En una de las pocas declaraciones públicas sobre la sucesión de Miguel Sanz en las que Alberto Catalán ha dado algún dato, el actual secretario general de UPN advirtió que, tomase la decisión que tomase, ésta vendría motivada por los intereses del partido antes que por los intereses personales. Y en esa clave hay que entender las razones por las que, finalmente, ha decidido que no optará a la presidencia de UPN.
Fuentes regionalistas advierten que el respaldo a una posible candidatura de Catalán para ser el nuevo líder del partido podría haber puesto en serias dificultades las aspiraciones de Barcina a dirigir el futuro de UPN. Sabedor de los numerosos apoyos con los que cuenta, Catalán ha abordado sus conversaciones con Barcina desde una posición de fuerza. De esta forma, la alcaldesa estaría dispuesta no sólo a facilitar la entrada de Catalán en su equipo, sino también a darle cancha y a hacer hueco para los colaboradores que proponga el secretario general, entre los que no faltarán Eradio Ezpeleta, actual secretario de Organización, o Ramón Casado. Según las citadas fuentes, la decisión de Catalán de dejar vía libre a Barcina hasta la presidencia del partido se interpreta en clave de lealtad a UPN y se pondera como un valor con el que la alcaldesa quiere contar para su futuro mandato en el partido.
Las mismas fuentes añaden que la decisión de Catalán aportará a partir de ahora tranquilidad al partido en un congreso, previsto para el 19 de abril, en el que finalizará la etapa de Miguel Sanz al frente de los regionalistas navarros.
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