"Su ropa interior en reuniones de trabajo parece tan difícil de disimular como los billetes en una caja de zapatos"
Estamos tan acostumbrados a todo, que en políticos ya nada nos sorprende. Sin embargo los hechos y dichos de algunos siguen llenando las páginas de los periódicos y los informativos de radio y televisión, pero como decía ya no nos asombra ni el dinero olvidado por los de IKEA en el altillo de un dormitorio, los billetes que aparecen en cajas de zapatos o la exagerada factura del restaurante, donde se han reunido en comida de trabajo unos cuantos padres de la patria deseosos de arreglar el mundo. Los de a pie, que cada vez nos sentimos más lejos de quienes dicen representarnos, ya no sentimos nada. Aunque tras las proezas de los implicados en el último escándalo político, me ha dado por pensar en los sentimientos de las personas más allegadas a los protagonistas: sus familiares. Me preguntó que sentirá la esposa que creyendo a su marido en quien seguramente confiaba, lo descubre un día en una fotografía del periódico o en la TV, únicamente ataviado con su calzoncillo y a la vera de una joven a quien no ha tenido el gusto de conocer, cuando ella, la cónyuge, lo creía en importante reunión de trabajo, en la que su presencia era imprescindible. Para echarse a llorar, ¿no?. Sobre todo si nunca había desconfiado de él. Y ahora ya, por mucho que él se empeñe en decir que ese día hacía tanto calor como para ir despojándose poco a poco de la ropa, hasta quedar solo con lo imprescindible, ya no podrá ser lo mismo. Y eso por no hablar de los hijos que tendrán que aguantar las críticas y miradas guasonas de sus compañeros de clase. ¿Cómo mirarán ahora ellos al padre o al marido a quien creían de conducta intachable? Su ropa interior en reuniones de trabajo parece tan difícil de disimular como los billetes en una caja de zapatos. Todavía más si cerca de su persona se descubre a alguna jovencita a quien no parece extrañar la exigua vestimenta del “reunido”.
No lo envidio. La verdad.
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