En las 19 campañas como alpinista, había completado en el Himalaya 30 expediciones
El destino de Iñaki Ochoa de Olza Seguín (Pamplona, 29-5-1967) era la montaña si se tiene en cuenta que nació el mismo día justo 14 años después de que Hillary y Norgay hollaran el Everest.
Muy pronto, a los 10, completó en compañía de su padre, Iñaki, la primera ascensión en los Pirineos, concretamente el Lakartxela de Belagua (1.935 m). Desde la cima, pudo contemplar el Pico de los Buitres y el Ori y descubrir una increíble sensación que le atrapó siendo un niño. Tenía el horizonte debajo sus pies.
Iñaki Ochoa de Olza conoció en mayo del 90 qué es pelearse con un ochomil. Tenía sólo 22 años y el Kanchenjunga le ganó la batalla por una tormenta de nieve a 8.000 metros. Era el benjamín de un grupo formado por Koldo Aldaz, Juan Tomás, Pedro Javier Larregui y Juan Ramón Cebrián, y para entonces dominaba las rutas clásicas de los Alpes y Pirineos. Dos años después se uniría a la aventura del asalto a la montaña más alta del planeta, el Everest. Se le resistió a 300 metros por problemas en un ojo, algo que no sucedería la temporada siguiente en el Cho Oyu. Con 26 años, lograba en solitario su primer ochomil, al que irían sucediendo otros catorce más. Los diez últimos, desde 2001.
El mayor de tres hermanos, fue instructor en la Escuela Navarra de Alta Montaña y guarda en el refugio de Belagua (de 1990 a 1993) aparte de alpinista profesional. En su historia quedan grabados con letras de oro 12 de los 14 ochomiles (sólo se le han resistido el Kangchenjunga y el Annapurna); 30 expediciones al Himalaya (6 no patrocinadas, 11 patrocinadas y 13 como trabajador, bien de cámara de altura bien de guía); y más de 200 charlas, conferencias y proyecciones audiovisuales. Todo ello, en 19 temporadas como alpinista. Por encima de 8.000 metros estuvo 29 veces y en 1995 se convirtió en el primer español en subir un ochomil en 24 horas.
Escritor y fotógrafo, su historia quedará marcada por sus gestas en el Himalaya, pero su gusto por la montaña se extendía a todas sus facetas como el esquí, la escalada tradicional, la escalada en hielo o las carreras de montaña.
Tenía registrados en las últimas temporadas dos millones de metros de desnivel ascendidos, de los que 35.000 fueron el pasado mes de febrero. Su actividad física al año, en el que pasaba 300 días fuera de casa, oscilaba entre las 900 y 1.000 horas.
Sin duda, un auténtico fuera de serie del deporte.
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