Osasuna le ganó la batalla al Real Madrid en el centro del campo. Camacho se olvidó del trivote.
La sensación que dejó ayer el partido, robo aparte, es que Osasuna fue superior al Real Madrid. El equipo navarro jugó bien en un campo difícil como el Bernabéu y superó al conjunto de Juande Ramos sobre el césped. Lo que ocurrió después es otra historia.
La clave estuvo en la presión que ejerció Osasuna en campo del Real Madrid. El conjunto blanco, más cómodo a la contra que jugando el balón, cedió el terreno, pero Osasuna supo jugar con cabeza. Adelantó su defensa varios metros y tejió una tela de araña difícil de superar en el centro del campo. Puñal y Nekounam superaron claramente a Gago y Lass en la primera mitad. Masoud y Pandiani, bajando a hacer las ayudas para formar una línea de cuatro con Juanfran y Plasil en las recuperaciones de balón, hicieron que Neko y Puñal pudiesen sobresalir en las ayudas a los laterales.
La coordinación entre ambos hizo que el Madrid no pudiese salir en velocidad como acostumbra y tuviese que elaborar el juego, algo que no es el fuerte ni de Gago ni de Lass. Para los balones largos a Raúl e Higuaín ya estaba la defensa. En la segunda mitad Juande puso a Lass de lateral derecho y Van der Vaart ocupó el centro del campo. El Madrid adelantó entonces un poco sus líneas y provocó algunos problemas más en Osasuna.
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