"Los ciudadanos exigirán acción a los gobiernos cuando vean que no cumplir Kioto se traduce en la factura de la luz o el precio del combustible"
Su elección como uno de los cinco navarros que participaron en las sesiones de formación del ex presidente estadounidense Al Gore en octubre de 2007 le ha convertido en un "apóstol" contra el cambio climático. Esteban Andrés Soto, ingeniero técnico agrícola de Sesma, ha dado un giro a su vida y se ha dedicado de lleno al medio ambiente, un campo que describe como "apasionante".
Al tiempo sigue como voluntario de la organización The Climate Project Spain dando charlas con las que busca concienciar a la población del peligro que supone nuestro modo de vida. "Hay mucha sensiblería con este tema, pero poca información, menos sensibilidad y, no digamos acción", expone.
Mucha gente se resiste a creer en la existencia del cambio climático. ¿Qué evidencias tenemos?
Se notan perfectamente en la vida diaria. Todos hemos observado que el ritmo de las estaciones del año no tiene la misma cadencia que antes o percibimos que la climatología nos da continuos sobresaltos. Animales y plantas están cambiando para adaptarse a estas variaciones del clima, han sido los primeros en sentirlo.
¿Qué ejemplos cercanos podemos tener?
Por ejemplo, el de las aves migratorias, que han dejado de sentir la llegada del frío y ya no abandonan nuestros pueblos, sino que se quedan. También hay plagas de animales que en Europa estaban casi erradicadas y que ahora reaparecen, como los piojos. Otras enfermedades como la "lengua azul" que afecta al ganado ovino, están transmitidas por un insecto subsahariano que no llegaba a España y ahora lo ha hecho.
Pero siempre ha habido cambios en el clima...
Sin embargo no han estado ligados a estos niveles de emisión de CO2. En los 800.000 años de existencia de la tierra en que ha habido siete glaciaciones, el CO2 era de entre 180 y 280 partes por millón. Ahora nuestro nivel de emisiones está en 386 partes por millón y pasará a 400 en 2050 si no se hace nada. Las consecuencias de este fenómeno son colosales, porque las emisiones de CO2 y otros seis gases han elevado en un grado la temperatura media de la corteza terrestre y masas oceánicas, algo increíble. Con un aumento adicional de otros dos grados la vida en muchas zonas del planeta estará amenazada por falta de agua dulce.
Aquí también habrá efectos...
Los primeros se están notando ya en la agricultura. Por el aumento de la temperatura, los cultivos mediterráneos como el olivo, almendro, cereales, espárrago y aún, en mayor medida, la vid van a ser menos productivos. Por el contrario, las cosechas de zonas frías como los cereales de primavera, el maíz o la colza ganarán productividad.
¿Hay remedio a todo esto?
La solución global a la dependencia del petróleo no existe, son un conjunto de medidas parciales que, sumando, pueden producir un efecto. Entre otros, la eficiencia energética, las energías renovables e incluso una parte de nuclear si se garantiza la máxima seguridad. Cada uno puede reducir su consumo energético en casa, en la oficina o en el transporte. Aunque se está tardando en pasar a la acción, los ciudadanos exigirán una respuesta a los gobiernos cuando, por ejemplo, a partir de 2012 el incumplimiento de Kioto conlleve una sanción de 3.500 millones de euros a España que se trasladarán a la factura de la luz y el precio de los combustibles.
¿En que se puede contribuir desde esta zona?
El sector agrario puede ser muy importante, aunque en este momento está con el paso cambiado. Los bosques, la vegetación salvaje y la agricultura son lo único que puede limpiar las emisiones de CO2. En este sentido, la agricultura es la única industria que puede hacerlo. No sólo eso, sino que las plantas cultivadas son vitales para el ciclo del agua. Por todo ello, es muy importante preservar la agricultura y el medio rural.
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