Bello y práctico
- Muchos de sus jugadores han sido criados en la casa, se han socializado primariamente como culés y sienten los colores.
P ORFIABA la prensa con Guardiola a cuenta de barrigas llenas, de falta de estímulo y de ausencia de concentración en los minutos finales, y más de un osasunista apostaba por un cero a uno. Tanto bullía el caldo mediático que hasta yo me animé y, de víspera, me copié un versículo de Isaías para lanzárselo al equipo culé tras la previsible derrota: "¡Ay de ti, que saqueas y nunca fuiste saqueado!". Y aquí se acaba mi escasa trayectoria como profeta de prestado.
De vuelta a la Tierra, sólo cabe hablar de belleza. En el fútbol, como en la vida, lo útil prima sobre lo bello. Sin embargo, es la belleza lo que salva al fútbol, y a la vida, de la rutina, la mecanización y la previsibilidad. El problema es que la belleza es difícil de alzanzar, porque requiere de talento, que es un bien considerablemente escaso.
Al fútbol puede jugar cualquiera, es como tocar el bombo o las castañuelas. Lo complicado es hacerlo bien; eso está reservado a unos pocos. Y si hablamos de hacerlo realmente bien, nos remitimos a unos cuantos elegidos, sin los que el fútbol no sería más que esfuerzo y lucha, y el bombo y las castañuelas sonarían como una matraca.
Decía Baresi, el capo del Milán de Sacchi, que el secreto del juego del Barça actual es que sus jugadores se divierten. Se divierten jugando bien al fútbol. El profesor de Sociología de la Complutense de Madrid, Andrés De Francisco, destaca que para que los jugadores desplieguen su talento, hagan buen fútbol, creen belleza y se diviertan con ello es necesario que tengan confianza. Sin confianza, sin autoestima, sin libertad, no salen las cosas bien: el jugador no quiere el balón y, al final, el balón no lo quiere a él. Según De Francisco, si el fútbol del Barça maravilla es porque alcanza el fin práctico supremo -ganar- mediante la belleza de un juego noble y cooperativo. Y si maravilla como club es porque muchos de sus jugadores han sido criados en la casa, se han socializado primariamente como culés y sienten sus colores. Sería bonito tratar de emularlos.