Más de 500 personas homenajearon ayer en el monte Ezkaba a los presos y fusilados
Más de 500 personas homenajearon ayer a los 795 presos republicanos que el 22 de mayo de 1938 se fugaron del fuerte de San Cristóbal, que albergaba a casi 2.500. De ellos, 585 fueron capturados; 207 fusilados en el monte, y tan sólo 3 consiguieron llegar a Francia.
Este homenaje en el 70 aniversario fue organizado por la asociación Txinparta. Aunque se creó en 1999, se celebra desde 1988. "Nos hemos juntado a las puertas del fuerte de San Cristóbal, un lugar lleno de simbolismo, familiares de presos de distintos lugares de España. Queremos vernos, celebrar pero, sobre todo, recordar, denunciar y reivindicar", destacó Koldo Pla Larramendi, de Txinparta.
El pasado verano, esta asociación colaboró en la exhumación de 6 presos enterrados en el cementerio de San Cristóbal. "Dentro de dos semanas empezaremos 26 exhumaciones. Hemos pedido una subvención. En este cementerio hay 131 presos. También queremos colocar placas con los nombres de los 203 fallecidos que fueron enterrados en los pueblos de alrededor, localizar las fosas comunes de los 207 fusilados en la fuga y recopilar los graffitis que dejaron los presos en el fuerte".
Antón Mascato, presidente de la Asociación por la Memoria de Galicia, explicó: "Desde que 2006 fue declarado en Galicia Año de la Memoria Histórica, el Barco y el Autobús de la Memoria han recorrido muchos pueblos. Ahora estamos promoviendo que la isla de San Simón, que durante la Guerra Civil fue un campo de concentración, se convierta en la isla de la memoria, algo que también debería hacerse en San Cristóbal".
El homenaje se completó con la música de tres txistularis del grupo de Barañáin, que interpretaron el Agur Jauna, el aurresku bailado por Ana Carmen Pla y Mikel Larumbe, y las palabras de cuatro familiares de presos. Uno de ellos era Rogelio Diz Fuentes, hijo de Rogelio Diz, preso y autor del himno que cantaban los presos y que tuvo que exiliarse en Méjico.
El momento más emotivo llegó con la intervención de Ernesto Carratalá García, preso en la cárcel de O Grove, en el fuerte de San Cristóbal y autor del libro Memorias de un piojo republicano. "Este fuerte fue un sepulcro de vivos en el que pasé año y medio con hambre y miseria material y moral. Aquel día memorable, el 22 de mayo de 1938, viví la experiencia más electrizante de mi vida. Fue un acto heroico pero, desgraciadamente, desastroso".
A sus 92 años, Abel Salvador Fernández, natural de León, acudió ayer al homenaje por primera vez. Él es otro de los supervivientes de la fuga. "Aquí estuve preso desde el 1 de enero de 1937 hasta finales de 1942 y luego me llevaron a Orense. El día de la fuga yo tenía 22 años y huí con Valeriano, un vasco, y con Agustín, otro preso que, como estaba enfermo del corazón, tuvimos que dejarlo morir en el monte. Nosotros estuvimos 12 días en el monte y, cuando estábamos a punto de cruzar la frontera a Francia, nos detuvieron. Mientras estábamos allí nos dieron vino y dos chicas pidieron vernos para saber si los rojos realmente teníamos cuernos y rabo. Una que era muy señorita dijo que yo era muy guapo y nos trajeron un paquete de galletas y una botella de coñac. Esa misma tarde nos trajeron a Pamplona en un autobús militar y al día siguiente nos subieron a San Cristóbal. Durante tres meses estuvimos incomunicados y sólo salíamos al patio media hora a las seis de la mañana", recordó emocionado Abel Salvador junto a sus 3 hijos, 6 nietos y 3 bisnietos.
Para terminar la emotiva jornada, 150 asistentes disfrutaron de una comida que se celebró en las escuelas de Ansoáin.
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