Exposición
Arte para noveles y expertos
La Escuela Municipal de Artes y Oficios Catalina de Oscáriz mostró en una exposición las mejores obras de sus alumnos de los cursos y talleres de Dibujo y Pintura

- Javier Estévez
La Escuela Municipal de Artes y Oficios Catalina de Oscáriz es un lugar para compartir. El miércoles organizó una exposición abierta al público de las obras realizadas por los alumnos de Dibujo y Pintura con el objetivo de “dar a conocer un poco la escuela”, explica Amaya Aranguren, profesora de primero de Dibujo.
De la mano de Aranguren, los alumnos adquieren los conceptos esenciales para desarrollar su vocación artística. La luz, la sombra, la proyección y la armonía son protagonistas en el temario de inicio de curso, aunque el progreso de los alumnos es tal que “a partir de ahí abordamos temas más complicados, como la cabeza y la figura humana, y terminamos el curso con estatuas de modelos clásicos”, explica Aranguren. Aunque no siempre utilizan modelos clásicos, puesto que también suelen poner a prueba a los aprendices con modelos reales. Asimismo, experimentan con diversas técnicas, empezando con un lapicero de grafito para después incorporar la sanguina, la sepia o el carboncillo, entre otros.
En segundo de Dibujo, una vez los fundamentos han sido afianzados, Alfredo Murillo centra sus clases en conocer la anatomía de la figura humana y añadir más técnicas. Además, “ya damos pequeños pasos en el color para que cuando lleguen al año que viene, tengan fundamentos primarios del color para poder trabajar”, cuenta Murillo. Pero no todo se reduce al trabajo académico puro. “Invitamos a artistas para que hablen de su obra y salimos a ver exposiciones interesantes en la Ciudadela, el Museo de Navarra o el Museo de la Universidad de Navarra”, añade Murillo.
Vanessa Fernández recoge el testigo para impartir los dos cursos de Pintura. “Partimos de cuatro colores básicos y, luego, desarrollamos las mezclas con gran economía de medios”, comenta Fernández. El bodegón y el modelo real son los pasos siguientes en el aprendizaje de los alumnos, que también practican las texturas con materiales menos usuales en pintura, entre los que Fernández menciona bolsas y estropajos.
En segundo de Pintura “entramos a través de la figura, practicando carnaciones, y después pasamos a retrato para terminar con paisajes”, detalla Fernández. En cuanto a las técnicas, el segundo curso está enfocado principalmente a conocer cómo emplear el óleo. Maite acaba de finalizar el último curso de Pintura, y admite que siente “mucha pena” por haber terminado después de cuatro años en la escuela. “Estoy pensando en repetir segundo de Dibujo o de Pintura para profundizar más”, confiesa. Admite que le daba mucha pereza apuntarse por la dedicación que le iba a requerir, pero “luego estás tan a gusto que no lo quieres dejar”. María Eugenia Vicente, que escucha a su compañera, solo se atreve a refrendar sus palabras. “Le doy toda la razón”.
Fuera del planteamiento académico de los cursos de Dibujo y Pintura, cuyos alumnos acuden dos horas diarias a clase, se encuentran los talleres de Dibujo y Pintura, con una dedicación semanal de cuatro horas. “Aquí dan cabida a todo tipo de niveles de maestría en el oficio”, explica Javier Muro, el profesor encargado de impartir los talleres de Dibujo y Pintura. Destaca de este formato la enseñanza personalizada, “para que el que vaya justo no se frustre y vea que puede progresar, y el que sabe bastante no se aburra”. Muro admite que no es fácil llevar este modelo a cabo, dado que “los trabajos tienen que ser, de alguna manera, comunes”. Uno de los alumnos amateur de Muro es Iñaki, que afirma que gracias a los talleres ha aprendido “a tener orden a la hora de pintar y a buscar los colores apropiados”. A los aprendices más veteranos también les merece la pena acudir a las clases de Muro. “Llevo doce años viniendo a los talleres y todos los años aprendo algo”, asegura Ángel Macías. Aunque reconoce que cuando empezó tenía más soltura que en la actualidad, “porque veo los fallos que antes no veía. Antes me corregían y ahora me corrijo yo”.
Catalina de Oscáriz fue una pintora renacentista que, como casi todas las mujeres de su época, sufrió un relego al ostracismo . De hecho, según remarca la página web del Ayuntamiento de Pamplona, “la existencia de Catalina y su labor pictórica es conocida por una circunstancia particular: se conserva la documentación de un pleito sostenido con la viuda de su hermano sobre la herencia del taller”. Cabe la posibilidad de que la historia hubiese sido muy diferente de no mantenerse dicho registro. Y es que, gracias a estos papeles, Catalina de Oscáriz cuenta hoy en día con el reconocimiento que su obra artística merece, siendo incluso la persona que da nombre a la escuela que protagoniza este reportaje. Quién sabe si Maite María Eugenia, Iñaki o Ángel pueden dar nombre a una escuela o ser referentes de los artistas del futuro, al igual que Catalina de Oscáriz lo ha sido para ellos.