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"Olvidados del Gobierno español en China"

"Los uigures y demás minorías étnicas y religiosas reprimidas en Xinjiang son los grandes olvidados de la política exterior española en China"

Avatar del undefined David GarciandÍa17/04/2023
Una vez más, otra gran oportunidad que se le escapa a nuestro país. La visita del presidente Pedro Sánchez a la República Popular China podía haber servido para enmendar la política exterior de España en el país asiático. Sin embargo, no ha sido así. Entre la pompa y circunstancia de la acción exterior del Gobierno durante esos días hay un gran olvidado: Xinjiang. Pese a que el Gobierno de España dice promover ciertos valores, calla sin embargo frente a una de las mayores violaciones sistemáticas de derechos humanos sobre la Tierra.
De sobra es conocida la situación de los uigures musulmanes y otras minorías étnicas y religiosas en la región más occidental del gigante asiático. La ONU y numerosas organizaciones no gubernamentales, además de varios estados, llevan años denunciando prácticas brutales del Gobierno chino. Destacan, por ejemplo, la esterilización forzada de mujeres para impedir el crecimiento demográfico de dichas minorías, los trabajos forzados o el internamiento de cerca de dos millones de personas en campos de reeducación. La mayoría de estas políticas se desarrollan bajo el pretexto de la lucha contra el terrorismo, el separatismo y el extremismo. Sin embargo, no son en realidad más que una estrategia de control de una región clave para la Nueva Ruta de la Seda donde existen movimientos independentistas que, en muchos casos, se construyen a partir de identidades como la etnicidad, la religión, la historia o la cultura, razón por la cual estos elementos son objetivo preferente de dichas políticas. Sin embargo, nada de esto fue mencionado en la reunión entre Pedro Sánchez y Xi Jinping.
El presidente español señaló con acierto frente a su homólogo chino que la propuesta de paz en Ucrania debe de articularse a través de Volodímir Zelenski, representante electo del pueblo ucraniano. Abordar el asunto era un tema prioritario. No obstante, resulta sorprendente que Pedro Sánchez subraye dicha cuestión, aunque su resolución no dependa directamente de China por no ser parte directa involucrada en el conflicto, pero no haya hecho lo mismo con las graves violaciones de derechos humanos en Xinjiang, que sí dependen directamente de la política de Pekín. ¿Se imaginan a un líder oriental acudiendo a Moscú para hablar con el presidente Putin y mencionar sus complicidades con ciertos regímenes de Oriente Medio, pero callando sobre la situación en Ucrania? Esto, pero a la inversa, es lo que España acaba de hacer en China.
Esta política de silencio, sin embargo, no es nueva. A diferencia de numerosos actores como el Gobierno de los Estados Unidos, o las cámaras legislativas de Canadá, Reino Unido, Países Bajos, Bélgica, Francia, Lituania o República Checa, que han calificado la situación de “genocidio”, nuestro país no ha condenado nunca las políticas de China en Xinjiang. Ni el Gobierno, de quien depende la dirección de la política exterior, ni el Congreso de los Diputados, con funciones más limitadas en este ámbito aunque siempre con la posibilidad de aprobar una Proposición no de Ley, se han pronunciado con vehemencia sobre el tema. La reciente visita de Pedro Sánchez, al igual que su otro encuentro con Xi Jinping en Indonesia en 2022, no ha sido una excepción. Otro tren que, por falta de coraje, dejamos pasar.
¿Qué mensaje manda España al mundo cuando nuestro presidente se reúne con otro líder y trata la guerra en un tercer país, pero no las violaciones internas de derechos humanos del propio país que visita? España, parece, solo está dispuesta a defender ciertos valores cuando ello va en su interés. Es lógico que se dediquen más recursos y atención a una cuestión más cercana geográfica y estratégicamente. Sin embargo, ello no puede jamás justificar un doble rasero tan radical como el que representa el silencio sepulcral del Gobierno de España en esta materia. Los uigures y las demás minorías étnicas y religiosas reprimidas en Xinjiang son los grandes olvidados de la política exterior española en China. ¿Nos atreveremos a ser fuertes también con el fuerte? España no podrá nunca (volver a) ser un actor global si no es capaz de mirar más allá de sus propios intereses y defender sus valores aún allí donde no obtenga un beneficio directo. Para tener autoridad y legitimidad internacional hay que estar dispuesto a hacer ciertas renuncias. Pediría al presidente de la próxima Legislatura que, con inteligencia y sin exaltaciones, afine la política exterior española en China y comience a considerar más seriamente lo que, sin duda, es una de las mayores atrocidades de lo que llevamos de siglo, tanto por gravedad y número de afectados como por quien las ejecuta.
David Garciandía Igal Doctorando en Derecho en la Universidad de Oxford y profesor de Derecho de la UE en SOAS Universidad de Londres.
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