La Rochapea, incomunicada
En febrero de 1986 las obras de ampliación del puente de la Rochapea obligaron a su cierre peatonal y rodado. Los vecinos protestaron por la falta de alternativas
- A.O. Pamplona
Corría el mes de febrero de 1986 cuando el Ayuntamiento de Pamplona inició en el puente de la Rochapea unas obras de ampliación para mejorar tanto el tránsito de vehículos como el de peatones. Aquellos trabajos obligaron a cerrar el acceso al Casco Antiguo por espacio de varios meses, de forma que los vecinos de la Rochapea que subían al centro y los del centro que bajaban a la Rochapea tenían también obligatoriamente que desviarse hasta el puente del Plazaola, cruzarlo y luego acceder por un camino en pendiente y con escasa seguridad hasta la avenida de Guipúzcoa. Aquel recorrido, mucho más largo y peligroso, puso en alerta al vecindario, que desde el primer momento exigió una solución menos penosa. Reclamaron los vecinos, contrarios muchos a las obras, que se colocara una pasarela peatonal a la altura del puente para evitar el rodeo y, en vista de que la solución no iba a poder ser esa, centraron sus quejas en el mal estado que presentaba el camino del Plazaola.
“Las escaleras siguen siendo igual de peligrosas, sobre todo cuando llueve. Cualquier día alguien resbalará y caerá al río porque las barandillas de madera están rotas”, se lamentaba una vecina de 62 años de la calle Río Arga, que alertaba también de la falta de vigilancia y de iluminación.
Los malos augurios se cumplieron y un vecino de la Rochapea, de 19 años, sufrió una rotura de mandíbula al caer en el camino. Los ánimos se encresparon y el 15 de febrero decenas de vecinos se manifestaron y atravesaron el puente de la Rochapea, pese a estar cerrado por obras, hasta la Plaza del Ayuntamiento para mostrar su enfado. Días más tarde cortaron el tráfico en la avenida de Guipúzcoa. Finalmente el consistorio adecentó el acceso por el Plazaola y el puente de Rochapea se abrió al paso de peatones el 20 de marzo, sin haber concluido del todo las obras. Los vehículos no pudieron pasar hasta junio.
Con aquellos trabajos el puente ganó casi 5 metros de anchura al colocarse sobre la antigua estructura varias losas de hormigón que dieron más espacio a los vehículos y a los peatones. Además se instalaron nuevas barandillas y farolas.