Cuadros Mendoza, un clásico en la Estafeta

La Estafeta inicia su ascenso hacia la plaza de Toros, tras dejar atrás la curva de Mercaderes en un tramo donde un clásico se asoma al adoquinado con su característico escaparate enmarcado en madera blanca. Y no, no es un bar. Porque en los primeros números de la calle un grupo de comercios de cercanía restan el protagonismo a hostelería y toros, la estampa clásica que se nos viene a la cabeza al hablar de Estafeta. Nos referimos a Cuadros Mendoza, cuyo propietario Iñaki Mendoza Erice conserva el antiguo cartel de su padre, Amado Mendoza Martínez. “Empezó siendo un crío, con 12 años. El comercio era una tapicería hasta justamente el final de la guerra que se especializó en enmarcaciones. Y como el dueño no tenía hijos, le traspasó el local a mi padre”. La familia vivía en el piso superior por lo que, dice Iñaki, la tienda ha sido parte de su biografía desde siempre. “Por aquí han pasado dos hermanos hasta que se jubilaron, Sagrario, ya fallecida, y Alberto. Yo me incorporé nada más terminar la mili, pero ya más en serio hace 43 años”, cuenta. Eran tiempos, recuerda, de calles jalonadas con el comercio de cercanía. “Aquí ha habido bares siempre, pero también te encontrabas en pequeños locales una lechería, los ultramarinos o carnicerías. Y todos trabajaban bien”. Pero ahora, dice, está flojo porque no se puede competir con las grandes superficies. “Así que no hay muchos relevos generacionales como antes y el que quiera poner algo lo tiene muy difícil, sobre todo si el local no es suyo. A mí el no pagar una renta me ha salvado”. Eso y que el suyo es un negocio artesanal, una pieza especial para subrayar una foto, una pintura o un objeto. “También enmarcamos hasta txapelas. ¿Lo más original? Un violín antiguo. Fue un trabajo muy especial. Hicimos una especie de vitrina, sobre un fondo de tela”. HASTA UN MURILLO Cuenta que hace años, había en Pamplona un potente circuito de salas de exposiciones y galerías de arte. “Así que te tocaba ir a casa de artistas navarros como Ascunce, Basterra, Basiano o Muñoz Sola que querían enmarcar su obra para mostrarlo al público o sacarla a la venta. En la tienda, aunque ya eso no lo conocí, tuvimos expuesto hasta un Murillo”. Y también es trabajo Cuadros Mendoza el marco de los tres estandartes que hay en el santuario de Miguel de Aralar, justo frente al altar. Y es que su clientela no se circunscribe a una calle o a un barrio, ni tampoco a Pamplona. “Tenemos gente de fuera desde hace muchos años. Nos hemos mantenido por el tipo de trabajo profesional que hacemos. Yo quiero que las cosas queden como si fueran para mí. También la calidad es importante porque una enmarcación es para toda la vida, no es un producto fugaz”. ¿Y la gente joven? “Quizá le cuesta más, pero también van entrando sobre todo aquellos de más edad que acceden a su primera vivienda. Es gente que valora esta obra artesanal porque, repito, es para siempre”. Además, aunque Iñaki por pudor no lo dice, está también el asesoramiento personalizado, el jugar con los colores, con la estancia... frente a los marcos estándar de las grandes cadenas. Si le pregunta dice, “hombre, para salir del paso...”. Sobre la calle, una de las más conocidas del Casco Antiguo, indica que se puede hablar de dos tramos. “La parte más cercana a la plaza de toros es sobre todo de hostelería y, más abajo, hay mayor número de tiendas que de bares. Y sí, es una calle con un flujo constante de gente, tanto de los de aquí como de turistas, pero en mi caso en concreto no me beneficia. No es normal que entre un visitante y pida un marco para llevarse”, se ríe. “Pero sí dan vida a otros comercios de cercanía”. Y, añade, esos comercios de cercanía son los que a su vez dan vida a una ciudad. “Espero que la gente cambie de ‘chip’, que valore estas tiendas de proximidad. Pero está costando. Así que una tienda hoy en día no es un negocio fácil. Pero hay que apostar por este tipo de comercio porque si no las calles se quedan muertas”, insiste.

Cuadros Mendoza, un clásico en la Estafeta

Ya sólo la fachada, con sus marcos de madera blanca, es una carta de presentación de este comercio de los de “toda la vida”, con las enmarcaciones que cuelgan en muchos hogares de Pamplona tras 83 años de andadura en una calle donde no todo son toros y bares

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