Hace ocho siglos
La guerra de la Población, uno de los capítulos más sangrientos de la historia de Pamplona
El autor, historiador y profesor, recuerda los hechos ocurridos en Pamplona hace ocho siglos, en 1222, cuando vecinos del burgo de San Cernín entraron en el de San Nicolás y cometieron una matanza. Incluso incendiaron la iglesia, donde muchos se habían refugiado

- Pedro del Guayo
En este 2022 se cumplen ocho siglos de uno de los capítulos más sangrientos de la historia de Pamplona; ejemplo del odio entre vecinos y de la locura desatada. Les invito a asomarse y conocer el triste destino que tuvieron aquellos viejos vecinos del burgo de San Nicolás. Y así, si en algún momento pasean junto a su imponente iglesia-fortaleza, les hagan justicia al menos recordándoles. Comencemos.
En época de Alfonso el Batallador (1104-1134) se fomentó la entrada de población franca en el reino para su establecimiento y crear así núcleos urbanos con un fin artesano y comercial. Nació entonces el burgo pamplonés de San Saturnino o de Cernin, poblado por gentes provenientes de la región de Toulouse. Durante el mandato de Sancho VI el Sabio (1150-1194) se fundaron otros tantos y ampliaron los ya existentes. Con ello se buscaba crear nuevas ciudades que fuesen foco de comercio, pero sin los antiguos privilegios que se otorgaron a las primeras, evitando de esta manera viejas normas, como las de de San Cernin, en las cuales se dictaba que quien no fuese franco no podía vivir dentro del burgo, aun siendo clérigo o infanzón.
Pero el permiso real para que gentes autóctonas pudieran establecerse en estas nuevas comunidades acarreó tensiones entre los viejos y los nuevos grupos. Este rechazo de los vetustos pobladores (quienes tenían en exclusiva la condición legal de francos), y los recientes, desembocó en serios conflictos de convivencia a lo largo de todo el reinado de Sancho VII el Fuerte (1194-1234).
Ya a comienzos del siglo XII encontramos al sur del burgo de San Cernin la existencia de la Población de san Nicolás o también llamado Burgo Nuevo. Nacido por la llegada de gentes navarras, sobre todo de la zona de montaña, sus habitantes se dedicaron a las actividades comerciales y artesanales que, hasta hacía un tiempo dependían exclusivamente de los francos. Para los de San Saturnino esta intromisión en su modo de vida supuso una ofensa y provocó rechazo, generándose una tensión entre las dos partes. Esto dio pie a que en 1180 expulsaran a todos los navarros que, poco a poco, y aprovechando una relajación de la norma, se habían establecido dentro de sus murallas y aprendido sus oficios tradicionales. Solo se permitió la permanencia a gentes de labores consideradas menores, como labradores o sirvientes. Esta segregación y comportamiento separatista tendrá serias consecuencias con el paso de los años.
La convivencia entre ambos grupos de vecinos se hacía complicada y se hallaba salpicada de tensiones y malos modos, desembocando en peleas en las que llegaba en ocasiones a correr la sangre. El rey y el obispo tuvieron que intervenir de forma personal en alguna que otra ocasión para poder poner freno a la tensión creciente. Por ello se hizo necesario establecer ciertas leyes que ayudasen a mantener la paz, como la del 14 de abril de 1213, la cual obligaba a que ninguno de los núcleos de población acogiese a quien hubiese cometido algún delito o actuado de forma violenta en el territorio del vecino y establecía fuertes multas para los que alterasen el orden y la concordia.
EL APOYO DE SANCHO EL FUERTE
Pero la política que desplegó Sancho VII en Pamplona fue diametralmente opuesta a la de su padre. Por el motivo que fuese, tal vez inclinado por los mayores beneficios económicos que le podían reportar los habitantes de San Cernin en comparación con los otros, apoyó de forma clara y con manifiesto favoritismo los intereses y reclamaciones de los de este burgo.
En 1214 dio una muestra más de parcialidad cuando ordenó detener las fortificaciones y las ampliaciones que se estaban realizando en la Navarrería y en San Nicolás, añadiendo a su orden la prohibición de levantar en el futuro cualquier cierre o fortaleza que estuviese enfrentada hacia San Saturnino. De desobedecer lo estipulado, estos últimos tendrían pleno derecho a actuar de forma violenta y por las armas para restablecer la ley.
El conflicto estalló en 1222 por motivos que aún desconocemos. Tal vez la acumulación de venganzas personales y la tensión en crecimiento entre las dos partes, tuvo mucho que ver. De igual manera, como se ha señalado antes, quizás los de la Población hicieron oídos sordos de las normas establecidas con anterioridad y osaron levantar un muro más grande o una fortificación amenazante para el Burgo. Sea como fuere, los de San Cernin entraron con gran violencia en San Nicolás y lo destrozaron, saquearon e incendiaron por sus cuatro costados. Muchos de los aterrorizados habitantes buscaron refugio en la iglesia, pero lejos de respetar el lugar sagrado, los atacantes entraron en la misma y acometieron una matanza entre los allí presentes. Todo el templo ardió con los que estaban dentro. La destrucción terminó el mismo día que empezó, cuando los del Burgo decidieron regresar a sus casas tras haberse cobrado su venganza. Mientras unos volvían a sus hogares satisfechos y con las manos manchadas de sangre, a pocos metros otros veían desaparecer toda su vida, destrozada junto a los cadáveres de familiares, amigos y vecinos. El príncipe de Viana nos relata este suceso en su Crónica de los Reyes de Navarra de la siguiente manera: “(…) por que un dia los del Burgo de Sant Cernin, con grant poder de gentes, salieron é quemaron la dicha Poblacion; é por quanto los habitantes de la dicha Poblacion se retrajeron á la iglesia de Sant Nicolás, los del dicho Burgo, como más poderosos, tomaronlos por fuerza, é quemaron la dicha iglesia é mataron mucha gente, que en la dicha iglesia estaba, especialment perecieron unas doncellas, que era grant compasión sentir tanto daiño en tan delicadas é fermosas creaturas”.
NEGOCIACIONES
El obispo de Tarazona, Espárago de la Barca, antiguo prelado pamplonés, al enterarse de lo sucedido exigió a los habitantes del Burgo que indemnizasen a sus vecinos y reparasen el grave daño causado. Pero no se consiguió absolutamente nada. Sancho VII, apoyado de forma incondicional por el actual obispo Ramiro, a la sazón uno de sus hijos bastardos, estableció un tratado de paz con claras inclinaciones a favor de los de San Saturnino, que salieron totalmente impunes e incluso fortalecidos.
Los cuatro núcleos de población de Pamplona (el pequeño burgo de San Miguel, la ciudad de la Navarrería, el burgo de San Cernin y la población de San Nicolás) eligieron a dos representantes cada uno y acudieron a Tudela, donde se encontraban el rey y el obispo, para buscar un acuerdo. El tratado que se firmó en julio de 1222 impuso el perdón mutuo, el olvido de cualquier ofensa recibida en el pasado y la obligación de renunciar a cualquier compensación por los daños recibidos. Se estableció la reconstrucción de la Población siguiendo unos parámetros que otorgaban clara superioridad hacia los de San Cernin. Así, los de San Nicolás podrían rehacer sus casas, pero las que asomaban hacia el Burgo tendrían los cimientos de piedra no más altos de tres codos. El resto de los muros serían de madera, pero con una altura máxima de una lanza. No podrían tener estas edificaciones ventanas, troneras u otros orificios que mirasen hacia San Saturnino, señalándose además la obligación de que las fortificaciones de la Población solo pudieran estar ubicadas en los lienzos de muralla que estuviesen mirando hacia el exterior y no hacia el Burgo. Así mismo tampoco podían disponer de canaletas que vertiesen el agua al foso de San Cernin. De querer disponer de estos vertedores, deberían retraer las casas unos metros hacia dentro, para que las aguas cayesen en su terreno.
La convivencia entre los cuatro “burgos” tras la conocida como Guerra de la Población siguió siendo tensa. Al final, cincuenta y cuatro años más tarde la muerte será señora de Pamplona una vez más. Esta vez le tocará el turno a la ciudad de la Navarrería. Pero esa ya es otra historia.
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