Maquirriain: “Se ha hecho justicia conmigo, termino una etapa”

Aparece en la página 168 de las 175 que componen la sentencia del Caso Osasuna. Es el esperado fallo del tribunal que en su primer punto refleja: “Que debemos absolver y absolvemos a los acusados D. Diego Antonio Maquirriain Leandro y D. Jordi Figueras Montiel”. Por fin llega la noticia por la que suspiraba el director de la Fundación Osasuna desde su creación en 2001 hasta 2015. En su primera entrevista concedida en estos últimos años Diego Maquirriain (Pamplona, 1972) se muestra a corazón abierto para emocionarse por momentos. No guarda rencor y ha aprendido a hacerse fuerte de cabeza. A base de palos. Ha sacado el lado positivo de todo. Atrás queda aquel viaje a Sevilla de 2014. ¿Cómo se enteró de la noticia? Me llamó mi abogado, Patxi Lara. Eran cerca de las nueve y media de la mañana. ¿Cuál fue su reacción? Él me ha ido llamando mucho en estos cinco años. Después del juicio era cada semana para preguntar qué tal estaba. Pensaba que una llamada más. Me empezó a contar el tema... Lo tengo que reconocer. Empecé a llorar y me tuvo que colgar. ¿Qué se le pasó por la cabeza? Muchas cosas. Y encima en la situación en la que vivimos todos ahora. No sabía ni qué hacer, hablando en casa... Los críos asustados. Entiendo también que todo esto queda para mí. Es personal. ¿Cómo discurrió el día? Tuve muchas llamadas. El teléfono empezó a sonar más de lo habitual. Son sensaciones muy difíciles de describir. Hay días que se me han hecho muy largos, pero el de ayer fue el más corto. Es una decisión por la que estás esperando mucho tiempo. Que te digan una noticia tan deseada y tan esperada hace que cambie todo. ¿Ha dormido? Poco. Pero no ha sido muy diferente al resto de días que hemos tenido. Me acosté muy tarde y me he despertado. He visto la cara a los críos y me he venido abajo. ¿Sabían algo? Tuve que hablarlo en casa, sobre todo con el crío mayor. Nos llamó su profe, Gabriel. Una pasada, una pasada. ¿Cuántos años tienen? Nueve y seis. El de nueve... Muy duro. Ayer hablamos. Con su profesor de la ikastola había que explicarle todo esto. Es duro decirle a un niño esta situación en la que habrá escuchado y habrá oído. Fue complicado pero lo pasamos. ¿Cuál es su estado de ánimo? Voy a decir la verdad. Es un sabor agridulce. Triste por todo lo que he vivido. Sé que es muy difícil de entender. No es agradable. Nunca hubiera pensado en todo esto. Es un día para estar contento pero no lo estoy. Se ha hecho justicia conmigo, termino una etapa. Pero repito es agridulce. Soy muy sincero. ¿Agridulce por qué? No lo he pasado bien y hay muchas personas. Muchas historias. No estoy para celebrar nada. A nivel personal evidentemente es lo que esperaba, pero no puedo decir lo contrario. Si alguien no lo entiende, que se ponga en mi pellejo. ¿Son desproporcionadas las penas al resto de acusados? No puedo valorar. Estoy apenado. Se ha sufrido. Hay personas, familias. Pido que se me respete. Solo lo he podido vivir yo, mi familia, los míos. Hay personas que lo están pasando muy mal, con las que he convivido mucho. No puedo otra cosa más que sentir por ellos. ¿Cómo han sido estos años? Muy duros, horrorosos. Lo que hemos pasado no lo deseo nunca a nadie. Me acuerdo una frase que dijo Ángel Ardanaz, el actual gerente, cuando empezó esto. Dijo: “Esto es una mierda”. Llamó la atención. Es que ha sido... Era marzo de 2015 cuando... Habían hecho una auditoría al club y luego a la Fundación. Recuerdo que me dijeron: “Diego, tranquilo que en la Fundación no hay nada”. Comenzaron las declaraciones policiales en El Sadar y luego pasaron a la comisaría de General Chinchilla. Me llegó la citación y lo comuniqué en el club. No se me olvidará nunca aquel 6 de marzo. Fue muy duro. Parecía estar dentro de una película con las fotos que te hacen. Estás ahí abajo (en el calabozo). Veo a personas con las que he convivido mucho, las que me han mandado. Me quita el sueño. Muchas veces me despierto de madrugada con esas imágenes. Esa noche de marzo al salir del juzgado, me vino a buscar mi amigo Óscar. Y se dijo que salí corriendo. ¿Cuál es la peor batalla? Cuando te cambia la vida y estás en otra situación, los días se te hacen mucho más largos. La actividad no es la misma de antes. El peor enemigo o el mejor amigo puede ser la cabeza. Da vueltas y corre más que tú. Te puede jugar una mala pasada. En cinco años me ha jugado malas pasadas. Se repiten muchos escenarios, muchas imágenes y muchas cosas que forman parte de mi vida, de mi historia. Tampoco es cuestión de darle más vueltas. A nadie le importa más que a los míos. ¿Uno se hace más fuerte de alguna manera? Fíjese lo que me ha pasado. Estando en el club siempre se me ponía Martín Monreal en frente en el ordenador y me venía hablar del coaching. Me hablaba de la vida y de su famosa frase “vamos a cenar hoy y ya veremos qué desayunamos mañana”. Cuando estás ahí en la mierda, piensas: “¡Qué hago, qué hago!”. Recordé lo de Martín y dije: “Me voy a sacar el título”. Nunca se lo he dicho, pero gracias a él me saqué el título experto. Da un cambio a mi forma de pensar y de ver esta realidad. Es ver la vida de otra manera. Pensaba que tenía muchos momentos por delante y para qué servía pensar en lo malo. ¿Para qué sirve darle vueltas al tema? ¿Para qué sirve pensar en rencores? Me ha ayudado muchísimo y en esta nueva situación de confinamiento también. Intento transmitirlo a toda la gente que está cerca de mí. En la vida se pueden hacer muchas cosas y dentro de lo malo se pueden sacar lo bueno. ¿En quién se ha apoyado más? Evidentemente, en la familia, amigos… y en mi mujer. Hemos sufrido todos. Nos ha afectado muchísimo. No solo a mí. Ha sido una cadena. Mucha gente nos ha ayudado. Sobre todo, gente que nos hemos encontrado en el camino. La vida es así. Hemos ido conociendo nuevas cuadrillas o grupos que no te conocen de siempre y ante esta nueva situación la gente se puede echar para atrás, es lo fácil, pero lo que puedo decir es que la gente nos ha respetado muchísimo. ¿Algún problema en la calle? Sufres tanto daño que al salir a la calle te da la sensación de que todo el mundo te está mirando y te está señalando. Es algo sobre todo psicológico. Muchos me han ayudado. Es así. Tengo que reconocerlo. Me han ayudado profesionales. Me decían: “Diego, tienes que salir, tienes que andar con la cabeza alta si no has hecho nada malo”. Yo no estoy acostumbrado a esto. Es una batalla personal la que he vivido. No he tenido ningún problema. Al revés, la gente me ha respetado mucho. No puedo más que agradecer el cariño de mucha gente. ¿Cómo se lleva la presión mediática de estar en la opinión pública? Verte ahí en la prensa... Te despiertas a la mañana y vas a ver qué sale. Entiendo que ustedes tienen que hacer su trabajo e informar. Lo que pasa es que le das vueltas y ves que de otros juicios sale el nombre y el apellido pero no la foto. Pones mi nombre en Internet y aparece hasta… Es complicado de entenderlo. Lo tienes que asumir. O sí o sí. Te puedes volver loco o aceptar que esto es así. Pues, a asumirlo. Y llegó el día del juicio. Han sido cinco años soñando... Lo peor es la incertidumbre, nunca sabes la fecha. Levantarte cada día y pensar cuándo acabará esto. Todo el mundo te pregunta cuándo va a salir. Además, vaya situación. Se termina el juicio el 28 de febrero y a los días ha venido lo que ha venido (confinamiento). A nivel personal fue durísimo. Esta semana nos llegó a todos la noticia de que se habían suspendido los Sanfermines de forma oficial. Y nos ha venido a todos un bajonazo. Empiezas a ver mensajes y tiras del móvil y ves uno en la plaza de toros en 2019 cantando Viva y Gora San Fermín 2020. Mi cabeza estaba todo el rato: “Ojalá el año que viene esté en la plaza aquí y se haya acabado todo”. Hay que ir a día a día. Ha llegado todo. Era cuestión de paciencia y mucha fe. ¿Ha tenido trato con Vizcay o Archanco este tiempo? Hemos coincidido muchísimos años con ellos. También con Juan Pascual. ¡Qué voy a decir! Estoy muy afectado. El que no se pueda poner en mi situación, o no lo pueda entender cómo estoy, lo respeto pero no lo entiendo. Estoy muy afectado por ellos. ¿Usted se arrepiente de algo? Para nada. Han sido casi 20 años. Siempre que he hecho cualquier cosa ha sido conforme a la legalidad. ¿Qué hizo mal Osasuna en esa época? No puedo decir algo muy concreto. Me viene a la cabeza la etapa de los 14 años hasta el descenso de 1994. La etapa de Ezcurra, que dimitió. La gente estaba asqueada y cansada. En 2014 pasó algo parecido. No quiero personalizar. Pero sumas y sumas y llegaron otros 14 años que se acabaron así. Y sí, la situación del club era muy complicada. Se ha visto posteriormente. “Me ha costado mucho volver a ver un partido en El Sadar” Diego Maquirriain asegura que ni por asomo pensaba que la situación del club en aquellos años era tan crítica como luego se supo. Su sentimiento rojillo sigue ahí. A usted le pilló en Osasuna el día que cortaron la luz en verano de 2014 porque no se había pagado, tras la dimisión de Archanco. Estaba trabajando y tenía contacto con el gerente de Iberdrola, al que había llamado por un patrocinio. Le llamé para que nos dieran la luz. Fue una situación dura. De todo hay que aprender. ¿Qué le parece el papel que jugó la junta gestora? Muy bueno, no puedo decir lo contrario. En su día, estuve ahí (se presentó en otra candidatura). Hicieron un gran trabajo. Osasuna está ahí por ellos y por el trabajo de mucha gente. Quiero reconocer a todos los empleados. Gracias a ellos. Son la base del club. Me acuerdo de ellos. En el 2014 todos estaban ahí. Al día siguiente después del partido contra el Betis, a las ocho de la mañana, llegué a El Sadar. Solo estaba Javier Primo. Subí por la Fundación y luego por las escaleras de la Tribuna Alta. Me puse a llorar como un idiota. Veía la grada rota y destrozada. Cogí a todos los compañeros de la Fundación y les di ánimos. Han sido compañeros míos y que sigan ahí al pie del cañón. ¿Y Luis Sabalza? Me alegro mogollón. Están haciendo un gran papel por la marcha del club. Me da mucha envidia sana. Ojalá me hubiera tocado trabajar en estos tiempos tan bonitos. Si Osasuna está así es por algo, por el gran trabajo de esta directiva y de los empleados. ¿Sigue al equipo? No me he perdido un partido desde que dejé de trabajar. Es muy duro verlo en la tele porque nunca me había tocado. No se me olvidarán nunca algunos partidos, como el de Sabadell. El grito que pegué en casa con todos los amigos que estamos viéndolo. También ascensos. Me acordaba del ascenso en el año 2000 contra el Recre. Estaba en el vídeomarcador con la megafonía. Vivir estos dos ascensos como se han vivido pues es muy bonito. Me alegro mucho. Que Osasuna esté así ahora… ¿Se ha recuperado la llama perdida de aquellos años? Siempre la afición ha estado así. Pero no sé, ves ahora a los críos con las camiseta de Osasuna. Ves al mío… Le llevas a la tienda a comprarle con toda la ilusión. Es muy bonito y de gran orgullo para los que somos rojillos. Que Osasuna siga así y por mucho. La pena es que con la gran campaña que se estaba haciendo se haya parado, pero todo volverá. ¿Ha estado en El Sadar? Muchas veces me decían de ir y quería, pero al final me costaba muchísimo ir. He estado dos días. Uno en Segunda y el último en diciembre el partido contra la Real, justo el que perdimos. Fue emocionante. Estar ahí en la grada. Cuando estaba trabajando siempre me tocaba hacer alguna función o algo. Vas a la grada con tu crío y su camiseta. Me recordaba cuando yo iba con mi padre con 10 años. Te abrazas con tu hijo cuando mete los goles el Chimy. Le dije a mi hijo de ir al baño y nos recorrimos los entresijos de El Sadar. Se me caían las lágrimas. ¿Irá más más veces ahora? No he sido socio, pero me gustaría serlo y volver. No es que tuviera miedo a algo por ir. De hecho el día que fui estuve con Josetxo el del Txoko del Sadar y me encontré a mogollón de gente. Todo tiene su tiempo como el confinamiento. Yo también llevo mi desescalada particular, nunca mejor dicho. A nivel mental y a nivel de todo. Mirando al futuro. ¿Qué espera de la vida? Trabajo, retos… Me he tomado la vida, como dice el Cholo, partido a partido. El primer año fue muy duro, el segundo también. ¿Quién puede vivir cada día con semejante losa? ¿Quién puede emprender algo? ¿A quién le pueden contratar? Pones tu nombre en Google y casi es mejor tirar hacia atrás. Tenía claro que había que esperar a este momento. Había que acabar una etapa y empezar otra. Habrá que empezar y tener ilusiones nuevas. Me quito una mochila y empezaré a hacer algo nuevo. Con ganas. ¿Qué tal la cuarentena? Como todos. Dije que llevaba 1.820 días el día que hablé en el juicio y ahora 1.875. Quién iba a pensarlo. Es algo que afecta a todo el mundo. El coaching me está sirviendo también para esto y para animar a la gente. Llamo a personas los fines de semana. El otro día hablaba hasta con la directora del colegio de Nicaragua de aquel proyecto que hicimos en la Fundación. Encima les animaba y se quedaban extrañados por mi situación. Hoy hemos tenido con la cuadrilla vermú, ayer bingo y mañana con el equipo de Boscos almuerzo. Todo virtual, claro. Hay que respetar y entre todos saldremos de esta. ¿Qué hará cuando se pueda salir a la calle, ya sin el peso de la justicia sobre su espalda? Es un sentimiento general en todos. No sabemos el día en qué podremos salir, pero como todos haremos, daré un abrazo a las personas que quiero. A las que ahora nos les puedo ver. Hay que pensar en positivo. No hay otra.

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