El lateral -que ya se ha mudado a Dinamarca- se va del Portland, hace balance de estos cinco años como antoniano y se despide de la afición
Lars Jorgensen, lateral danés del Portland San Antonio, no seguirá en el equipo pamplonés la próxima temporada ya que ha fichado por el AG Handball de Dinamarca, un equipo recién ascendido a la segunda categoría de su país y que, con el acaudaladoJesper Nielsen como presidente (quien hizo una oferta incluso a Olafur Stefansson), tiene un ambicioso proyecto para los próximos años.
Jorgensen -al que le quedaba aún un año de contrato con el equipo navarro- alcanzó recientemente con el San Antonio un acuerdo para rescindir su compromiso dadas las actuales circunstancias económicas del club pamplonés, que tiene previsto reducir para la próxima campaña un tercio de su presupuesto.
Finalmente, y aunque hasta el final de la pasada Liga el 16 de mayo apostaba por cumplir su contrato antes de irse en 2010 a Dinamarca, Jorgensen, de 31 años, ha decidido apostar por un proyecto en el AG a pesar de que, tanto deportiva como económicamente, la oferta era inferior a la que disfrutaba en Pamplona.
Las circunstancias familiares del jugador -que ahora va a vivir a escasos kilómetros de la localidad donde residen sus padres y los de su esposa Rikke- han acabado por decidirle a tomar este paso.
Así, Jorgensen -un pilar dentro de la defensa del club antoniano en las últimas seis temporadas y uno de los mejores especialistas defensivos del mundo- cierra una etapa en el balonmano español de 8 años.
Su salida del San Antonio -en el que esta temporada era uno de lo tres capitanes del equipo- se une a las ya conocidas de Claus Jakobsen, Renato Vugrinec, Kristian Kjelling y Juancho Pérez. Precisamente, la baja de Jorgensen y la del pivote extremeño dejan sin la dupla que ha formado el centro de la defensa antoniana en los últimos años, algo que Chechu Villaldea y la directiva deberán resolver.
¿Por qué ha decidido finalmente dejar el Portland San Antonio?
Ha sido todo muy rápido. Acabé la Liga completamente decidido a seguir y cumplir con el año de contrato que tenía con el San Antonio, antes de regresar a Dinamarca. En los meses anteriores, había recibido ofertas para irme, pero ninguna era lo suficientemente atractiva. Sin embargo, a los cuatro días de jugar el último partido contra el Torrevieja llegó la oferta del AG. Lo hablé con mi mujer, vimos que era una opción interesante y lo comenté al club. Ellos me entendieron y llegamos a un acuerdo. Para todos ha sido una buena solución.
La crisis económica y la reducción de presupuesto en el Portland también ha influido, ¿no?
La crisis nos ha cogido a todos y creo que sí que ha adelantado un año mi decisión de regresar a Dinamarca. Además, el proyecto del AG es muy atractivo, ambicioso. Es un club que, aunque está en Segunda, ha hecho buenos fichajes y quiere seguir creciendo, aunque aún no está al nivel de lo que puede ser el Portland. Es un reto, una experiencia nueva y sin tanta presión ni exigencia como la de los últimos años. De todas formas, lo que realmente me ha decidido a fichar por el AG Handball es que éste juega a apenas 40 kilómetros de casa de mis padres. Así, mis hijos van a poder estar con sus abuelos, algo que hasta ahora no podían. Queremos que les conozcan y disfruten con ellos.
¿No le da pena salir del club así, sin poder despedirse de la afición como otros compañeros...?
Sí. Lo siento, pero las circunstancias al final se han dado así. Ha sido todo muy precipitado, casi no he podido ni despedirme de la gente con la que he estado estos años. El club sí que me organizó una cena de despedida.
¿Qué les diría a los aficionados?
Que no soy ni Jackson (Richardson) ni Balic ni Ruesga, pero sí soy un jugador que siempre pelea en la pista, que lucha por el equipo, que lo da todo, y, eso, creo que es algo que ha conectado muy bien con la afición navarra. Al menos es lo que he sentido. Por eso creo que la afición me respeta por todo lo que he hecho. Me he sentido querido y estoy muy agradecido por ello. Es un club en el que siempre se ha cuidado y se ha apostado por la defensa. He tenido ofertas de Ademar, Barcelona, Ciudad Real... pero siempre he creído que el San Antonio era el mejor club para mí.
¿Qué balance hace de esta etapa?
Ha sido la mejor experiencia de mi vida, mis mejores años. En Navarra han nacido mis dos hijos, me casé en Egüés -con Kasper (Hvidt) y Lasse (Boesen) como testigos- y, deportivamente, ha sido cuando he jugado al máximo nivel, con compañeros que han sido los mejores del mundo... Ha sido la época más bonita de mi vida. Ya desde que llegué. Zupo apostó por mí para sustituir a Kisselev y me pareció increíble. Kisselev era un grandísimo defensor y para mí fue un auténtico honor. En Altea viví fantásticamente, pero en Pamplona ha sido mejor. Como jugador, como marido y como padre ha sido una etapa inolvidable.
También tendrá algún "pero"..
El único que puedo poner es el que, aunque hemos optado y hemos tenido a tiro varios títulos, sólo he logrado aquí una Liga y una Supercopa.
Precisamente, el equipo lleva una racha negativa en ese aspecto...
Sí, las últimas dos temporadas han sido tristes en el plano deportivo. Hemos sufrido demasiado a pesar de la calidad de la plantilla. No sé por qué ha ocurrido. Ojalá lo supieramos porque, entonces, seguro que hubiéramos intentado solucionarlo. Hemos vivido un cambio radical. Cuando llegué, en una campaña en la que hubo 8 fichajes, el equipo ganó la Liga y perdió sólo cuatro partidos en toda la temporada. Pero, luego, el equipo se ensombreció mientras los rivales mejoraban. Han pasado distintos jugadores y distintos técnicos pero la situación se mantiene. Además, las rachas de lesiones que hemos vivido en las últimas temporadas tampoco han ayudado.
El club apuesta por la juventud ante el recorte en el presupuesto.
Lo que el club necesita es volver a lograr un título y, tal como está el mercado y el poder económico del balonmano alemán, la apuesta por la juventud me parece que es lo mejor que puede hacer. Tienen que apostar por 5 ó 6 jugadores jóvenes que sean los que formen la columna vertebral del equipo en los próximos años, creer en ellos y que sean los que, con paciencia y algo de tiempo, vuelvan a llevar a esta plantilla a los títulos.
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Lars Jorgensen, con el recuerdo que recibió del San Antonio en la cena de despedida que se organizó. JAVIER IRIARTE
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