Los médicos creen que se recuperará perfectamente para la vida ordinaria, pero no se sabe si volverá a competir
La suya es la historia de un superviviente. La de un ciclista que se despeñó hace 35 días por un barranco de 80 metros durante la octava etapa del Giro. Un accidente que a cualquiera le hubiera costado la vida, pero milagrosamente él, Pedro Horrillo, está vivo para contarlo. Le ha supuesto una veintena de fracturas por todo el cuerpo que le van a obligar a una larga recuperación. Quizá no pueda volver a ser ciclista profesional con el Rabobank, es lo mismo. Ésta es su historia.
Horrillo apareció ayer en la sala de prensa de la Clínica Universidad de Navarra encajonado en un aparatoso collarín, andando por su propio pie con la ayuda de unas muletas y escoltado por el equipo médico. "Vaya entrada triunfal", bromeó. El ermuarra vestía el polo de su equipo, Rabobank, unos vaqueros cortos. Está chupado, consumido por un mes y medio largo de lucha hospitalaria. Pero nadie diría que este hombre coqueteó con la muerte el pasado 16 de mayo, cuando se precipitó por un barranco de 80 metros tras una curva a izquierdas en el descenso del Culmine de San Pietro. Ni siquiera que, después de saltar el quitamiedos y precipitarse al vacío e impactar con varios árboles durante su caída, se produjo una veintena de fracturas; las más graves una abierta del fémur y un destrozo de la rótula izquierda.
El ciclista abandonó ayer la clínica rumbo a su casa en Adabiño. Allí se lleva un largo plan de rehabilitación y un mar de vagos recuerdos en el que día a día va poniendo orden. Horrillo no recuerda nada de aquella octava etapa del Giro, del accidente. Aquello no existe en su disco duro, todo lo que sabe se lo han contado otros.
Como el médico del equipo de rescate que se descolgó por el barranco, y lo encontró 80 metros más abajo con los ojos abiertos, en medio de un charco de sangre, intentando ponerse de pie con la pierna izquierda reventada y que le dijo en italiano "me chiamo Pedro", le señaló la trayectoria de la caída y después se quedó dormido en la piedra. Como el equipo que le evacuó en helicóptero, o el que le estabilizó en Bérgamo después de diagnosticarle alrededor de 20 fracturas: un traumatismo craneoencefálico, otro abierto del fémur y rótula izquierda, otro en una vértebra o una decena de costillas fracturadas, un shock hemorrágico muy importante y la tensión por los suelos. O el enfermero argentino que trabajaba en el Ospedali Riuniti de Bérgamo, donde estuvo ingresado, y que durante muchos días fue su contacto con la realidad. "Tardé dos o tres días en digerir el shock y lo que me estaba pasando, pero cuando vi que mi mujer estaba allí, supuse que algo grave había pasado", explicaba ayer el ciclista
Reconstrucción en Pamplona
Horrillo permaneció tres semanas ingresado en Bérgamo, una en coma. Allí le estabilizaron, tenía los pulmones encharcados y como un colador por las fracturas de costillas, y le hicieron una primera intervención en la pierna izquierda. Mientras su suegro estudiaba la posibilidad de trasladar al ciclista a la Clínica Universidad de Navarra para seguir en España su recuperación. El pasado 1 de junio, el mismo día que su compañero Menchov celebraba la victoria en el Giro, fue trasladado en un Air 118, un avión medicalizado, hasta Pamplona para seguir su recuperación más cerca de casa.
En cuanto Horrillo aterrizó en Noáin, en el centro hospitalario tenían todo listo para empezar a "reconstruir" al ciclista. El equipo de traumatología se topó con un puzzle complicado de resolver porque le faltaban piezas. El ermuarra ha pasado dos veces por el quirófano. Una para rehacerle la pierna izquierda -que se había quedado seis centímetros más corta que la derecha y había perdido sustancia en el accidente- y la otra para corregir y fijar la vértebra C7, por la que se le ha colocado un collarín que deberá llevar durante un mes y medio más. En los dos casos ha sido necesario realizarle injertos.
"Creo que podemos congratularnos de que Pedro esté aquí, por la caída que tuvo, por la complicación de las fracturas que presentaba, y por haber solventado una situación que acarreaba un riesgo alto de infección. Sin un físico de deportista como el de Pedro y sin su espíritu de lucha esto no hubiera sido posible", comentaba ayer el doctor Valentí, uno de los traumatólogos que le han intervenido.
Horrillo ha permanecido ingresado en la CUN 23 días, cuando las primeras informaciones apuntaban que el ermuarra iba a pasarse todo el verano ingresado. Dice el equipo médico que le ha atendido que su fortaleza física y, sobre todo, las ganas de salir adelante han acelerado sustancialmente su recuperación.
Pero el trabajo no ha terminado aquí. Horrillo deberá realizar un larga rehabilitación de al menos otros seis meses. "Saber si va a poder volver a competir es muy precipitado, lo dirá el tiempo", explicó el doctor Díaz de Rada.
El espíritu Horrillo
Dice un ciclista amigo que Horrillo volverá a subirse a una bici como profesional, simplemente porque es Horrillo. El ermuarra no es un corredor al uso, a sus 34 años tiene una cabeza privilegiada, bien puesta. Ha estudiado Filosofía, es columnista habitual en El País en sus páginas de ciclismo y, por encima de todas las cosas, es de los que ve siempre la botella medio llena, jamás medio vacía.
"Sé que a partir de ahora el camino va a ser más fácil, habrá dificultades, y soy consciente de que los pasos los voy a dar muy poco a poco, pero siempre hacia adelante. Mi objetivo es llevar una vida completamente normal, claro que tengo ilusión por montar en bici y más adelante intentar adquirir el nivel que tenía antes. Sé que tendré un montón de dificultades y no sé si seré capaz de conseguirlo, pero yo voy a poner todo de mi parte. Si no lo consigo, terminará una etapa y comenzará otra", explicaba.
Para Horrillo, casado y padre de dos niños, sabe que su vida dio un giro en monte San Pietro. "No sé cómo va a marcarme esto, lo veré en unos meses. Siempre he tenido una actitud positiva, y ahora voy a dar mucho más valor a cosas que antes no se las daba, y a sacarle el jugo a lo cotidiano". Lo dice un superviviente.
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Pedro Horrillo, sonriente, junto con el doctor Valentí ayer por la mañana nada más ser dado de alta en la Clínica Universidad de Navarra. EFE/VILLAR LÓPEZ
Los doctores Lucena, Valentí, Pedro Horrillo y Díaz de Rada, ayer en la rueda de prensa. JAVIER SESMA
Horrillo, ayer en Pamplona.
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