Tradiciones
Iturmendi alza el Mayo
Un centenar de brazos eleva, con ayuda de escaleras y útiles de apoyo, un haya de 19 metros rematado en una enramada de fresno de 4. De 1.200 kilos, el ejemplar presidirá la plaza este mes

Actualizado el 01/05/2023 a las 21:12
"Antes de que acabe abril tiene que salir la hoja”. La sabiduría popular, contenida en un refrán de Iturmendi, sigue abonando la tradición aunque el cambio climático suponga una amenaza que dé al traste principios aprendidos del pasado. Antes de que cayese la hoja del calendario y apareciese el primero de mayo, la sierra de Urbasa dio síntomas de vida con brotes anticipados de vegetación. Es así que pudo recogerse fresno y adornar el ‘Mayo’, el ejemplar trasplantado de su ecosistema a un entorno urbanita como signo de eclosión de primavera y fertilidad, con una enramada de la especie. El pino cedió al fresno como prolongación de un haya de 19 metros de altura, que con el elemento supletorio, se estiró a 23 en la plaza Arrano Beltza.
“Ha venido adelantada” la eclosión primaveral, significó Nicolás Arbizu, estudioso y conservador de costumbres locales. Más allá del influjo de un clima cambiante, la sierra de Urbasa es privilegiada por haber sido rociada por la anhelada lluvia, cuya escasez mantiene en vilo a medio país bajo un sofoco incesante y una preocupación creciente. Se elevó el Mayo a pulso, con la energía de un centenar de brazos, y el empleo de escaleras y elementos de apoyo a cada fase de inclinación que exigió de una hora de intervención ante una alta concurrencia de espectadores.
Poco antes de las seis de la tarde hubo un movimiento de jóvenes hacia el haya, yacente sobre superficie lisa. Hasta la plaza llegó arrastrada por un tractor, en una maniobra que, en realidad, corresponde llevar a cabo los quintos en atención a la costumbre imperante. Este año, la nómina de los que alcanzarán la mayoría de edad incluye a Oier Agirre, Aimar Mena y Mini Arce.

Asegurada la mano de obra con el aporte de la remesa de jóvenes que se unió a la experiencia de sus mayores, la voz del capataz, encarnado en la figura de Ignacio Arbizu Gabirondo, se alzó a cada golpe de riñón para asegurar la operación. Durante una hora, Delfín Goikoetxea no paró de un lado para otro para examinar los movimientos coordinados y verificar el trazado adecuado hasta recuperar su porte erguido. No hubo sobresalto con los ligeros movimientos de última hora, que fueron contrarrestrados con tres cuerdas desde otros tantos puntos de la plaza. Apenas sonaron las campanas de las siete de la tarde y, por dos ocasiones, los asistentes prorrumpieron en un aplauso de aprobación al esfuerzo realizado en la conservación de una tradición, replicada en la sierra en Etxarri Aranatz, Bakaiku y Ziordia. La reedición en Iturmendi halla su origen en la víspera de “San Miguel de mayo, coincidiendo con la subida del ganado a la sierra”.
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