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Copa del Rey

José y Aitor tampoco se rindieron

Salieron con un coche a Sevilla y volvieron con otro tras vivir una auténtica odisea. Todo por Osasuna

Ampliar Aitor Garmendia
Aitor Garmendia, con su bufanda en La CartujaCEDIDA
Publicado el 12/05/2023 a las 06:00
Salieron de Pamplona el viernes a primera hora en su monovolumen y el sábado, a tres horas de la final, estaban en el aeropuerto de Sevilla sin coche a las puertas de la gran final. José Garmendia (55 años) y su hijo Aitor (18 años) vivieron una auténtica odisea para desplazarse hasta La Cartuja. Una avería, problemas en los talleres y un alquiler de vehículo… Y por fin, después de no bajar los brazos y un sufrimiento continuo -como buenos osasunistas- pudieron vivir un sueño pese a llegar agotados.
Estos dos socios rojillos formaron parte del convoy de autocaravanas que salieron hacia tierras andaluzas el jueves y el viernes. Cuenta José que son apasionados de Osasuna y de los toros. De hecho tienen un canal (Toros Rojillos) en el que muestran distintas ganaderías y su idea era visitar la de Miura con motivo del viaje. “Queríamos ir con calma, hacer unos 700 kilómetros, dormir a unas 2 horas cerca de Sevilla. Y el sábado a primera hora ir a Sevilla”, relata el padre.
Tras comer en pleno camino con otros familiares en Valladolid llegaron los problemas. “Nos despedimos a las 5 de la tarde y tres horas después se me recalentó el motor en la zona de Béjar. “Los talleres estaban cerrados. Si me quedaba sin coche no teníamos sitio para dormir en Sevilla”. José y Aitor estaban en mitad de la nada a 24 horas de la gran cita con la camiseta de Osasuna.
A 40 POR HORA
Había que acelerar con Cáceres a 60 kilómetros. “Queríamos tirar para adelante, el coche arrancaba bien pero se calentaba al pasar cierta velocidad. No había apenas tráfico, pusimos los intermitentes y fuimos a 40 por hora. Cada kilómetro era una victoria”.
“A primera hora fuimos a talleres que habíamos visto. Nos dijeron que era sábado y no había mecánicos disponibles. Pero en uno nos hicieron el favor”. Allí conocieron a Luis, aficionado del Cacereño (equipo que eliminó el Madrid en esta Copa) que mostró su simpatía por Osasuna. “Voy a hacer que lleguéis como sea, si hace falta os llevo yo”. Necesitaba repuestos. En 3 horas estaba listo y, a priori, arreglado”. Una del mediodía. Lo probaron y seguía dando problemas. “Miramos la opción de alquilar un coche, pero las agencias habían cerrado. Estábamos a 240 kilómetros”.
Tocaba tirar del seguro. A las 3 de la tarde llegó la grúa y el taxi. “Si íbamos directos a La Cartuja no teníamos donde dormir, así que le dije que fuera a la estación de tren para alquilar un coche”. Era tal el caos de tráfico que fueron al aeropuerto. 7 de la tarde. “Solo faltábamos nosotros por llegar a Sevilla”, bromea José. “Nos acercamos a una agencia para alquilar el coche. Y conocimos a Macarena. Le dije que era nuestra última carta. Nos dijo que lo que más le gusta es que sus hijos canteN eso de ‘Osasuna nunca se rinde’. Nos puso el coche y fuimos al aparcamiento de las autocaravanas. En el estadio nos vinimos arriba totalmente. Fue increíble”.
Después, junto a la marea roja, descansaron en el lugar habilitado para esos vehículos y a las 7 de la mañana emprendieron el rumbo a Pamplona. “El viaje de ida fue de 34 horas y el de vuelta nos costó 10”. José aguarda ahora el precio de la avería. “Será caro, pero ha merecido la pena”, sentencia.
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