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FIESTAS

Las manos anónimas de la procesión

Una de las principales tradiciones de Estella, la procesión, necesita de cientos de vecinos anónimos que cada primer domingo de agosto a las doce del mediodía acuden a acompañar a los dos patrones de Estella, la Virgen del Puy y San Andrés.

Actualizada Domingo, 2 de agosto de 2009 - 04:00 h.
  • M.M. . ESTELLA

DOCE del medio día del domingo. Las reliquias de San Andrés inician su descenso por la escalinata de San Pedro de la Rúa -este año debido a las obras en el recinto religioso harán su papel los peldaños de la parroquia de San Miguel- mientras abajo le aguarda la figura de la otra patrona de Estella, la Virgen del Puy. Lentamente, comienzan a levantarse estandartes, cruces procesionales, mientras se escucha la música de la gaita, txistu y la banda de música.

Son los primeros compases que marcan la procesión de Estella.

En una crónica así descrita, parece como si todo se articulara por obra y gracia de este "ayre" que sólo se ve en la ciudad del Ega en Semana Santa. Pero bajo las reliquias del apóstol y la figura de la virgen, tras la bandurria o el txistu hay cientos de caras anónimas que cada domingo logran articular durante hora y media una de las tradiciones más concurridas de Estella. Son las manos, bocas, pies de la procesión.

Savia nueva

Para Pablo Ezcurra Fernández, un adolescente de 17 años que aspira a estudiar Medicina, serán sus primeras fiestas como uno de los porteadores de las reliquias de San Andrés. La decisión de prestar sus hombros a los restos del cráneo del patrón estellés obedece a la necesidad de continuar con una tradición iniciada por su padre, Miguel Ángel Ezcurra Mazquiarán. "Él llevaba al patrón hasta que en la década de los setenta robaron el omoplato. Y como el párroco de San Pedro, José Mari Martincorena, me daba clases de religión en el colegio El Puy le pregunté si podía hacerlo".

De aquello hace dos años y desde entonces se le ha requerido en un par de ocasiones: cuando en mayo del año pasado con motivo del 50 aniversario de la entronización de la Virgen del Puy se realizó una concentración de figuras marianas con la presencia de las reliquias, y el mismo mes de este 2009 cuando se puso punto final al año jubileo de la patrona estellesa. "Al ser el nuevo pensé que sería un ambiente más bien frío. Y todo lo contrario, fueron muy majos conmigo".

Ahora tiene ganas de que llegue el domingo para estrenarse en la procesión de las fiestas patronales. "Por supuesto me iré a casa pronto, no es cuestión de llevar a San Andrés medio dormido. Aunque tampoco pesa mucho lo que me permitirá trasnochar un poco", afirma. Una tarea a la que acudirá como único representante de su generación. "Son pocos los jóvenes que se animan, y menos a mi edad. En la cuadrilla me dicen que si estoy zumbado. Y yo intento animarles a que vengan".

Además con su presencia en la procesión también rubricará su retorno a las fiestas. "Desde que tenía tres años mi familia aprovecha estas fechas para ir de vacaciones. Pero ahora he decidido quedarme y disfrutar a tope del cohete y los encierros. Aunque delante de las vacas no correré hasta el lunes, no lo vaya a fastidiar".

Tradición familiar

Cristina Juániz Vergaratenía 17 años cuando por primera vez prestó su hombro a la Virgen del Puy. Y a sus 41, esta pedagoga casada y con tres hijos, sigue los pasos de su madre María Jesús Vergara de Miguel ahora encargada de reunir a las porteadoras y establecer los grupos en función de la altura y la edad. En total, se consiguen seis formaciones integradas por ocho mujeres cuyo único requisito para participar es que acudan momentos antes de la procesión vestidas con falda y alpargatas. "No es un coto cerrado. Incluso da igual que seas de Estella o de fuera, ni tampoco es necesario apuntarte en ningún sitio. Pero casi siempre acudimos las mismas".

Mujeres que, como reconoce Cristina Juániz, al día siguiente apenas notan el hombro. "Pesa una barbaridad. Y también pasamos mucho calor. Pero eso lo solucionamos con los porrones que una vez termina la procesión y nos sacamos una foto de familia nos dan en la peña San Andrés". Pero la víspera, al menos por la noche, ni gota de alcohol. "Desde joven me iba pronto a la cama. Entonces sí me daba pereza pero también me hacía mucha ilusión sacar a la patrona porque en casa somos muy devotos de la virgen y debía hacerlo con buena cara".

De todos estos años, se queda con la emoción de la gente al paso de la figura mariana. "Te toca ver personas muy enfermas que hacen un esfuerzo por venir y acompañar a la virgen o incluso llevarla. O también aquel caso de una chica que había adoptado a una niña de tres años y le puso de nombre María Puy y ambas nos siguieron todo el recorrido".

Ella confía en no ser el punto final de la familia. De hecho, su hija María Arbide, de 10 años, va a su lado en la procesión junto a la hija de su hermana, Leire Ruiz de Alda, de 7. Además, por detrás queda la pequeña, Lucía, de 5 mientras que el mayor, Miguel, de 13, se tendrá que conformar con San Andrés porque a la patrona estellesa sólo pueden llevarla mujeres. "Y las jóvenes se reservan para cuando se entra a la plaza. No sé muy bien por qué. Quizá para demostrar que la devoción pertenece a todas las generaciones". Incluso podría materializarse en las más pequeñas si prospera la idea de sacar una réplica en miniatura para que la porten las niñas. "Sería muy bonito", dice Cristina Juániz.

En nombre de todos

"Para mí llevar la cruz procesional supone, o eso intento, cargar con la cruz de los más desfavorecidos. De los enfermos, encarcelados, parados... En definitiva, del que sufre". Así resume su labor Andrés Crespo Iriarte,un prejubilado de Bosch Siemens de 62 años, casado y con dos hijos. Desde hace ocho años, él se encarga de portar la cruz de la parroquia de San Juan. "Me lo propusieron y como cristiano no pude negarme". Afirma que, a pesar de tener un carácter nervioso, siempre sale tranquilo y que tampoco repara en el peso de la cruz. "No es algo que importe. A mí me interesa la carga que para algunos supone la vida. Y a veces, resulta insoportable. Lo mío no es nada. Yo mientras camino, voy pidiendo por ellos".

En su recorrido durante la procesión, Andrés Crespo también tiene siempre en mente a su hijo David Crespo Aspe, de 25 años. "Está en una silla de ruedas y no habla. Pero yo me comunico con él gracias a la mirada. Pero sí sabe sonreír y ser agradecido. Cosas así aligeran el equipaje de uno", afirma. En definitiva, este estellés no entendería su cometido si no fuera acompañado de devoción. "Para mi no es una cuestión de tradiciones. En mi caso demuestro que como creyente soy libre y elijo llevar la cruz. Ese es mi testimonio y no salvaguardar un ritual", dice.

Un hombre que afirma además que ese sentimiento debe mantenerse durante todo el año y no un día concreto. "La oración debe estar presente en nuestras vidas siempre. Ya lo decía Ghandi, es la llave de la mañana y el cerro de la noche", expone. Y si se habla de fiestas, también aquí impone el mundo de los sentimientos. "Me gusta la alegría y sencillez con la que se viven estos días. Pero a veces se pasa al libertinaje, con agresiones a las calles y las personas".

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Comentarios
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  • ¿Llevar a hombros a la Virgen del Puy?: me encantaría. La llevaría por devoción. Pero, hay que ver a las mujeres que la portan..., Llevan falda, sí ¿pero que faldas algunas!, ¡qué escotes! ¡qué gafas de sol! VAYA, QUE VAN A LUCIRSE, porque luego no se las ve a casi ninguna de ellas en Misa en todo el año.Cualquiera se mete ahí

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