Apenas conocía al navarro pero Ueli Steck no dudó en subir 7.400 metros para llevarle a Iñaki medicamentos
El montañero suizo Ueli Steck, el hombre que vivió junto al navarro Iñaki Ochoa de Olza sus últimos momentos a 7.400 metros de altura en la cara sur del Annapurna, explicó ayer en sendas entrevistas a Marca y Barrabes.com cómo consiguió llegar hasta el campo IV y los intentos que hizo por ayudar al montañero navarro.
"Había oído hablar de Iñaki, pero nunca le había visto en persona. Le conocí este año en el campo base, habíamos cruzado algunas palabras, pero apenas había tenido contacto con él. Sabía que era un gran escalador, pero nada más", explica Steck, que en el momento en que ocurrió todo regresaba de un intento fallido de cumbre en el Annapurna.
"Tenemos problemas. Iñaki está enfermo. Necesitamos ayuda", decía el mensaje que recibió el montañero suizo en su teléfono satélite. "Entonces te pones a pensar qué puedes hacer para ayudar. Cuando sólo sois dos personas no hay mucho que discutir. Pero había muchas preguntas", comenta Steck.
El suizo, que subió en compañía de su compatriota Simon Anthamatten, no sabía por dónde había ascendido Ochoa de Olza. "Llegaron los sherpas de Iñaki y ellos nos enseñaron por dónde subir", relata el suizo, que fue el único de los cuatro que componían la expedición que logró alcanzar el campo IV, en el que se encontraba el navarro. Steck, que llevaba medicamentos para atender a Ochoa de Olza, realizó una ascensión meteórica. El rumano Horia Colibasanu, enterado ya de que Steck se encontraba a escasos metros del campo IV, emprendió la bajada para salvar su vida. "Estaba cansado y enfermo. Si él se hubiera quedado, también habría muerto", explica Steck.
Cuando el montañero suizo llegó al campo en el que se encontraba el navarro le administró medicamentos en contacto directo con el equipo que coordinaba las labores de rescate en Cordovilla, desde la sede de Diario de Navarra. "Cuando llegué, Iñaki llevaba allí varios días, y eso es mucho tiempo. Quizá con el oxígeno habría aguantado dos días más, pero ¿cómo habríamos podido bajarle?", reflexiona Steck, quien acompañó a Iñaki hasta el final y realizó incluso las maniobras de reanimación cardiorrespiratoria. Horas después emprendió la bajada. "Ahora me tocaba bajar a mí. Tenía que salvar mi propia vida", cuenta el suizo.
"Ascender a una cumbre siempre es más peligroso que pasear por la oficina. Iñaki era muy buen alpinista y sabía lo que podía pasar. Pero aunque fuera consciente de los riesgos, seguro que no subió pensando que iba a morir. Nadie hace eso", concluye Steck, medalla de oro al mérito deportivo de Navarra junto con el resto de montañeros que intentaron el rescate.
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