Un pamplonés de 23 años investiga en Nueva York la enfermedad de los huesos de cristal

Osteogénesis imperfecta (OI), más conocida como enfermedad de los huesos de cristal. Una patología de las consideradas “extraña” que se caracteriza por la fragilidad de los huesos y la debilidad muscular, entre otras afecciones. Investigar, aprender y buscar soluciones sobre este trastorno de origen genético que impide que el cuerpo fabrique unos huesos fuertes centra actualmente la labor investigadora de Asier Muñoz Guerrero, un ingeniero biomédico pamplonés de 23 años, becado y doctorando en el City College de Nueva York (CCNY) desde agosto de 2020. La OI no tiene cura y afecta a uno de cada 10.000/ 20.000 individuos -se estima que hay unas 2.700 personas afectadas en España-. Su tratamiento apunta a tres líneas terapéuticas: la fisioterapia para prevención de fracturas, la farmacología mediante el suministro de bifosfonatos y otros medicamentos y la línea quirúrgica. Asier Muñoz ha elegido la segunda, la aplicación de un grupo de fármacos utilizados para la prevención y tratamiento de enfermedades con resorción ósea, para mejorar la calidad de vida de los afectados. “La administración de bifosfonatos ha demostrado mejorar la tasa de mineralización ósea -añade Asier Muñoz-. Sin embargo, su efectividad en reducir el índice de fracturas así como su toxicidad a lago plazo necesitan más investigación, debido a que la OI es una condición que se manifiesta desde muy temprana edad. Por eso, una de mis principales tareas aquí es evaluar la efectividad de esa terapia”. LA CALIDAD DEL HUESO “Mi doctorado en la Universidad de Nueva York va un poco más allá del estudio de la OI, que aquí denominamos 'Brittle Bone Disease' -afirma el investigador-. Mi investigación se aproxima al estudio de la calidad del hueso y los procesos biológicos que la regulan y cómo afecta todo esto a la resistencia a las fracturas. El principal modelo que he estudiado es el de la osteogénesis imperfecta y el uso de tratamientos, pero también estoy analizando la pérdida ósea que se registra durante el embarazo. Dicha merma es reparable tras la gestación y la lactancia y, por lo que se ha visto, las células que están atrapadas en el hueso (osteocitos) son capaces de resorber la sustancias de alrededor para proveer de minerales al feto o bebé y permiten regenerarlo cuando ya no se necesita administrarlo”. En opinión de Asier Muñoz es importante conocer este proceso porque en muchas patologías no se da la merma del mineral del hueso, “pérdida que muchas veces no es recuperable naturalmente”. Tras estudiar en Mondragon Unibertsitatea/ Universidad de Mondragón, aupado por brillantes notas y la consecución de varias entrevistas, se sumó desde agosto de 2020 a una investigación pionera en el campus estadounidense animado por la doctora Alessandra Carriero, supervisora del trabajo del pamplonés. “Desde el principio me interesé en el análisis de las propiedades mecánicas y la fragilidad del hueso y cómo estas varían dependiendo de su estructura y la organización de sus componentes a lo largo de las múltiples escalas jerárquicas. Mi posición se centraba en analizar la composición y fragilidad de los huesos de la población que sufre osteogénesis imperfecta, una enfermedad causada por una mutación en el gen que produce el colágeno I, uno de los principales componentes del hueso y también de muchos otros tejidos”. Su estancia en EE UU ha tenido recientemente un paréntesis en el Reino Unido. Una semana en febrero en el 'Diamond Light Source', en Oxfordshire, la instalación nacional británica de radiación sincrotrón (acelerador de partículas) utilizada para investigaciones científicas en varias disciplinas. “Un sincrotrón de electrones que produce un rayo de luz muy intenso -precisa Asier Muñoz- nos permite obtener imágenes micro-CT del hueso en una resolución muy alta. Lo que nos facilita hacer análisis morfológicos muy detallados de los huesos, observar la red celular de su interior y, en general, obtener información muy valiosa para la investigación”. Asier Muñoz se ha acostumbrado al metro y a los autobuses de Nueva York y a las dimensiones de la metrópoli, donde es normal emplear una hora en llegar al destino, como cuando, desde Manhattan, visita a sus amigos de Brooklyn. En tiempo, algo así como ir de Pamplona a San Sebastián. Vive en un piso de Upper East Side que comparte con una compañera de doctorado y de su facultad de la Universidad de Mondragón, la donostiarra Maialen Ugarterburu Azcarate, que fue quien le habló de una vacante en la CCNY, oportunidad que el pamplonés no ha desaprovechado. Los dos forman parte de una treintena de doctorandos -la mitad de ellos extranjeros- que trabajan en el departamento de ingeniería biomédica de la Grove School of Engineering de la Universidad de Nueva York. Maialen Ugarteburu Azcarate también estudia el efecto de los bifosfonatos, y está especializada en OI, pero su estudio se centra en los pequeños huesos que forman el oído medio, ya que también tienen deformidades y son frágiles y eso hace que pierdan el sentido auditivo. "No se ha hecho mucha investigación al respecto y su tratamiento no es específico -incide Asier Muñoz-. Por ahora esta haciendo un análisis morfológico de los huesos del oido de nuestros ratones y ha encontrado deformidades y fracturas en un punto específico que podrían conducir a la sordera, que también existe en los ratones, por cierto". 'TEACHER ASSISTANT' “Tanto a Maialen como a mí -incide Asier Muñoz- nos sorprendió el hecho de poder cursar un doctorado (PhD) sin hacer un máster, lo que nos facilitó las cosas económicamente. Durante los dos primeros años combino el trabajo en el laboratorio relacionado con mi investigación y las clases de posgrado, que sirven para adquirir los créditos universitarios que me faltan debido a que no tengo máster. La universidad nos paga la matrícula del doctorado y las clases de posgrado, así como un sueldo o salario -38.500 dólares al año- porque contribuimos con nuestra investigación”. Terminado el verano, y transcurridos dos años, se volcará de lleno en la tarea investigadora, aunque no dejará la docencia y seguirá como 'teacher assistant' para apoyo a profesores en trabajos, exámenes, clases, etc. “Yo lo estoy haciendo ahora en una clase de circuitos eléctricos para alumnos de 2º de Ingeniería Biomédica. Con este tipo de tareas podemos ganar un poquito más”. Describe su vida en Nueva York como “tranquila”y, tras aclimatarse a un escenario habitual en películas y series, asume como algo normal comprar cápsulas de café en un comercio frente al Empire State Building, el famoso rascacielos de 443 metros de altura entre la Quinta Avenida y West 34th Street. Como muchos otros doctorandos, aprovecha los fines de semana para juntarse con sus amigos. “Dos planes muy típicos son el 'brunch' (almuerzo) o la 'happy hour'. Al principio -añade- solía hacer turismo, pero al final te acostumbras a la ciudad y ya no te apetece ir a sitios con aglomeraciones”. Trabaja de 9 a 5, de lunes a viernes, aunque las jornadas, en función de las clases y el ritmo de la investigación, pueden alargarse. “Durante el 'break' (pausa) solemos trabajar aún más en meses donde la investigación avanza y, en especial, cuando hay fechas y plazos relacionados con conferencias científicas o artículos”. También son frecuentes las reuniones diarias con la doctora Carriero pero también con expertos externos de otros laboratorios o incluso doctores de hospitales para hablar de nuestra investigación”. El doctorando pamplonés tiene todavía 3 años por delante y cree que es pronto para hablar de planes concretos. Se siente contento en el área de la investigación y con muchas ganas de seguir. “A la larga me gustaría probar la experiencia de trabajar en la industria, pero antes preferiría quedarme un tiempo más y tener la oportunidad de seguir formándome aquí”. Asier Muñoz es ingeniero biomédico. Está formado como ingeniero para aplicar técnicas ingenieriles en el ámbito de la salud. Su formación universitaria es una combinación de los dos campos con los conocimientos básicos para una posterior especialización. “Obviamente sabemos mucho menos acerca de la biología que un biólogo -puntualiza el doctorando- y también menos de ingeniería mecánica que un mecánico, ya que estudiamos diversas áreas de la ingeniería, pero tenemos una base sólida para especializarnos en muchas cosas. Hay diferentes salidas, como la de diseñar prótesis o implantes.Un ingeniero mecánico entiende las necesidades de un dispositivo de este estilo, pero carece del conocimiento anatómico. Un biólogo entiende perfectamente los procesos biológicos y fisiológicos que regulan la calidad del hueso (síntesis de proteínas, intercambio de nutrientes, etc) pero sin un conocimiento extenso acerca de cómo estos pueden alterar las propiedades mecánicas del propio hueso es difícil estudiar la resistencia a la fractura tal y como lo hacemos en el laboratorio. Por eso combinamos partes de los dos campos y con los conocimientos básicos que tenemos somos capaces de especializarnos en muchos temas si nos lo proponemos”.

Un pamplonés de 23 años investiga en Nueva York la enfermedad de los huesos de cristal

Asier Muñoz Guerrero es estudiante de doctorado e investigador en el City College (CCNY) desde agosto de 2020

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