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El poder del liderazgo: construyendo lazos sólidos

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Nora Reta, socia directora de Montaner NavarraCEDIDA
  • Nora Reta
  • socia directora de Montaner Navarra
Publicado el 24/05/2023 a las 06:00
Existe una complejidad a la hora de gestionar el compromiso de los empleados en una compañía. Identificar las palancas que influyen en la fidelización del talento es necesario, y para ello, se deben analizar los factores que entran en juego en el entorno corporativo.
Dentro del contexto actual, existen diferentes políticas que las compañías comienzan a implantar para que sus empleados estén satisfechos. Para lograrlo, es importante conocer la percepción e interpretación de nuestros trabajadores en su camino por la empresa y canalizar cómo reciben las iniciativas empresariales. Además, desde Montaner, percibimos que la parte emocional, la vinculación afectiva de los empleados con sus líderes, el disfrute en el trabajo, o la autonomía en las funciones propias; cubren un factor esencial hoy en día como marca empleadora.

Hablar el mismo idioma

Comenzar con el liderazgo siempre es un acierto. Antes de implementar políticas de cambio en la empresa, se debe aplicar un liderazgo común donde los empleados hablen el mismo idioma. Poseer líderes en las empresas permite una comunicación interna efectiva, el éxito en la consecución de los objetivos y un mayor engagement en sus colaboradores.
El modelo de liderazgo representa una pieza clave en ese ‘sentir’ del empleado. La comunicación se erige como el bastón de apoyo del líder, de hecho, el liderazgo carece de sentido sin una comunicación efectiva. No existe el liderazgo sin comunicación.
Desde que nos levantamos por la mañana, nuestro comportamiento se convierte en un revelador ineludible, transmitiendo un mensaje, sea verbal o no, a aquellos que nos rodean. Cada individuo, tanto en su vida profesional como personal, asume el rol de líder como ‘buenamente’ puede. En esta dinámica, la simbiosis entre líder y comunicación es inseparable, un vínculo que los RRHH debemos hacer consciente y capacitar para impactar, no solo en la dirección estratégica empresarial, sino en la fidelización del talento, uno de los entresijos más agridulces para las compañías.

El liderazgo como palanca de cambio

El liderazgo ha adquirido un estatus de responsabilidad en la actualidad. Es ampliamente reconocido como una destreza indispensable o, en última instancia, en una aspiración para cualquier mando.
Es común encontrarnos con un concepto erróneo arraigado en la sociedad, el cual establece que solamente los ‘jefes’, debido a su posición jerárquica, son los únicos encargados de ejercer el liderazgo e influir en la organización. No obstante, es relevante destacar que el verdadero liderazgo no está reservado estrictamente a los altos mandos.
En este contexto, es fundamental reconocer que los auténticos líderes poseen una cualidad distintiva: su capacidad para ser escuchados y generar un impacto significativo. Su habilidad radica en la capacidad de persuadir e incluso de lograr la aceptación de los demás, basándose en la fuerza de sus argumentos, su carisma y su capacidad para inspirar a otros.
Por otro lado, en el ámbito empresarial, es esencial que el líder desempeñe un papel activo y estratégico, aportando una amplia gama de información relacionada con el entorno, la estrategia y la cultura empresarial. Esta acción tiene como propósito brindar un contexto sólido que permita al equipo sentirse emocionalmente comprometido con los desafíos de la organización.
Así mismo, es responsabilidad del líder enfocarse en los objetivos y guiar el camino hacia su logro, al mismo tiempo que impulsar el crecimiento y desarrollo del equipo. En este sentido, el líder debe asumir el rol de piloto, supervisando de cerca y manteniendo una comunicación periódica sobre el progreso de cada persona dentro de la empresa. Además, debe gestionar hábilmente las expectativas de los colaboradores en todos los ámbitos, de forma particular en lo que respecta a su desarrollo profesional.
Esta habilidad se convierte en un factor clave para mantener la motivación y el compromiso del equipo, asegurando una gestión eficaz del talento y un clima laboral favorable. Por lo tanto, capacitar a las personas con las herramientas concretas de liderazgo, comporta una mejora interna tanto en el rendimiento de los empleados como en la satisfacción de los mismos.

Fidelización en tiempos convulsos

Sobre todo, tras la pandemia, ha habido un aumento de rotación de personal a nivel general. El desafío va más allá de la crisis de escasez de talento, reside en la capacidad de las marcas empleadoras para adaptarse al entorno actual y comprender las necesidades de nuestros empleados. La mejora en las políticas de las empresas debe implantarse secuencialmente: desde las necesidades más básicas que demanda el talento hasta las más aspiracionales. El atractivo de las empresas o ‘employer branding’ dependerá de la satisfacción en el cumplimiento de las expectativas de sus actuales empleados: sus embajadores.
Dentro de los fundamentos básicos que demanda el talento encontramos mejoras económicas y profesionales, la flexibilidad para conciliar vida personal y laboral o un buen clima laboral.
Ser competitivos salarialmente es esencial, pero no suficiente para un mercado post-pandemia que promueve la mejora de aspectos como el reconocimiento o la autorrealización.
Existen diferentes estrategias que permiten la fidelización del talento, como mejorar y aplicar con coherencia las políticas citadas con anterioridad. No obstante, es necesario ‘destripar’ las profundidades de una compañía y dar con el diagnóstico concreto en la realidad empresarial para/con sus empleados. En la mayoría de los casos, por no decir prácticamente todos, la formación en liderazgo es la palanca de cambio que permite permeabilizar la estrategia, políticas y cultura de una empresa de forma coherente. Es la aseguradora y promotora de un clima favorable que deja espacio para la escucha y que, por ende, promueve una cultura innovadora. De igual manera, el diagnóstico es un sumatorio de buenas prácticas empresariales, donde el liderazgo impregna cada una de las prácticas a implementar.
De esta forma, la fidelización del talento, lejos de sucumbir al desaliento en las empresas, expresa una oportunidad, un momento de cambio que capacita propuestas vanguardistas en las compañías, que a su vez favorecen su employer branding. Las empresas necesitamos concebir el liderazgo como la tecla estrella que comunica los resultados compartidos, los logros, el propósito; sin perder el espíritu crítico y la rentabilidad de la empresa. Aquel que sirve y da ejemplo, despliega el potencial del talento, y, en definitiva, mejora la experiencia del empleado. 
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