Mikel Zuza traza una nueva visión sobre el Príncipe de Viana

Es uno de los personajes “más icónicos” de la historia de Navarra, y también una figura lastrado por algunos tópicos, como la del príncipe apocado que no supo plantar cara a su padre, Juan II. Atraído por la figura del Príncipe de Viana -“es un personaje que me ha gustado desde que era pequeño”-, el escritor Mikel Zuza ha publicado un libro que aporta una visión “completamente nueva”. Editado por Pamiela, Príncipe de Viana: el hombre que pudo reinar, muestra que Carlos de Evreux y Trastámara (1421- 1461) luchó por todos los medios -militares, legales e incluso literarios- para defender su derecho al trono de Navarra. Incluso creó una obra de teatro para insultar a sus enemigos, Juan II y el almirante Enríquez. “Este libro echa por tierra la visión de un príncipe melifluo y sumiso. Fue un personaje tan intrigante como su padre, con menos medios económicos pero con mucha más imaginación”, asegura Mikel Zuza Viniegra (Pamplona, 1970). No se trata de una “biografía al uso”, ya que la obra se apoya en un documento inédito que Zuza descubrió en los Archivos Departamentales de los Pirineos Atlánticos, situados en la ciudad francesa de Pau. “Para mí fue como descubrir la tumba de Tutankamón”. El texto recogía las 87 acusaciones redactadas por los jefes del bando agramontés contra el Príncipe de Viana y sus partidarios. Bibliotecario de profesión y formado como historiador, Mikel Zuza comenzó a descifrar el citado documento, un cuaderno de seis folios escrito en letra gótica, y decidió convertirse en el “abogado defensor” del Príncipe de Viana. “El libro es un juicio en el que el lector se convierte en el jurado”. La obra, editada en la colección Ensayo y Testimonio de Pamiela, gira en torno a los 87 puntos, basados “en una de las emociones más fuertes del género humano: el deseo de venganza”. Se trata de una lista de “quejas y denuncias” por hechos cometidos antes y durante la guerra. “Una guerra que estalló por la negativa de su padre a cederle la corona que le correspondía como heredero legítimo”, señaló Zuza. El enfrentamiento entre padre e hijo duró una larga década. Mientras el príncipe Carlos se apoyó en los beaumonteses, Juan II contó con el apoyo de Aragón, de los agramonteses y de sus partidarios en Castilla. A Zuza le interesaba indagar especialmente en el vínculo del Príncipe de Viana con Navarra. “Él había sido educado expresamente para ser rey de Navarra. Mostró un navarrismo a ultranza. Desdeñó las preocupaciones fundamentales de su padre, que eran Aragón y Castilla”. Carlos de Evreux y Trastámara vivió 40 años, 34 de los cuales los pasó en Navarra. Forzado al exilio al perder la guerra, buscó cobijo en la corte napolitana de su tío Alfonso el Magnánimo y fue recorriendo toda la cuenca mediterránea hasta que acabó sus días en Barcelona. “La mayoría de los historiadores se habían centrado en los últimos cinco años de su vida”, apunta Zuza. UN HEREDERO "A SU SEMEJANZA" Juan II procedía de la familia Trastámara, “de origen bastardo, que había llegado al trono mediante una guerra”. Logró reinar en Navarra gracias a su matrimonio con la reina Blanca, “y se negó a soltar el trono”. Según Zuza, los asuntos de Navarra le interesaban poco. “Pasó su vida guerreando en Castilla”. Al morir Blanca de Navarra, Juan II perdió su derecho al trono al ser rey consorte, pero pocos años después se casó con Juana Enríquez, hija del almirante de Castilla, Fadrique Enríquez, quien también persiguió al Príncipe de Viana. “El rey, al casarse con Juana, buscaba un heredero hecho a su imagen y semejanza, y efectivamente lo consiguió con Fernando el Católico, quien cumplió con todas las expectativas que su padre se había marcado y acabó heredándolo todo. Y lo que no heredó, lo conquistó”. En 1460, pocos meses antes de morir, Juan II reclamó la presencia del príncipe Carlos en las Cortes de Lleida, circunstancia que aprovechó para detenerle. Según la crónica castellana, Enrique IV de Castilla le mandó una serie de embajadores en el camino entre Barcelona y Lleida para comunicarle lo que le iba a ocurrir. “Lo que quiere el rey don Juan es que haya un solo rey en España”, le anunciaron. El vaticinio se cumplió en 1512, cuando Fernando el Católico conquistó Navarra. También le alertaron sobre su posible envenenamiento. “Ándese con cuidado, su alteza, porque es muy de temer que le den algún bocado de muy mala digestión”. Y aunque no se puede saber con certeza si eso ocurrió, Zuza considera que Juan II “era muy capaz” de hacerlo. Comparado con Hamlet Según se recoge en las acusaciones del bando agramontés, el Príncipe de Viana también recurrió a las armas literarias, en concreto al teatro, para atacar a Juan II. “Escribió una obra, datada en 1449, para insultar a su padre y reivindicar sus derechos”, una circunstancia que le emparenta con otro príncipe maldito, el Hamlet de Shakespeare. “Muchos autores, al tratar la figura del Príncipe de Viana, la habían puesto en relación con Hamlet por su carácter dubitativo, en el sentido de que nunca llegó a hacer nada”. Sin embargo, Zuza hace otra lectura diferente. “Al igual que en la obra de Shakespeare, el Príncipe de Viana escribe una obra para ofender a su padre”. Titulada Los doce Pares de Francia contra las doce tribus de Israel, esta obra se representó en el Palacio de Tafalla. El título hace referencia a los nobles orígenes del Príncipe de Viana, descendiente de Carlomagno, mientras la mención a Israel es un ataque al rey Juan, casado con Juana Enríquez, descendiente de judíos, y al almirante Enríquez, padre de Juana. “En aquella época, el teatro era un arma de propaganda y el Príncipe de Viana la utilizó a su favor para poner en evidencia esos orígenes judíos de sus enemigos”, explica Zuza. “Los únicos cronistas que se atrevieron a denunciar el posible origen judío de los Enríquez son extranjeros. Los cronistas castellanos no se atrevían a decirlo. Como los Enríquez habían entroncado con la familia real, se jugaban el pescuezo si les insultaban de esa manera”. La “guerra literaria” del Príncipe de Viana también se apoyó en otro documento, la Crónica de los reyes de Navarra, un texto que suscitó otra de las críticas del bando agramontés, ya que el Príncipe no hacía mención alguna de su existencia. En esta Crónica falta una cuarta parte referida a los hechos vividos por su autor, y a la que se hace mención en una de las acusaciones. “Hasta ahora se decía que no había existido. Yo intuyo que el padre la hizo desaparecer”, comentó Zuza.

Mikel Zuza traza una nueva visión sobre el Príncipe de Viana

Se basa en un documento de la época que recoge 87 quejas escritas por el bando agramontés en su contra

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