Dentro de muchos años
se hablará del 22-21 de Ezkurdia y
Altuna en la
final del
Cuatro y Medio 2022. Como un
cuarto de siglo después se sigue hablando del
22-21 de Retegui a Titín de 1997. Fue el de este domingo 20 de noviembre un
partido para la historia, que será estudiado desde muchos puntos de vista. Para los aficionados, por la emoción, por el juego, por todo, porque estuvieron allí y lo vivieron. Para los pelotaris, por la lección magistral de juego y técnica que impartieron sus protagonistas. Para los fisiólogos y preparadores físicos, porque la final fue un compendio del atleta que encierran los pelotaris profesionales: velocidad, resistencia a los ritmos agónicos. Para los psicólogos deportivos, porque nada como esta final ejemplifica el poder mental del deportista en los momentos determinantes. Guarden esta final en su videoteca, porque la volverán a ver seguro.
DATOS CURIOSOS
?20 segundos de juego real se ha hecho de media en los 43 tantos que ha tenido la final del Cuatro y Medio. El partido duró 73 minutos, de los que 14:55 fueron de juego real.
9,3 pelotazos por tanto de promedio se han jugado en la final entre Ezkurdia y Altuna.
3 descansos ha agotado Jokin Altuna, todos los reglamentarios. Los dos primeros han sido en el 3-3 y en el 9-6.
0,4 pelotazos por segundo de tiempo real de juego se han dado en la final disputada en el frontón Bizkaia, lo que demuestra la intensidad a la que se ha jugado la final del Bizkaia.
1 minuto de tiempo real de juego se empleó en el 16-15 el tanto más peloteado del partido con 27 pelotazos y que acabó con dejada de Ezkurdia.
34% de los tantos tuvo 10 pelotazos o más, lo que demuestra la dureza y la intensidad de la final.
La tercera final entre Ezkurdia y Altuna en el Cuatro y Medio, el undécimo enfrentamiento entre ambos en la distancia fue una delicia de principio a fin, no hubo nada para los restos en la hora larga y 43 tantos que se jugaron. Se conocían los protagonistas hasta la extenuación, y salieron ambos a calzón quitado en el Bizkaia. Sin especular, sin regatear ni un kilojulio de esfuerzo.
UN RITMO BRUTAL
Joseba Ezkurdia salió a morder y a romper desde el primer pelotazo, un saque que no pudo llevar a buena Altuna. Como era esperado, el voleísta de Arbizu trató por todos los medios de ahogar al rival. Combinó un comienzo demoledor de intensidad en los seis primeros tantos, para justo después alargar el saque pasado el cuadro seis y buscar apuntillar al tercer pelotazo.
Buscaban Ezkurdia y Altuna hacerse con el centro del cuadro tres, el punto desde el que se domina el juego. Se empleó a conciencia el de Arbizu en bajar la pelota, ajustarla con la derecha a la chapa e intentar que Altuna se quedara sin el aire que lo convierte en un enemigo temible. Y todo con un ritmo machacón, inhumano que les iba consumiendo tanto a tanto.
Logró en parte su objetivo Ezkurdia, que fue mandando en el juego y en el luminoso, pero sin ninguna ventaja mayor a los tres tantos.
Si Jokin Altuna es Jokin Altuna lo es por la capacidad de leer la jugada y sacar de un pelotazo imposible un tanto. Lo que a Ezkurdia le costaba un derroche brutal de concentración, físico y precisión a la hora de usar recursos técnicos, Altuna lo resolvía con un toque de genialidad. Como el gancho imposible y milimétrico del 6-5, o la apertura en movimiento desde el txoko del 9-8.
No terminaba de carburar Altuna en esa parte de la final. Su primo le llamó a la silla para el 3-3, en el 9-6. Jokin sufría en una final que llegó al primer descanso con casi 200 pelotazos, siete minutos de juego real y un esfuerzo titánico.
EZKURDIA NO TIEMBLA
Sabía Ezkurdia que iba a tener que sufrir hasta sus límites físicos y mentales. Altuna no se puso por delante en el marcador hasta el 13-14. Y desde ahí hasta el final el partido entró en un cuerpo a cuerpo tremendo en intensidad, precisión y derroche hasta el final. Una batalla en la que se registraron hasta cuatro empates y en la que no hubo tregua.
Altuna, presionado por la exigencia del ritmo, castigado en el físico, dio una lección técnica de lo que es jugar a pelota. Aprovechó todo lo que pasó por delante. Coincidió con el peor rato del navarro. Una pasa y un error de zurda más dos tantos del guipuzcoano en un visto y no visto le colocaron con un temible 16-19 a favor del amezketarra.
Pero Ezkurdia demostró en ese momento que hoy día es un pelotari maduro, cuajado. Lejos de amedrentarse y dudar, dio un paso adelante. Fue atrevido, no tuvo miedo. Si caía ante Altuna, que no fuera sin intentarlo, sin hacerle sufrir hasta el final.
Por eso se explica jugársela y lograr la igualada a 20 con un dos paredes, para a continuación meterle un rejonazo a Altuna con una volea alta que engañó al guipuzcoano y marcó el 21-20.
Le quedaba a Joseba un último capítulo de sufrimiento. Fruto de la tensión, del desgaste tan brutal de la final, marró el navarro una pelota a placer en el dos de zurda con la que podía haber sentenciado después de una refriega de 22 pelotazos. 21 iguales. Un cara o cruz ante un killer como Altuna era jugar a la ruleta rusa.
No arriesgó Ezkurdia, quiso madurarle a Jokin, aún a sabiendas que el mago intentaría un truco final con la zurda. Se la jugó desde el tres de zurda y la pelota se fue al colchón. Fue tremendo.