Silvia Nanclares, este jueves en 'Oh, diosas amadas': “Dedica una tarde a leer a Annie Ernaux y te conviertes”

Silvia Nanclares recuerda cómo, “por la manera de escribir tan poco sentimental”, le impactaron los dos primeros libros que leyó de la autora francesa Annie Ernaux, sobre su aborto clandestino en la Francia de 1963 ('El acontecimiento') y sobre su relación con un diplomático casado ('Pura pasión'). Era 2008 y desde entonces para la escritora madrileña se ha convertido en un modelo de cómo llegar a ser autora. Por eso Nanclares, que en 2017 publicó la novela autobiográfica 'Quién quiere ser madre' (sobre los intentos de maternidad tardía y todas las implicaciones emocionales y sociales de este proceso), estrena con una charla sobre Ernaux (Lillebonne, 1 de septiembre de 1940) la segunda edición del ciclo 'Oh, diosas amadas' de Letraheridas este jueves a las 19 horas en Condestable. De Ernaux ha dicho: “Es la mejor de la vida”, “Te deja KO”, “Su proyecto literario me atraviesa...”. Eso no se piensa tras una sola lectura... [ríe] No, no, viene de lejos, efectivamente. ¿Cómo la conoció? Ahora se ha empezado a publicar más sistemáticamente, pero cuando la leí por primera vez, en 2008, había poquísimo disponible. Leí 'Pura pasión' y 'El acontecimiento', pero me di cuenta de que ya la había leído en el volumen 'Maternidad y creación' que editó Alba en 2000 y de la que ahora ha hecho una reedición ampliada. En ese libro había un fragmento de 'La mujer helada', una de sus primeras novelas donde cuenta cómo ella, una mujer liberada de los setenta, al convertirse en madre y sobre todo en esposa se ve inmersa de repente en una pareja de esa época, súper convencional, con los roles muy divididos por sexos..., se viene abajo y escribe 'La mujer helada'. ¿Y qué le ocurrió con aquellas dos obras? Cuando leí 'Pura pasión' y 'El acontecimiento', justo estaba empezando con la escritura autobiográfica y montaba mi primer libro de relatos. Me impactó muchísimo esa manera de escribir tan poco sentimental. Porque creo que el problema con la escritura autobiográfica es que tendemos a edulcorar, a contarnos la mejor versión de nuestra vida o a contarla muy dramáticamente, los dos extremos. Y, sin embargo, ella, con esa distancia con la que parece un notario de su propia vida, logra impactar. Ni se muestra como víctima, ni te está dando lecciones morales, ni se quiere redimir. “Te planto esta verdad objetiva y ya con eso haces lo que quieras”. Teniendo en cuenta, además, la crudeza de muchas de las cosas que narra: su aborto, la atadura a ese hombre casado, la enfermedad y muerte de su madre... ¿Le impactó por esa forma de abrirse? Por esa crudeza que dices y esa capacidad de diseccionar su propia memoria, como si fuera una entomóloga. Otra cosa que hace muy bien es trasladarse al pasado no con la mirada de hoy, sino siendo muy fiel a quien era ella en ese momento, y me parece de una valentía... Porque todos cambiamos a lo largo de la vida y, si ahora me pongo a hablar de mi adolescencia, probablemente maquille cosas o voy a ser comprensiva conmigo. Pero ella lo cuenta como si realmente viajara a ese pasado. Es magnífica. Tiene una maestría en muchos sentidos. Y qué preciso es el lenguaje, sin adornos. ¿Hay que ser de cierta manera para escribir así? Creo que sí. Para empezar, hay que ser francesa [ríe]. Y francesa del norte, porque ella es de Normandía. Hay una especie de desapasionamiento, de frialdad, que creo que aquí en España, o escribiendo en castellano en general, sería más difícil. A ella le ayuda. Es una mujer muy desapegada; abandona la casa de sus padres muy pronto; no tiene hermanos, algo tan europeo pero tan extrañas para nosotros esas soledades tan tremendas. Y, sin embargo, la escuchas hablar y es de una dulzura... Hay una parte que se puede achacar a ser francesa, a su clase social, a su trabajo -ha sido maestra de Educación a distancia, es una mujer que tiene un punto ermitaño también-, a que vive en un suburbio de nueva construcción de París... Es muy particular. Sí, creo que hay una pasta especial. Y plasmar toda tu vida en libros ¿es también cuestión de valentía? En su caso, cuestión de honradez. De hecho, empezó escribiendo novelas más al uso, con inspiración autobiográfica pero con personajes. Hasta que llegó a la conclusión de que no era la literatura que quería hacer. En su caso es una cuestión de honestidad: quiere ser una persona totalmente íntegra y lo aplica a la literatura. “No me puedo inventar nada. Tengo que contaros mi vida”, y hace hincapié además en que no es nada del otro mundo, que no le ha ocurrido nada extraordinario. Es la forma en cómo ella se enfrenta a la narración. Me ha ocurrido que yo no la había leído y he ido encadenando un libro tras otro. Eso es típico de ella: te haces como muy de la logia y quieres tener todos sus libros. En 1997 escribió Una mujer, sobre la muerte de su madre, y después el del alzheimer de su madre ['No he salido de mi noche'], como si fuera otra temporada de la serie, como si tuvieras una profundidad nueva. Para entonces conoces el café de los padres, al padre, a la madre, las parejas que ha tenido, los hijos... toda su vida, y crea casi como esa religión. Es muy gustoso como lectora, como fan, ir leyéndola así y verla cambiar. Te haces de su equipo. Además de hablar de su vida, reflexiona sobre la escritura, sobre por qué lo hace. Es fantástico. Que no tiene vergüenza en anotar cosas, que quien hace esto no es un exhibicionista porque este tiene el deseo de mostrarse y ser visto en ese instante. Está muy meditada. Como ahora tiene 80 años, podemos ver perfectamente el arco de su proyecto literario. Se puede analizar muy bien su obra -no terminada, espero- e ir viendo cómo ha ido incluyendo esas reflexiones en casi todos sus libros. En 'El lugar', al hablar del lenguaje, cuenta cómo sentía vergüenza ante el de su padre, “pero cómo voy a escribir literariamente si traicionaría mi clase social”; en 'Pura pasión', “cómo se puede plasmar esto en un escrito”. Ir acompañándola y ver cómo va creciendo y cómo se cuestiona cosas nuevas o se recuestiona otras es maravilloso. Por eso digo lo de la honestidad: como parte de ahí y es tan sumamente honesta, lo que lees tiene mucha verdad. ¿Cómo inocular al resto que la lea? Diciendo, por ejemplo, que 'El acontecimiento' y 'Pura pasión' te los lees en una tarde. A Ernaux, que trabaja muy bien la novela breve, daría una oportunidad una tarde, “dedícale una tarde de tu vida y te vas a convertir”. También es verdad que hay gente a quien, según en qué momento esté de la vida, esa dureza le puede echar para atrás. Pero Ernaux genera mucha devoción. Su obra es un fresco del siglo XX y de principios del siglo XXI. 'Los años', que publicó en 2008 y con la que se consagró como autora en Francia, ha sido para los franceses como leer la historia reciente de su propia sociedad a lo largo de casi siete décadas. Cuando escribe, ¿la tiene en mente? No es una autora a la que me quiera parecer en estilo, porque creo que soy más pasional y más amazónica -no me sale esa escritura tan seca, de frases cortas-. Pero, por su trayectoria, la tengo como un modelo de cómo llegar a ser autora, como una guía: me parece de una coherencia, de una calidad y de una honestidad respecto a su clase social, a cómo ha estado fuera de las camarillas literarias, a cómo ha tardado en llegar su reconocimiento, a que es una autora que ha empezado a escribir tarde... Me acompaña mucho. Y me gusta cómo quiere interpelar y hablar de sí misma pero para hablar de una colectividad.

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