Este año los protagonizan 10 de los 11 morlacos de la "ganadería" de la Orden del Volatín, ya que "Bardenero" está "lesionado"
Nadie duda de que es todo un clásico para los niños durante estas fechas. Se desarrolla, a partir de las 12 horas, las cuatro últimas jornadas festivas; su recorrido es de unos 600 metros por el corazón del Casco Viejo de la ciudad; y los protagonizan once astados simulados -6 novillos y sus 5 hermanos pequeños- de la "ganadería" de la Orden del Volatín.
No obstante, y como siempre hay que intentar reflejar la novedad en un acto tradicional como son los encierros infantiles, cabe mencionar que en esta edición los niños corren ante un astado menos, ya que el novillo Bardeneroestá lesionado. Pero que no se preocupe nadie, porque se recupera en los corrales de la entidad organizadora, situados en la calle Rúa. "Cuando revisamos a los toros simulados, nos dimos cuenta de que uno tenía la válvula de una rueda averiada, por lo que no ha salido ningún día", afirmó Javier Añón, presidente de la Orden del Volatín. "También copiamos en eso al encierro de los mayores, ya que el primer día tuvieron que devolver un astado a los corrales", bromeó.
Ante las astas
Instantes antes del inicio del acto comienza el ritual. En la verja de la ventana de la sede de la Orden del Volatín -la divisa de su peculiar "ganadería" verde y amarilla-, se coloca una imagen de Santa Ana a la que cantan los corredores pidiendo su protección. Después, un cohete surca el cielo tudelano para anunciar la salida de la manada. Un grupo de jóvenes se encarga de llevar a los astados en el trayecto.
Los chavales esperan ansiosos a los morlacos y se hacen hueco entre otros corredores para coger buen sitio. Los ya veteranos -a pesar de su corta edad- protagonizan bonitas carreras mientras que los más pequeños enfilan el recorrido acompañados de sus padres. Hasta 3 veces, tras los consiguientes descansos, completan el recorrido ante los morlacos. Después llega el reparto de obsequios a los participantes que realiza la Orden del Volatín con la colaboración de Diario de Navarra. "Es emocionante ver la cara de los críos ante los toros, como si fueran de verdad. Compensa los esfuerzos", dijo Javier Añón.
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Un niño participante en el encierro realiza una bonita carrera casi rozando el asta de uno de los toros simulados. BLANCA ALDANONDO
La calle Rúa, llena de corredores durante el encierro infantil. B.A.
Tres niños de corta edad corren acompañados de sus padres. B.A.
Niños y algún adulto, en el reparto de obsequios tras el acto. B.A.
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