Polémica con mayúsculas
Ocho carteles sin ningún gancho consolidan la falta de brillo del concurso anunciador de los Sanfermines y alimentan una costumbre muy nuestra: la crítica feroz
La fiesta más grande tiene cartel polémico. Criticar el proceso de elección de los ocho finalistas es un clásico en Pamplona. Forma parte de la liturgia a la que se rinden los sanfermines. El chupinazo, a las doce. La procesión del santo, el 7. El mayor espectáculo, el encierro y la mejor controversia, la de los carteles. Porque la fiesta no dura del 6 al 14 de julio como cree la gente. La tierra, aquí, gira todo el año alrededor de San Fermín que es el astro rey en nuestra galaxia. Y en este movimiento cubre etapas que son ritos en cuanto el nuevo año se asoma por enero. Ahí está la escalera con su uno de enero, dos de febrero, tres de marzo, cuatro de abril... El debate sobre quién lanza el chupinazo, la mesa de los Sanfermines que se convoca desde siempre para discutir eternamente y sin remedio sobre la masificación en fiestas o la colocación del primer madero en los corrales de Santo Domingo. Son hitos. Pero por encima de todo, la puerta a la polémica con mayúsculas en esta ciudad la abren los carteles finalistas.
LA CONTROVERSIA
La última acaba de estrenarse esta semana. Ocho piezas sin ningún gancho consolidan la falta de brillo y alimentan otra costumbre interiorizada y muy nuestra: la crítica feroz. La hay para todos. Que si no reflejan la fiesta, que si en el año del jubileo se echa de menos el santo, que están técnicamente mal resueltos, que son vulgares… ¿Pedimos demasiado al cartel? ¿O será que aspiramos a que recojan con trazo preciso y especial inspiración las emociones que vivimos? Si los sanfermines no son una cita sino cómo los experimentamos seguro que queremos que en el cartel aparezcan muchas emociones... La magia de aquel almuerzo antes del chupinazo, el frío de la amanecida al saltar las primeras dianas; el miedo opresivo del morro del toro en la espalda una mañana vibrante de encierro; la lágrima en la jota del santo en la parada de la plaza del Consejo; el desparrame festivo de una noche en la que dieron la una, las tres y las cuatro... Tiene que ser eso. Que esto de los Sanfermines es muy participativo pero cada quien lo vive a su manera y no sabemos explicar bien en qué consiste la esencia pero exigimos que el cartel lo plasme todo y con nota. El resultado siempre decepciona.Es un clásico. A ver si en el fondo estamos deseando carteles mediocres para seguir sacando punta a la realidad. ¡Que somos muy nuestros. Muy de discutirlo todo! ¡No sé qué haremos el día que el jurado acierte!. En el fondo fingimos que queremos un buen cartel y lo que nos colma, lo que nos llena de verdad es debatir.