seis productos básicos (vino, aceite, carne…).
El Padre Feijoo señaló la habilidad de Goyeneche en el trato de las personas, su capacidad para “la intima penetración de los sujetos que trata”. Estas cualidades le permitieron superar el declive de su protector Oropesa a partir de 1691. En la década siguiente, presidida por la pugna entre Austrias y Borbones para suceder a Carlos II, Juan de Goyeneche se fue separando de las posiciones austracistas de Oropesa y, como muchos navarros, se orientó hacia la solución borbónica. Esta traslación de posturas no le impidió seguir recibiendo nombramientos como el de tesorero de la reina Mariana de Neoburgo.
En la década de 1690 ya era un hombre rico. En 1697 formó junto con Daniuel Vanheden una compañía para proveer de madera y alquitrán a las construcciones de barcos de la Armada, que era un negocio muy rentable, pero que exigía abundante capital, para resistir las tardanzas de pago de la real hacienda. En 1699 siguió en el negocio, pero con otro socio, el comerciante pamplonés José Vidarte.
BUSCANDO PRESTIGIO Y NEGOCIOS EN NAVARRA
Una característica de la actuación de Juan de Goyeneche fue su permanente vinculación con Navarra, donde durante toda la vida siguió reclutando a parientes y amigos para sus negocios. Mantuvo los vínculos con su parentela y con su tierra. A la vez Navarra fue terreno para sus negocios y sirvió de asiento para cimentar un proceso de ascenso social que condujo con prudencia y eficacia.
A partir de 1693 comenzó a construir su casa en Pamplona, en la que no habitó nunca, pero que sirvió para manifestar su encumbramiento económico y social no ya en su tierra baztanesa, sino en el centro de Navarra y ante sus instituciones. Aunque su fachada principal se situó en la calle Estafeta, su segunda fachada abierta y luminosa hacia la plaza del Castillo barruntaba los cambios urbanísticos que iban a hacer de aquel espacio el corazón de la ciudad.
A la vez, junto con otros cinco socios arrendó al rey la administración de las aduanas de Navarra para el trienio 1693-1693 por 53.000 ducados, de los que él puso más de 10.000, cifra que denota las grandes disponibilidades económicas que permitía el volumen de su fortuna. También se convirtió en procurador de los asuntos de la colegiata de Roncesvalles en Madrid (1694-1703).
Por su condición de baztanés Juan de Goyeneche era hidalgo, pero ambicionaba ascender dentro del estamento nobiliario. En 1694 compró a la real hacienda el señorío y la jurisdicción criminal sobre el lugar de Belzunce (valle de Juslapeña). Luego pleiteó ante el Consejo Real para que su palacio en Belzunce fuera reconocido como palacio de cabo de armería (1696). Para acceder a la alta nobleza sólo quedaba obtener el asiento en Cortes de Navarra y un título de nobleza, pero, vista la oposición suscitada, prefirió dilatar durante mucho tiempo este paso.

EMPRESAS Y NEGOCIOS INTELECTUALES
La edición de la obra laudatoria hacia el valle de Baztán no fue su único empeño en el terreno intelectual. Quizás para satisfacer a su suegra, la soriana María de Ambrona, patrocinó la edición de la Mística ciudad de Dios, principal obra de la famosa monja y mística sor María Jesús de Ágreda (1602-1665), cuyo original manuscrito conservó celosamente y transmitió a su principal heredero como un auténtico tesoro espiritual. También financió la edición de las poesías de Antonio Solís (1692).
Pero sin duda su empeño intelectual más importante, más perdurable y también más rentable fue la edición de la Gaceta de Madrid. En 1697 compró al Hospital General de Madrid el privilegio para imprimir la Gaceta, concebida como una publicación periódica, que contenía noticias diversas y que se fue convirtiendo en un vehículo para anunciar nombramientos y normas oficiales. Era un monopolio, que Juan de Goyeneche se esforzó en conservar durante toda su vida y que se financiaba mediante suscripciones en toda España. Fue uno de sus negocios y sentó las bases de la publicación impresa y periódica de las leyes y normas oficiales.
LAS VENTAJAS DE SERVIR A FELIPE V DE BORBÓN
Cuando murió Carlos II en 1700 y estalló una larga guerra de trece años para dilucidar si la corona española caís en manos de Felipe de Borbón o del archiduque Carlos de Austria, Juan de Goyeneche era ya un claro partidario del francés, como lo fueron las instituciones y el pueblo navarro, que veían en Felipe V al descendiente directo de los últimos reyes privativos de Navarra, Juan III de Albret y Catalina de Floix. Pero también Juan de Goyeneche estaba ligado a hombres de negocios navarros que dependían del comercio con Francia y se inclinaban por el candidato francés. La inclinación austracista de parte de la nobleza y de los asentistas castellanos, dejó el campo libre para quienes se proclamaron partidarios del Borbón, como abundantes hidalgos y negociantes del norte de España, entre los que destacaba Goyeneche, que vieron ampliar sus negocios y ascendieron socialmente.
Goyeneche se convirtió en un sólido apoyo de Felipe V y su causa. Fue tesorero de sus dos esposas, las reinas María Luisa de Saboya (desde 1700) e Isabel de Farnesio (desde 1714). Siguió como tesorero de las Milicias hasta 1710. En 1701 Felipe V le renovó el privilegio de edición de la Gaceta. Su papel como “asentista” o suministrador de la corona y de los ejércitos se incrementó durante la guerra. En todo momento Goyeneche acompañó a Felipe V, también en momentos difíciles para sus armas (1705, 1710). No dudó en aportar mástiles de navío para defender Cádiz (1702). El aprovisionamiento de los ejércitos exigía grandes desembolsos para comprar los productos, una buena organización para entregarlos en puntos diferentes y una contabilidad detallada. Como el rey no podía pagar inmediatamente, compensaba a los asentistas con la administración de rentas reales. Al familiarizarse con ellas, éstos podían luego arrendarlas. Suministros al ejército y administración de rentas estaban íntimamente unidos. Además, Goyeneche estuvo en condiciones de proporcionar préstamos tanto a Felipe V como a sus ejércitos entre 1703 y 1710. Para devolver algunos de esos préstamos en 1706 se le entregaron 6.500.000 reales de vellón. En 1710, recibió una quinta parte de los más de 1.100.000 pesos traídos desde América por la flota de Indias.
Los suministros al ejército seguían siendo necesarios después del final de la Guerra de Sucesión (1713) y proporcionaban abundantes beneficios, pero exigían crear sociedades con fuertes capitales. Para ello Juan de Goyeneche constituyó en 1712 una sociedad con los marqueses de Santiago y de Valdeolmos, el también arizcundarra Juan Bautista de Iturralde (futuro marqués de Murillo de las Limas) y otros negociantes, que se dedicó a proporcionar suministros a los ejércitos y arrendar tributos de la corona hasta 1729.

PROMOCIÓN DE LA INDUSTRIA Y ERECCIÓN DE NUEVO BAZTÁN
Para atender los suministros militares y como admirador de Colbert, Juan de Goyeneche creyó necesario fomentar establecimientos industriales que proporcionaran productos diversos, destinados a evitar importaciones y que permitieran el desarrollo de una zona escasamente desarrollada cerca de Madrid.
En 1705 inició la compra de tierras en Olmeda de la Cebolla (4.500 fanegas) y en 1714 se hizo con el señorío del lugar. A partir de 1710 instaló una gran fábrica de paños, tanto corrientes como finos para suministro del ejército, que llegó a contar con más de 800 operarios. Mientras gozó de exenciones fiscales y se mantuvieron los contratos de militares la fábrica siguió funcionando, aun después de la muerte de Goyeneche, pero sus sucesores la tuvieron que cerrar en 1762.
En Nuevo Baztán se hizo un ensayo similar, pero más complejo, puesto que incluyó la construcción de un pueblo de nueva planta, que encargó a uno de los mejores arquitectos del momento, José de Churriguera. Jerarquizado y ordenado, estaba presidido por la iglesia y el palacio de los Goyeneche y articulado en torno a tres plazas (de la iglesia, del mercado y la porticada). La fábrica inicial allí instalada producía sombreros, productos textiles y cuero para los ejércitos. Luego se amplió para fabricar productos de lujo destinados al consumo de la corte y de la alta sociedad (sombreros, sedas, zapatos, colonias…). Otra fábrica se dedicó a la producción de vidrio. Para montarlas y dirigirlas se recurrió a expertos extranjeros, pero a largo plazo no pudieron competir en calidad con las industrias extranjeras que los proporcionaban tradicionalmente y tuvieron que reorientarse hacia bienes de consumo común (papel, aguardiente, jabón).

DE LA OSTENTACIÓN PALACIEGA A LA NOBLEZA TITULADA
Cuando ya se acercaba a los setenta años, en 1724, Juan de Goyeneche encargó a Churriguera la construcción de un palacio en el centro de Madrid, en la calle de Alcalá. El suntuoso edificio reflejaba el poder y la riqueza del prócer navarro, a la vez que servía de sede para la impresión de la Gaceta de Madrid. Era la plasmación urbanística de un proceso de ascenso social y económico protagonizado por su constructor.
En el terreno social y jurídico Juan de Goyeneche fue más prudente. No reclamó para él un título nobiliario, a pesar de que su riqueza y los servicios prestados a Felipe V le hacían acreedor a ello. Consciente de que, para llegar al lustre de la nobleza, el poder económico necesita el transcurso del tiempo y la sucesión generacional, prefirió que el monarca hiciera marqués de Belzunce a su hijo mayor, Francisco Javier de Goyeneche y Balanza, en 1731, aunque fuera en atención a los servicios prestados por su padre. Le entregó además la mayor parte de sus bienes en un mayorazgo. El segundo hijo, Francisco Miguel, recibió otro mayorazgo de menor cuantía y, muerto su padre, consiguió el título de conde de Saceda (1740), que sumó al de marqués de Belzunce cuando su hermano murió sin descendencia (1748). La hija, también dotada de un tercer mayorazgo, casó con el conde de Villafranca de los Gaitanes.
El 12 de abril de 1735, cuando contaba 77 años, Juan de Goyeneche falleció en su palacio de Nuevo Baztán. Una semana más tarde, la Gaceta de Madrid difundía la muerte de su editor y recordaba que “sirvió el empleo de Tesorero de la Reyna por espacio de más de quarenta años, acreditando así en el como en otros bastos encargos de la Monarquía su desinterés, fidelidad, zelo al Real servicio y amor a la Patria”.
+ Luis Javier Fortún Pérez de Ciriza. Doctor en Historia. Miembro correspondiente por Navarra de la Real Academia de la Historia.