"La ministra dijo que ella ya ha notado en su cesta de la compra la bajada de los precios, dejándonos a los amos de casa con la boca abierta de pasmo"
Servidora confiesa sentir por las flores un amor no correspondido. Aunque se esmere en el riego y abonado, sus geranios no se desarrollan adecuadamente, por lo que hubo una primavera que no dejaba de mirar envidiosamente los de una vecina. ¿Por qué no hacer lo mismo que ella que al parecer tiene tan buena mano con las plantas?, me dije un día. Así que, como una cotilla cualquiera empecé a espiarla, a seguir sus pasos: ¿que regaba al atardecer?, lo mismo hacía yo. ¿Que un día la descubría abonando, podando o librando de flores marchitas sus macetas? La imitaba. Pero el caso es que pasó la primavera y el verano mostrando lucidas las de las ventanas de enfrente mientras las mías seguían raquíticas a pesar de mis desvelos. Hace unos días oí algo en la TV que me recordó mi fracasada experiencia de jardinera: la señora ministra Calviño dijo que ella ya ha notado en su cesta de la compra la bajada de los precios, dejándonos a los amos de casa con la boca abierta de pasmo y la sensación de que de economía hogareña no tenemos ni idea. Precisamente ese día una compradora del supermecado se había dirigido espontáneamente a mí para decir que seguramente habían subido los precios antes de quitarles el IVA, porque ella no percibía bajada alguna. Como todavía no había oído a la ministra no pude decirle que se trata de aprovechar las ofertas y comprar fruta de temporada, aunque después me alegré de no haber podido darle las ministeriales ideas, porque yo misma compro fruta de temporada, pero esta también es cara, y en cuanto a las ofertas siempre ofrecen cosas que no compro, como un 70% en la segunda unidad de mousse de pato Aoste, un 10% en agua para la plancha o un 20% en el aceite más caro de la estantería. Quizás tendría que espiar a la ministra. Tal vez así, comprando la misma fruta y aprovechando idénticas ofertas llegaría a notarlo en mi propia cesta. Pero me malicio que me ocurriría como con los geranios. Que lo que al parecer me falta, es talento para llenarla.