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Abusos

Advierten en Navarra de prácticas comerciales abusivas a domicilio que generan deudas de miles de euros

Los agentes buscan especialmente a personas mayores, más confiadas, para conseguir ventas

Ampliar Los comerciales buscan personas mayores, más confiadas, para conseguir ventas
Los comerciales buscan personas mayores, más confiadas, para conseguir ventasPixabay
Publicado el 19/02/2023 a las 12:31
La Asociación de Consumidores Irache ha advertido sobre prácticas comerciales abusivas a domicilio en las que algunos afectados se pueden ver implicados en deudas de miles de euros, tras recibir en los últimos meses varios de estos casos.
Los productos que se venden mediante esta técnica son muy variados y van desde libros y enciclopedias, colchones, productos de relax, como sillones masajeadores o aparatos de tonificación corporal, humidificadores o instrumentos de cocina o para el hogar en general.
Algunas de estas personas, una vez firmada la compra y al ver el coste que supone, que supera en algún caso los tres mil euros, se arrepienten y quieren echarla atrás, ha expuesto Irache en una nota.
Estas ventas a domicilio resultan molestas para la mayor parte de los consumidores, como revela una encuesta que cifra en un 94 % de los navarros a quienes no les gusta que acudan comerciales a sus casas.
Los agentes buscan especialmente a personas mayores, más confiadas, para conseguir ventas. En ocasiones los consumidores no tienen claro qué es lo que han firmado y solo posteriormente se dan cuenta del importe que han accedido a pagar o de que había aparatos que no le hacían ninguna falta.
Entre las ventas más habituales se dan la de productos que van a dar supuestos beneficios para la salud o bienestar físico de los consumidores. Al tratarse en muchos casos de personas de avanzada edad, ya con achaques, usan este factor como gancho.
Otras de las ventas más habituales son las enciclopedias o colecciones editoriales de diversos temas. Hay personas que piensan que se trata de una simple compra, pero en realidad es una suscripción por la que tiene que ir pagando cuotas periódicamente y los costes finales son mucho mayores que lo que se paga en un primer momento. Algunos consumidores han dado de baja la suscripción tras más de diez años y han llegado a pagar por ella más de cinco mil euros.
En muchas ocasiones las formas de contratar las ventas son más que dudosas. Así, a una persona que estaba en tratamiento psicológico le ofrecieron en poco tiempo, no uno, sino dos contratos de diversos productos, como libros y productos de relax. El precio de cada uno de los lotes superaba los tres mil euros.
En otro caso, una persona llamó a la puerta de una vivienda y se identificó como agente de una conocida editorial. Le ofreció a la consumidora una serie de libros, que esta rechazó. Entonces, le dijo que por su fidelidad con la empresa le iban a regalar un robot de cocina. Ella firmó un documento, que pensaba que era de aceptación del regalo. No le dieron copia de ningún documento.
A las semanas llegó el robot y vio que ya le habían empezado a cobrar, no solo el envío, sino las cuotas del producto. Trató de reclamar al vendedor, pero este ya tenía bloqueado el número de teléfono que le dio. Desde la editorial en la que dijo el vendedor que trabajaba, señalan que ellos no hacen regalos y que no tienen nada que ver con el asunto.
A otra pareja mayor le vendieron en su domicilio unos descalificadores, junto a otros productos, cuyo coste total se acerca a cuatro mil euros. Ahora, al darse cuenta del pago que supone, quieren echarlo atrás.
Irache subraya que en algunas ocasiones, son los hijos u otros familiares los que acuden a Irache porque son quienes se han dado cuenta del coste de la compra que han aceptado sus padres u otros familiares de edad.
En este tipo de ventas, en las que la compra se hace en una visita a domicilio no solicitada previamente por el consumidor, este tiene treinta días naturales desde que recibe el producto para echarse atrás, según recoge la normativa sobre consumo. Debe dirigirse de forma fehaciente a la empresa para comunicar que ejerce este derecho y desistir del contrato de forma “inequívoca”.
La dificultad estriba en que, cuando muchas personas se dan cuenta y quieren anularlo, ya ha pasado este plazo de treinta días. A partir de ahí las posibilidades de recuperar el dinero son más limitadas, siempre que haya un contrato firmado en el que el consumidor haya aceptado la compra.
En estas compras, el vendedor debe facilitar al consumidor una copia en papel -o en otro soporte duradero, si lo acepta- del contrato firmado. Además, si el empresario no ha facilitado la información sobre el derecho de desistimiento, el consumidor tendrá doce meses para ejercerlo, salvo que el empresario se lo facilite antes de este plazo.
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