Dos jóvenes navarros trabajando a 10.000 km de su hogar

Suman ya 13 años de andadura común. Los mismos que han transcurrido desde que se convirtieron en pareja. El instituto de Sangüesa los unió y ahora, a casi 10.000 kilómetros de distancia de sus hogares, siguen dando pasos en la vida juntos. El trabajo los llevó a la lejana China, desde donde se muestran felices de la experiencia vivida, pero sin dejar de añorar a familiares y amigos, a quienes podrán volver a abrazar de nuevo estas Navidades tras tres años sin poder volver a casa. Sharay Franca Cunchillos, de Sangüesa, y David Burguete Lacuey, de Lumbier, tienen 31 años y están casados. “Desde hace casi 6 años vivimos en Suzhou, ciudad de la provincia de Jiangsu situada a unos 70 km de la famosa Shanghai. Se puede decir que la empresa Viscofan (con sede central en Cáseda) es lo que nos trajo aquí. Una buena oportunidad laboral y una aventura personal a la que sin pensarlo dos veces dijimos que sí”, indican. Sharay es ingeniera química y trabaja como gerente del departamento de I+D en la planta de Viscofan en China. David es economista y técnico de compras en la misma empresa. “Es nuestra primera experiencia vital juntos en el extranjero. Llevamos juntos desde los 18 años, pero China es donde comenzamos nuestra vida en común”. Anteriormente, Sharay vivió en Alemania entre 2015 y 2017 trabajando en la planta que Viscofan tiene en Weinheim. Mientras tanto, en 2016, David estuvo unos meses viviendo en Escocia para mejorar su inglés. Destacan que “China es un país muy diferente al nuestro” con una cultura que “poco tiene que ver con la occidental y mucho menos con las costumbres navarricas”. “Al principio, todo sin excepción resultaba extraño y muy complicado y, aunque seguimos sin entender muchas de aquellas cosas, lo hemos normalizado y disfrutamos de nuestra vida aquí, con sus dificultades y rarezas, pero con todo lo positivo que tiene esta inmersión cultural. Somos personas con actitud positiva, intentamos quedarnos siempre con lo bueno de la experiencia”, aseguran. Apuntan asimismo que a lo que más les costó adaptarse fue a los horarios. “Mientras que en China a las 10 ya estamos pensando en ir a dormir, en el pueblo todavía estaríamos echando un pote antes de cenar con la cuadrilla”, comparan. VIVIR ENTRE 11 MILLONES Aseguran que China “es un país que de primeras no acoge”. “En Suzhou, una ciudad de 11 millones de habitantes, eres simplemente uno más”. Nada que ver con la cercanía que denota, por ejemplo, la expresión ‘el pequeño de José Ignacio’ con la que se refieren a David en Lumbier. “Eso sí, con tiempo y actitud consigues formar parte del caos de la vida diaria y hasta que te saludan en el mercado y te guarden la verdura más fresca. No hay más que ver la cara de felicidad que se les queda cuando chapurreas su idioma”. En la parte positiva destacan “los contrastes” que han disfrutado. “Al ser un país tan grande y tener frontera con tantos otros, hace que tenga mucha riqueza y variedad cultural, gastronómica…”. Ellos se han movido por toda China y se han “enamorado” tanto de la China más tradicional (ruta de la seda, prefecturas tibetanas…) como de la China más avanzada, la que puede verse en Shanghai. En materia de gastronomía, invitan a probarla. “Si eres una persona que disfrutas de las emociones fuertes, ¡este es tu sitio! Para nosotros la gastronomía de este país es una maravilla, aunque también hemos tenido alguna que otra sorpresa…”, apuntan. Desde la distancia, no obstante, extrañan algunos momentos vitales del hogar. “Yo añoro ir de compras con mi madre y mi hermana, y las quejas de mi padre mientras nos espera. También el vino en el bar Leire con Patri y Lidia…”, expone Sharay. Por su parte, David echa en falta “ir al Sadar con el Flako (como se conoce a su hermano Iñigo), las partidas de mus con los colegas y las migas de los domingos”. Pero todo está a punto de poder volver a retomarse. “Llevamos casi 3 años sin abrazar a nuestra gente por la estricta gestión de la Covid en China. En este tiempo los achuchones online han sustituido a los de verdad pero que se preparen cuando regresemos, que las ganas se acumulan. Este año, por fin, ¡volvemos a casa por Navidad!”, sentencian emocionados.

Dos jóvenes navarros trabajando a 10.000 km de su hogar

Sangüesina ella y lumbierino él, ambos de 31 años y pareja desde los 18, llevan casi 6 en China, donde trabajan para la empresa Viscofan

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